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La Historia Upn 5to Semestre


Enviado por   •  18 de Septiembre de 2014  •  2.014 Palabras (9 Páginas)  •  359 Visitas

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EXPERIENCIA EN LE APRENDIZAJE-ENSEÑANZA DE LA HISTORIA

En mi experiencia en el aprendizaje-enseñanza de la historia aprendí tanto como enseñe pues que nunca de se deja de aprender y se consiguen nuevas estrategias para enseñar, las planeaciones las realice de acuerdo al plan de trabajo desenvolviendo la materia de historia los días martes y jueves de cada semana cada clase era muy importante puesto que les hablaba de lo que había pasado en nuestro país y partes del mundo, con grandes reseñas históricas las cuales no todas se encuentran en el libro de texto y se tiene que investigar en otros medios de información para que la explicación sea un poco más concreta y los niños la puedan entender mejor y así no vena ala materia de historia como una materia aburrida sino interesante y que les despierte el interés por investigar y obtener mayores conocimientos sobre lo que ha pasado en distintos lugares del mundo y no solo de su país. En un lugar a apartado de la ciudad es un poco más difícil ayudar a entender la historia pero con la vocación de querer ser un mejor docente se hacen las estrategias necesarias para poder llevar una información adecuada y los niños se den cuenta de lo importante que es la historia en nuestras vidas.

La enseñanza de la historia es importante por ser la memoria de la humanidad que nos introduce en la evolución de la civilización y los logros del género humano. Este saber ha acompañado a los hombres desde el despegue de su vida, y la memoria de sus experiencias y descubrimientos permite la acumulación del conocimiento y su avance continuo. A medida que la vida y la cultura de los seres humanos se hicieron más complejas, el registro del pasado también se transformó. Es natural que los primeros registros fueran sencillos, ya de manera oral, ya a través de pinturas, como las rupestres, o mediante grandes pie¬dras recordatorios de hechos especiales. Al aparecer la escritura, se hizo un recuen¬to de mitos y acontecimientos.

También ha habido momentos del pasado y del presente en que se le niega valor a la historia y hasta se le ha consi¬derado dañina. No obstante, su necesidad hace que siga presente, puesto que lo que somos, nuestras actitudes vitales, valores y creencias están determinadas por lo que hemos sido, es decir, por nuestra historia. A la historia se le adjudicó una estre¬cha relación con el ejercicio del poder. Así, se le consideró “maestra de la vida”, por tanto indispensable para la formación de los gobernantes. Los gobernantes mexicas, por ejemplo, se percataron de la importancia de las relaciones históricas: decidieron quemar los códices que explicaban sus viejos mitos fundadores para cambiarlos por otros que pudieran inyectar unas metas ambiciosas a sus miembros para impulsarlos a la conquista de otros pueblos.

La necesidad de construir Estados-nación a partir de las viejas monarquías mul¬tinacionales transformó a la historia en vehículo de legitimación de las revoluciones y en instrumento para educar cívicamente al pueblo. De esa manera, la instrucción histórica pasó a servir al Estado, transmitiendo una visión del pasado que subrayara la gesta revolucionaria y el nuevo sistema político.

El reacomodo social y político que produjo la independencia y las amenazas externas provocaron que sólo hasta la victoria definitiva de la República pudieran establecerse un gobierno más o menos estable y un sistema educativo. Benito Juá¬rez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz iban a impulsar la educación pública y la enseñanza de la “historia patria”. Pero a pesar de la derrota de los conser¬vadores, las diferencias ideológicas hicieron aparecer dos versiones de interpreta¬ción escolar del pasado mexicano: las que favorecían el pasado prehispánico y rechazaban el virreinato, y las favorables a éste y que aun llegaban a denigrar a las culturas originales. Las dos posiciones eran absurdas y fueron combatidas por el grupo de grandes pedagogos que apareció durante el porfiriato, quienes se die¬ron cuenta de que estaban forjando dos naciones. Justo Sierra, como historiador y como ministro de Instrucción Pública, promovió una interpretación de la historia como un proceso evolutivo del pueblo, sin negar ninguna etapa. Pero la Revolu¬ción mexicana vino a revivir la cuestión de los orígenes, favoreciendo el indige¬nismo, y fue hasta mediados del siglo xx cuando se institucionalizó la visión de un México mestizo.

Una razón de que la historia que se enseña en la escuela esté entre las asig¬naturas más rechazadas, es porque se centra en el relato político y bélico, dando cuenta de cambios de gobierno, guerras y actos heroicos, pero pasando por alto los procesos sociales, económicos, y culturales fundamentales para comprender el complejo histórico. Sin duda hay personalidades que le imprimieron carácter a una época, como el caso de Napoleón, pero siempre hay un contexto que favorece el que estos personajes puedan descollar. Una historia explicativa debe incluir los diver-sos aspectos de la vida de modo que involucre a los jóvenes y no los atosigue con los simples nombres y fechas. La enseñanza debe mostrarles la complejidad de la conducta humana, para que comprendan el mundo en el que viven y prepararlos para los cambios que traerá el futuro y a los que tendrán que adaptarse.

La enseñanza de la historia en la escuela es importante, como nos recuerda Marc Ferró: “No nos engañemos: la imagen que tenemos de otros pueblos y hasta de nosotros mismos, está asociada a la historia tal como se nos contó cuando éra¬mos niños. Ella deja su huella en nosotros toda la vida”.7 Eso hace urgente purgar a la enseñanza de la historia de las viejas confrontaciones. Los historiadores y los maestros deben comprender el pasado y explicarlo, no regañarlo. Lo que pasó, nos guste o nos disguste, ya pasó y ha dado forma a lo que somos.

Uno de los retos del maestro de Historia hoy en día es el presentismo de los jóvenes, quienes viven bajo la influencia de la televisión; esto fuerza al docente a ingeniarse para despertar el interés de los estudiantes y persuadirlos de la utilidad e importancia de la historia. Un buen camino es comentar con ellos los aconte¬cimientos del momento y hacerlos pensar en sus antecedentes, de manera que comprendan que la explicación requiere el conocimiento del pasado. La inmersión en un mundo con novedades tecnológicas constantes ha hecho a los jóvenes in¬munes a la curiosidad por el pasado, que parece tan lejano.

La tarea de educar se ha hecho cada día más exigente. Las transformacio-nes sociales, la expansión del conocimiento y de los medios de comunicación, así como la competencia económica dentro del mundo globalizado,

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