La Huasteca
Enviado por lunamairiam • 18 de Octubre de 2012 • 1.437 Palabras (6 Páginas) • 633 Visitas
DIVERSIDAD Y CONTRASTE DE LOS PUEBLOS INDIGENAS DE LA HUASTECA
Veracruz es una de las 32 entidades federativas que forman la República Mexicana y es el tercer estado con mayor número de población indígena en términos absolutos, después de Oaxaca y Chiapas.
Caracterización general de los pueblos indígenas de la Huasteca
La región, situada en la zona intertropical conocida como Costa del Golfo del Altiplano Central, se caracteriza por su configuración multiétnica, que define desde tiempos prehispánicos el perfil de la zona, y por la diversificación productiva, que revela un aprovechamiento adaptado a la heterogeneidad ambiental y a la utilización de los variados recursos naturales que posee. Su riqueza ecológica estriba en sus contrastes geográficos, marcados por la variabilidad de su topografía, climas y tipos de vegetación, sumados a la abundancia de sus recursos hidrográficos, si bien enfrenta graves problemas de deterioro y contaminación ambiental.
El particular modelo de desarrollo impuesto en las regiones del trópico y en especial en la Huasteca, con un uso del suelo en el que ha predominado la ganadería, la caña de azúcar, el cafeto, los cítricos y el boom de la explotación petrolera, sobre las áreas de cultivos básicos, ha tenido serias repercusiones en el acaparamiento de la tierra y en los conflictos agrarios derivados de ello, aunados al deterioro y a la degradación de los recursos naturales y a la desarticulación en gran medida de los sistemas productivos tradicionales caracterizados por la diversidad de formas de aprovechamiento de los recursos naturales. Estos problemas se han agravado por las políticas sectoriales emprendidas en los últimos años, que han implicado la desaparición de la protección comercial, el desmantelamiento de los aparatos estatales que intervenían en el sector, la reducción drástica del gasto público destinado al campo y la desaparición de precios de garantía para muchos productos.
La puesta en marcha de las nuevas políticas agrícolas ha acentuado las condiciones de exclusión y desigualdad que padecen amplios sectores de la población rural indígena en la región, propiciando una caída en la rentablilidad, dependencia alimentaria, marginación y pobreza, además de una fuerte diferenciación socioeconómica entre los productores rurales, pues solamente aquéllos con un mínimo de capacidad de inversión acceden a nuevas tecnologías y recursos.
En el marco de esta crisis, caracterizada por la reestructuración de la intervención del Estado y un nuevo esquema en la participación internacional, se han generado cambios notables en el plano organizativo, en especial en el sector de los pequeños productores y de las comunidades indígenas. La participación, movilización y construcción de nuevas formas participativas de los campesinos indígenas tiene sus raíces en los movimientos agrarios regionales surgidos en la década de 1970, que adquieren, a partir de los ochenta, una importancia singular en lo que respecta a la prioridad de las luchas campesinas en la apropiación de los procesos productivos.
A pesar de la difícil situación que enfrentan hoy día las organizaciones de pequeños productores y las comunidades, sujetas a los vaivenes del mercado internacional y dependientes de los cada vez más reducidos subsidios oficiales, han continuado trabajando y organizándose en torno a los procesos de producción y comercialización, además de emprender la búsqueda de estrategias de diversificación productiva y de conservación de sus recursos naturales, como lo ejemplifican el resurgimiento de diversos productos o la reorientación hacia la agricultura orgánica, a fin de planificar el desarrollo de su región con una concepción distinta.
La búsqueda de un modelo de desarrollo diferente no es mera retórica; evaluaciones oficiales y no oficiales dejan claro que las cuantiosas inversiones de programas como el Programa Integral de Desarrollo Rural-Coordinadora General del Plan Nacional para las Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (PIDER-COPLAMAR) (1976-1981), el Programa Nacional de Solidaridad (PRONASOL) (1990-1995), el Programa de Apoyo a Productores de Café (1990-1995) o el Programa de Apoyo al Campo (PROCAMPO) (1993-1995), "no han logrado en la actualidad minimizar el grado de hambre, la miseria y la marginación en que se debaten indígenas, mucho menos han logrado incrementar la producción y los rendimientos agropecuarios en la región" (Sámano Rentería y Jiménez J. 1998: 352). Esto es así porque dichos esfuerzos no combaten de manera decidida y frontal las raíces de la desigualdad social:
• Persistencia de problemas agrarios y acaparamiento de tierras o medios de producción.
• Acceso desigual a los recursos financieros y naturales.
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