La Iliada, De Homero Desde Helena.
Enviado por tefa2703 • 23 de Noviembre de 2013 • 1.047 Palabras (5 Páginas) • 343 Visitas
LOS HEROES Y LOS DIOSES
Miles de años atrás, antes del nacimiento de Cristo, en la antigua Grecia, la vida del hombre no era la misma como la que es hoy en día. Éstos vivían a custodia de los Dioses y del destino por lo tanto no eran más que sus piezas de ajedrez formando a través del juego del tiempo, lo que son ahora leyendas que forman parte de la historia.
Existían en ese entonces, doce dioses olímpicos, que moraban en el monte olimpo, en la cima de Grecia, quienes habían ganado la supremacía en el mundo después de ganar, liderados por Zeus, la guerra contra los titanes.
La vida del hombre en Grecia no solo era sumisa al veredicto de los dioses. Otros factores influían, como el destino y la necesidad a los cuales los mismos dioses debían someterse en ocasiones.
Estos dioses eran de una aristocracia conquistadora, dioses completamente humanos, solo que inmortales y de mayor poder. Los móviles que los impulsaban eran los mismos a los humanos. Con ellos no se podía luchar. El pueblo lo único que podía hacer era obtener su favor con promesas, suplicas y sacrificios, de lo contrario serían atormentados con castigos como pestes y crisis.
Al tener carácter humano, también tenían desacuerdos entre sí. En ocasiones tomaban partido desde su posición personal, sus rencores y alianzas. Además, existieron muchas pasiones entre dioses y mortales, de lo cual nacieron semidioses que en su mayoría se convertirían en héroes recordados por sus actos en la historia.
La famosa manzana de la discordia, destinada a la diosa más bella, fue el producto del rencor de la diosa Eris por no ser invitada a la boda de la diosa Tetis y el rey Peleo.
Al estar esta decisión en manos del joven príncipe Paris, fue elegida la diosa Afrodita, quien le prometió la mujer más bella en la faz de la tierra, lo que un tiempo después, llevaría a la ciudad de Troya a la ruina.
-“Mi nombre es Helena. Nací de la pasión entre el dios Zeus que en forma de cisne se unió a mi madre Leda.
Años después, la belleza divina que me otorgaron se volvió un rumor en Grecia y mi padre putativo Tindareo, rey de Esparta, decidió organizar un concurso para elegir mi nuevo esposo. Menelao, príncipe de Miscenas, fue el afortunado, que después del matrimonio, accedió al trono.
La vida junto a Menelao era llena de felicidad, y más aún con el nacimiento de nuestra hija Hermione. Hasta que él llegó.
Venían en busca de la paz con Esparta, pero en sus ojos veía el fuego del deseo, ese fuego, que me llenaba el corazón más que nunca antes con nadie.
El príncipe Paris era el hombre más bello que jamás había visto, y apresuradamente caí en sus encantos. Me confesó su amor y le correspondí sin siquiera pensarlo. Sin pensar que este nuevo amor nos llevaría al fin.
Encontramos la oportunidad, en la ausencia de Menelao un día. Emprendí el viaje con París de regreso a Troya cegada de las consecuencias por el amor tan repentino e intenso que sentía por él. Era algo mágico.
Fuimos
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