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La Importancia De La Arquitectura En La Industria Hotelera


Enviado por   •  10 de Junio de 2013  •  3.944 Palabras (16 Páginas)  •  849 Visitas

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LA IMPORTANCIA DE LA ARQUITECTURA EN LA INDUSTRIA HOTELERA

DEFINICIÓN DE ARQUITECTURA Y SUS DIFERENTES TIPOS:

La arquitectura se puede definir como el arte o la ciencia y proyectar y construir edificaciones perdurables. Frente al resto de las artes, la arquitectura integra un fín estético con un objetivo utilitario; así presenta un aspecto técnico que sigue unas determinadas reglas, propias de una asociación de la construcción, con el objeto de crear obras adecuadas a su propósito, al tiempo que como arte debe ser capaz de provocar un placer estético.

Atendiendo a estos dos conceptos no se debe confundir la definición de arquitectura como resultado, con la de las técnicas que hacen posible un resultado.

Atendiendo a estos dos conceptos no se debe confundir la definición de Arquitectura como resultado, con la de las técnicas que hacen posible este resultado. En este sentido cabe preguntarse si toda construcción, por elemental que sea, es arquitectura, para concluir que por el contrario Arquitectura es el resultado de una intención consciente de crear, mientras que el simple conjunto de conocimientos sobre materiales y técnicas, medio para la ejecución del edificio ideado, es construcción.

Atendiendo a estos dos conceptos el tratadista romano Vitrubio fijó en el siglo I a.C. las tres condiciones básicas de la arquitectura: Firmitas, utilitas, venustas(´resistencia, funcionalidad y belleza´).

Y siguiendo estas dos premisas la arquitectura se ha materializado, en todas las culturas, con unas características peculiares. En las sociedades más desarrolladas ha producido variedades de estilos, de técnicas y de propósitos. Todo ello constituye lo que denominamos la Historia de la Arquitectura, frente a lo que se conoce como Teoría de la Arquitectura.

Pese a la claridad que aparentemente presenta la palabra arquitectura, definida como el arte de construir, no existe estrictamente una definición convincente y que ofrezca una validez universal. Cada etapa o cada corriente han producido sus propias definiciones. Como tal, el concepto de arquitectura como: arte de construir fue empleado por Alberti en el primer tratado que existe, estrictamente, sobre teoría de la arquitectura, De re aedificatoria (1485); este autor, incluso en el propio título, desdeña, la idea de que la arquitectura fuera una simple aplicación matemática, como había expuesto Vitrubio. Sin embargo la denominación de arquitectura, procede de la tradición neoclásica francesa y no se incluye en los tratados escritos hasta después de 1750; pero es en el Renacimiento donde se empiezan a separar estas cuestiones, hasta entonces raramente se establece la distinción entre arquitectura y construcción, la arquitectura como arte y la construcción como técnica, al igual que es el momento en el que se varía la consideración del artista, que pasa de ser un trabajador manual a una persona que trabaja con el intelecto.

La arquitectura frente a las otras artes responde, en primer lugar, a una necesidad básica del hombre de cobijo y seguridad; y en segundo lugar, a una necesidad estética, de modo que ambas se convierten en un fenómeno inherente a la historia de la cultura, de la civilización, del pensamiento y de la religión, durante siglos. Así la arquitectura, con independencia de las diferencias que determinan las distintas técnicas constructivas y los diferentes estilos estéticos, presenta una unidad temática entre las realizaciones, sean de culturas contrarias o de diversos períodos; es decir, todas las culturas y los distintos periodos han construido viviendas, palacios, templos, edificios públicos, etc., aunque estas construcciones presenten una disparidad formal y estilística tan enorme, como la existente entre un figura mesopotámica y una catedral gótica.

Una de las características determinantes de la arquitectura a lo largo de los siglos y que, de alguna forma, la distancia del resto de las denominadas Bellas Artes, es que está construida para perdurar; esta idea determina que muchos edificios no siempre hayan desempeñado el mismo papel que actualmente les atribuimos, y que por supuesto cuando se construyeron apenas valoraran la función artística ya que imperaba, ante todo, la función utilitaria. Éste sería el caso de una gran parte de la arquitectura doméstica y específicamente de la denominada arquitectura popular, o los ejemplos, tan de moda, de rehabilitación de edificios históricos a los que se asignan nuevos usos, palacios convertidos en museos, conventos utilizados como oficinas, castillos transformados en hoteles, murallas destinadas a parques, etc. Pero no sólo se ha alterado su uso, sino también su aspecto, integrándose dentro de la memoria arquitectónica colectiva, con una imagen distinta de lo que fue el edificio original. Es difícil imaginar el efecto que producirían los templos griegos con su pintura original después de nuestra costumbre de verlos degradados y con sus materiales al descubierto. Muchos edificios medievales o barrocos no presentaban sus materiales vistos, especialmente cuando habían sido construidos con ladrillo, sino que estaban enlucidos y, con frecuencia, encalados. Sin embargo, la moda por los materiales vistos y el rechazo de los revestimientos de la arquitectura contemporánea ha determinado que en las intervenciones realizadas en los monumentos para su conservación se hayan seguido unos criterios que alteran y modifican sensiblemente la apariencia original de los edificios. Éstos abandonan la función para los que fueron creados, y en muchos casos también su aspecto, y adquieren el valor que les concede la Historia de la Arquitectura y es este valor el que determina su conservación y, en casos, su adaptación a nuevas funciones.

A menudo se ha acometido el estudio de las obras de arquitectura desde el concepto, nacido en el siglo XVIII, de monumento, es decir, obras aisladas que en sí mismas o por el arquitecto que las construyó merecen tener este calificativo; siguiendo esta idea sobre las construcciones excelentes, la historia de la arquitectura, y a través de ella la valoración de la Arquitectura, se ha realizado mediante el estudio de obras muy concretas, paradigmáticas de un estilo, y de un conjunto de grandes arquitectos. Así la arquitectura, que es en sí misma una actividad continua y orgánica de la labor humana, enraizada dentro de las más profundas necesidades del hombre, tanto físicas como espirituales, ha sido entendida como una sucesiva reunión de construcciones singulares, de arquitectos destacados y de estilos que surgen como respuesta rebelde al estilo anterior, como profunda reacción. Ésta es actualmente, y ha sido, la historia de la arquitectura, tal y como se puede ver en los párrafos que siguen. Pero por encima de esta visión, la arquitectura, como ya se ha señalado,

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