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La Independencia De Mexico


Enviado por   •  22 de Octubre de 2012  •  4.629 Palabras (19 Páginas)  •  329 Visitas

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INDEPENDENCIA DE MEXICO

Primera etapa: Iniciación (1810-1811)

La etapa de iniciación de la guerra de independencia de México corresponde al período comprendido entre el Grito de Dolores con el que el cura Hidalgo convocó a su pueblo a levantarse en armas y la captura del Generalísimo de América en Norias de Acatita de Baján, cuando intentaba huir de los perseguidores del ejército real.

Conspiración de Querétaro

Mapa de la campaña militar de Hidalgo (1810-1811)

Una de estas ciudades fue Querétaro. Ahí se había formado un grupo de letrados, pequeños comerciantes y militares del ejército colonial, que pretextando reuniones literarias, se reunía en una academia de la población. Este grupo es conocido en la historia de México como conspiradores de Querétaro. Entre sus miembros se encontraban el cura Miguel Hidalgo y Costilla, el militar Ignacio Allende, el pequeño industrial Juan Aldama, el corregidor de la ciudad José Miguel Domínguez y su esposa Josefa Ortiz de Domínguez.

La Conspiración de Querétaro fue descubierta en septiembre de 1810. Los conspiradores tuvieron tiempo de prevenirse ante la intervención de las autoridades virreinales en la ciudad de Querétaro. Josefa Ortiz de Domínguez alcanzó a dar aviso a Juan Aldama del peligro en que se encontraba el movimiento independentista, al encontrarse las tropas realistas en Querétaro. A su vez, Aldama se puso en camino a Dolores, para poner al tanto de la situación al cura Hidalgo. Apremiado por la situación, Hidalgo convocó al pueblo de Dolores, tañendo la campaña de la parroquia local. Acudieron las personas, aún cuando era de madrugada, y ante ellos, Hidalgo lanzó el Grito de Dolores, con el que se suele marcar el inicio de la Independencia de México.

Campaña militar

En la madrugada del 16 de septiembre de 1810, al grito de ¡Muerte a los gachupines! ¡Muerte al mal gobierno! ¡Viva Fernando VII!, Hidalgo se dirigió al presidio de Dolores, acompañado de un puñado de campesinos mal armados y peor preparados para la milicia. Puso en libertad a los presos y armó a su ejército con los escasos pertrechos disponibles en la armería local. Contaba además, con los refuerzos que pudieran proveerle Allende y Mariano Abasolo, oficiales del ejército. Acompañado de esta tropa cuya magnitud se desconoce, se dirigió primero a Atotonilco el Grande, donde tomó el estandarte de la Virgen de Guadalupe, que es considerada la primera bandera mexicana. Ahí nuevamente arengó a su tropa, con el grito de ¡Viva la Virgen de Guadalupe y mueran los gachupines!; y prosiguió hacia San Miguel el Grande donde llegaron a reforzarlo Abasolo y Allende.

A su salida de San Miguel el Grande, la tropa insurgente seguía siendo mayoritariamente campesina. A su paso por las poblaciones del oriente de Guanajuato se sumaban a él nuevos miembros. Pero la mayor parte de los criollos no veían con buenos ojos el levantamiento de los conspiradores de Querétaro. Incluso el mismo Ignacio Allende comenzaba a ver con recelo a Hidalgo, a quién más tarde acusaría de haberse dejado llevar por la gleba. Así las cosas, el Ejército Insurgente salió rumbo a Celaya, donde obtendría su primera victoria importante el 20 de septiembre de 1810. Enarbolando un retrato de Fernando VII, la tropa tomó la ciudad y la saqueó. En esa población, Miguel Hidalgo fue proclamado Generalísimo de América, quedando al mando del ejército por encima de Allende, que sin duda era más hábil en lo que se refiere a táctica militar. De Celaya, los insurgentes salieron con rumbo noroeste y en su camino se apoderaron de Salamanca, Irapuato y Silao. Llegaron a Guanajuato el 29 de septiembre.

El intendente Riaño se parapeto en la Alhóndiga de Granaditas, uno de los edificios más fuertes y gruesos de la ciudad, creyendo que en ella estaría a salvo. Sin embargo, siendo superados en número por los atacantes y muerto el intendente, los españoles tuvieron que capitular. Al tomar la alhóndiga, el ejército insurgente asesinó unos doscientos soldados y ciento cincuenta más que se hallaban refugiados en el edificio (De la Torre, 982).

La ocupación de la ciudad de Guanajuato, por parte de los insurgentes, fue el inicio de una serie de victorias que los llevó a ocupar ciudades tan importantes como Valladolid (hoy Morelia), Toluca y llegar a la antesala poniente de la ciudad de México: la Sierra de las Cruces. En ese sitio el ejército de Hidalgo propinó una de las peores derrotas a los realistas, pero por razones que son desconocidas, el generalísimo decidió volver a la capital de Michoacán.

A su regreso a la capital michoacana, los insurgentes fueron atacados por el ejército español, al mando de Félix María Calleja del Rey, en Aculco. La Batalla de Aculco dejó bien claro que los insurgentes no estaban en condiciones para hacer frente al ejército español. Las deserciones fueron cuantiosas y fueron capturados unos seiscientos elementos del Ejército Insurgente, armamento de los rebeldes y otras pertenencias. Teniendo en cuenta la situación, los insurgentes se dividieron y el grueso de las tropas se volvió con Allende a la cabeza rumbo a Guanajuato; mientras apenas un puñado regresó con Hidalgo a Valladolid. Hidalgo pudo obtener apoyo financiero de la Iglesia y la adhesión de varios centenares de jinetes e infantes; no corrió la misma suerte Allende, que tuvo que abandonar Guanajuato con rumbo al norte para reunirse con Abasolo y Aldama en San Luís Potosí.

A estas alturas, los simpatizantes de los insurgentes ocupaban otras ciudades en todo el territorio de Nueva España. Rafael Iriarte controlaba León, Aguascalientes y Zacatecas. Luis de Herrera y Juan de Villerías ocupaban San Luis Potosí. En Toluca y Zitácuaro estaba Benedicto López. José María Morelos ya había unido a los calentanos de Michoacán y México a la guerra; mientras que Miguel Sánchez y Julián Villagrán controlaban el Valle del Mezquital, en el norte de la intendencia de México. Guadalajara fue tomada por José Antonio Torres el 11 de noviembre de 1810, luego de haber ocupado el sur de Jalisco y la región de Colima. Las provincias norteñas como Texas, Coahuila y Nuevo León también se habían sumado a la causa insurgente.

Mural en la alhóndiga de Granaditas. Representa la cabeza de Hidalgo en una jaula

Habiendo abandonado los insurgentes las principales plazas tomadas apenas unos días después del inicio de la guerra, éstas fueron recuperadas por el ejército virreinal. Esto ocurrió entre noviembre de 1810 y los primeros meses de 1811. El 17 de enero de 1811, los insurgentes sufrieron una escandalosa derrota, nuevamente a manos de Calleja, en la Batalla del Puente de Calderón, que

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