La Pena De Muerte

La pena de muerte es la sanción más grave y antigua de la historia. La misma ha producido un gran debate o discusión a nivel mundial. La pena capital se basa en la ejecución de un condenado por parte del estado, como castigo por un delito establecido en la legislación. Existen varias formas de ejecutar a un condenado, silla eléctrica e inyección letal son los métodos más populares hoy día.

La ejecución de criminales y disidentes políticos ha sido empleada por casi todas las sociedades en un momento u otro de su historia. El propósito principal es castigar el crimen y suprimir la disensión política. Actualmente el uso de la pena de muerte ha sido abolido en casi todos los países europeos, en América, Canadá y la mayoría de países latinoamericanos la han abolido completamente. Estados Unidos de América, Guatemala y la mayoría de los estados del Caribe la mantienen en vigor, y Brasil la contempla como castigo en situaciones excepcionales. En Asia la pena de muerte está permitida en democracias como Japón e India. En África, se aplica aún la pena de muerte en democracias como Botswana y Zambia. Aunque podemos reconocer un movimiento internacional de detener esta práctica, todavía en Estados Unidos de América existen casos donde se aplica dicho castigo y lo peor de todo es que muchos de los convictos son realmente inocentes de los delitos que se le imputaron.

Un caso interesante para analizar referente a este tema es el caso del puertorriqueño Juan Meléndez que permaneció inhumanamente 17 años, ocho meses y un día tras las rejas, por un crimen que nunca cometió. A través de este debate judicial podemos palpar todas las irregularidades e injusticias que se viven en el procedimiento de la pena de muerte una vez eres convicto.

Violaciones a los derechos de Meléndez se vieron durante todo el proceso judicial. Derecho a un juicio justo e imparcial fue uno de los muchos que se violentaron en el camino de juzgar al puertorriqueño. Juan Meléndez fue declarado culpable en tiempo récord por un crimen que nunca cometió. Se le acusó de haber disparado contra el dueño de una escuela de cosmetología, Delbert Baker, el 13 de septiembre de 1983, durante un intento de robo. El juicio comenzó un lunes con la selección del jurado. El martes, el jurado ya formado por 11 personas blancas y un afroamericano, recibió las instrucciones sobre cómo comportarse en el juicio. El miércoles, la fiscalía presentó sus pruebas, todas circunstanciales y vagas. El jueves, el juicio concluyó y el jurado entró a la etapa de deliberación. Esa misma tarde ya había se había tomado una decisión y lo declararon culpable. El viernes, el juez lo sentenció a la pena de muerte.

A Meléndez se le violaron múltiples derechos civiles en el proceso de enjuiciamiento. Primero, hubo discrimen racial por el pelo que llevaba Juan al momento del asesinato. Segundo, toda la evidencia era circunstancial y de poco peso para llegar a la decisión de emitir un voto de culpabilidad más allá de duda razonable y sentenciar a ese convicto a la pena de muerte. La Fiscalía tenía otros documentos que demostraban la veracidad de las declaraciones de los testigos que admitían haber cometido el crimen. Pero ni los documentos ni la confesión del verdadero asesino, que había sido grabada, fueron empleados como evidencia de defensa en el juicio, debido a que las autoridades aparentemente querían proteger al verdadero autor del crimen, un informante de la policía.

Tres veces la Corte Suprema de Florida le confirmó la condena de Juan Meléndez durante los procesos de apelación que se extendieron largos años. Sin embargo, en septiembre del 2000, dieciséis años después de su condena se descubrió una transcripción de una confesión grabada del verdadero culpable del crimen quien había declarado su responsabilidad

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