La Perdida De La Unidad Nacional En Chile

Entre 1891 y 1920, Chile vivió la pérdida de su unidad nacional, que se debió principalmente a una profunda crisis moral y religiosa, que dieron origen a un problema llamado cuestión social, que hoy todavía no ha sido solucionado.

Luego del fin de la guerra del pacifico en 1884, la clase dirigente del país tenían un gran optimismo acerca del futuro de Chile, como lo dice el autor: “¿Cómo una clase unida, rica, victoriosa o muy luego reconciliada con la victoria, una clase de total e indiscutida hegemonía sobre la vida, una clase que presidía un país en plena afluencia económica, no iba a sentirse optimista?”. Sin embargo había un problema y el líder radical, Enrique Mac Iver se dio cuenta de que los chilenos en general no eran felices, en esos tiempos la confianza se había convertido en temor y las expectativas en decepciones, y el presente no era satisfactorio y el futuro del país era incierto. Durante estos años el progreso en Chile se detuvo, y esto tuvo variadas causas, empezando por la decadencia de la clase dirigente (burguesía y aristocracia), la crisis moral, los errores educacionales, la imitación a modelos extranjeros y la riqueza fácil y efímera venida con el caliche.

La unidad nacional es un sistema de valores fundamentales y como dice el autor: “un país no puede subsistir perdida su unidad nacional”, Chile a partir de “los locos años 70” empezó a perder su tan valiosa unidad nacional, teniendo como causa principal la mayor transformación de orden moral que sufrió Chile desde la Independencia, y esta transformación moral, en donde se perdió la moral religiosa ,afecto a la vida de las personas en todos los aspectos, como la familia, la religión y el trabajo.

La unidad nacional en el cambio de siglo (1891-1920) se perdió y el quiebre de esta unidad tuvo distintas causas. Todo se debe a que, desde que finaliza el régimen portaliano y comienza la republica liberal, comienza a haber un cambio en la moral religiosa. La generación de 1825 formo a una gran cantidad de jóvenes irreligiosos, como los destacados hermanos Matta, Diego Barros Arana, Aníbal pinto e Isidoro Errazuriz, y estos jóvenes más tarde iban a dirigir el país, es decir la aristocracia y la burguesía fueron perdiendo la fe y así la moral y la unidad nacional fueron decayendo junto con la clase dirigente. Los irreligiosos, ya sean agnósticos, comtianos o ateos comenzaron a dominar tanto en la política, como en la enseñanza, literatura y ciencia, influyendo así sobre gran parte de la población, y esta crisis tanto moral como religiosa hizo que Chile se detuviera.

La primera causa de la irreligiosidad de la generación de 1825, fue que la enseñanza y la práctica religiosa adquirieron un carácter superficial y rutinario( algo parecido a lo que pasa hoy en día en muchos colegios o instituciones católicas), así los jóvenes perdieron el interés por la religión y se volvieron kantianos sin saberlo, estos mismos jóvenes iban después dirigir el país. Un ejemplo de esto se puede apreciar en Martina Barros, quien fue criada rezando en la casa o en la iglesia, y leyendo libros de devoción, y terminó odiando la religión, aunque finalmente, ya más anciana volvió a ser cristiana, al no encontrarle sentido a su vida.

La segunda causa fue que la iglesia se metió mucho en la política, especialmente a favor de la fusión liberal-conservadora, y se descuido de cumplir su misión de evangelizar y así contribuyo al quiebre de la unidad nacional. Como dice el historiador Gonzalo Vial. “El distanciamiento político con la iglesia, si añadimos una fe debilitada, arrastro a muchos desde la tibieza o superficialidad en la religión hasta el agnosticismo o ateísmo sin embozos”. Incluso hasta los propios conservadores perdieron la fe.

La tercera causa fue el problema del epicureísmo y la fe, muchos escaparon de la ética cristiana, para así poder disfrutar sin ningún problema de la riqueza y placeres corporales, como por ejemplo Isidoro Errazuriz, quien llevó una vida muy desordenada. Muchos miembros de la clase alta perdieron la moral al perder la religión.

La cuarta y última causa de esta generación de hombres irreligiosos fue

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