La Primera Gran Epidemia

La población nativa del continente americano desconocía muchas de las enfermedades que los habitantes del viejo Continente tenían. Por eso, cuando entraron en contacto con ellos, no tenían defensas naturales, lo que ocasionó muchas epidemias y muertes.

Cuando Cortés llegó a México-Tenochtitlán por segunda ocasión, en 1520, uno de sus hombres era portador de la viruela. Muy pronto, la epidemia se extendió. Entre octubre y diciembre de ese año, murió el 40% de la población de la ciudad. Los aliados indígenas de Cortés también la padecieron.

Sin duda, este fenómeno facilitó la Conquista, pues redujo de manera sensible el número de habitantes y dejó enfermos y débiles a otros tantos que se sumaron a los muertos en batalla.

Sin embargo, no todos piensan lo mismo ya que también se dice que no fueron ni los negros ni los españoles quienes trajeron esa enfermedad sino ocho indígenas que COLÓN (no Hernán Cortés) llevó a España para enseñarles el idioma, las culturas y las tradiciones. La viruela llegó en el segundo viaje de Colón atierra americana. Los nativos americanos fueron inmediatamente contagiados por ser una de las poblaciones susceptibles a ese padecimiento.

Se agrega que en esos tiempos la viruela ni el sarampión eran enfermedades contagiosas o de alto riesgo entre adultos, solo entre los niños.

Sin embargo, la viruela produjo graves problemas y/o daños a la población indígena, que no había tenido contacto con esta enfermedad con anterioridad. Estos ocho indígenas desembarcaron en islas caribeñas, donde la enfermedad devastó a las poblaciones aborígenes.

Por la relevancia de esta enfermedad en la guerra de los españoles contra los aztecas existen argumentos para suponer que hubo las condiciones ambientales propicias de ese momento para causar su impacto decisivo en el destino de la historia de mexicana, pues Hernán Cortés destruyó el imperio azteca con la ayuda de la viruela la que al igual que sus 550 hombres desembarcaron en el puerto de Veracruz en 1519.

Tres años después habían muerto de entre 2 a 3.5 millones de indígenas a causa de la viruela desconocida en América, esto coincidió con el inicio de la fundación de la primera ciudad española en México sobre las ruinas de la gran Tenochtitlan.

Durante una década hubo señales de cambio que llegaron al Imperio azteca, una lengua de fuego iluminó los cielos, un templo se incendió, un cometa cruzó el firmamento en una tarde clara, las aguas del lago de Texcoco de pronto hirvieron en un día tranquilo. Los temores de los aztecas se agravaron en 1517 pues mensajeros provenientes del Sur de México informaron del arribo a Yucatán de hombres blancos procedentes del mar que pelearon con los mayas y los derrotaron.

Al año siguiente un recaudador de impuestos regresó de la costa del Golfo de México y explicó a Moctezuma de los trueques realizados con hombres que navegaban por el mar en torres aladas, cuyas armas vomitaban llamas de muerte, estas torres saladas eran las naves de Juan de Grijalva a quien el gobernador de Cuba, Diego Velázquez envió para explorar la costa de esa península mexicana. Moctezuma se convenció de que estos sucesos anunciaban el retorno de Quetzalcóatl vino a la tierra como rey-sacerdote barbado y de piel blanca expulsado al oriente por Tezcatlipoca dios del cielo nocturno y prometió volver un día para reclamar su trono. La idea de que Cortés era Quetzalcóatl obsesionaba a Moctezuma, tanto que finalmente permitió a los españoles entrar a Tenochtitlán como huéspedes y sin pelear.

Cortés fue afortunado desde el principio, su osada decisión de colonizar México y fundar la Villa Rica de la Veracruz excedía al mandato de Diego de Velásquez en un acto de seguridad, quemó sus naves para evitar la deserción de sus soldados antes de emprender su histórica marcha de Veracruz a Tenochtitlan el 16 de agosto de 1519. Cortés con 350 hombres y la Malinche o doña Marina su intérprete asesora y amante.

El conquistador adquirió a esta brillante y noble dama como ofrenda de paz tras una pelea con los naturales de la costa de Tabasco. Con rumbo a Tenochtitlán doña Marina ayudó a Cortés a establecer alianzas con los súbditos descontentos enemigos de la tiranía azteca.

Una alianza clave para la conquista de Tenochtitlán la realizó con los tlaxcaltecas pueblo independiente que resistió con tenacidad al dominio azteca derrotados por Cortés en septiembre de 1519, los tlaxcaltecas se le unieron como aliados y desempeñaron un papel fundamental en la derrota azteca.

En Tenochtitlán Moctezuma con preocupación vigilaba los movimientos de Cortés le envió emisarios con oro y joyas con promesas de más si desistía de entrar en la cuidad. No obstante estos regalos sólo estimularon la codicia de los españoles y cuando se acercaron a la capital azteca, Moctezuma se preparó para recibirlos, el encuentro con Cortés se realizó el 8 de noviembre de 1519 en una de las calzadas que comunicaban a Tenochtitlán con tierra firme. En presencia de miles de súbditos Moctezuma dio la bienvenida Cortes como si se tratara de Quetzalcóatl para gobernarlos. Los españoles se alojaron en el palacio de Axayácatl el emperador intercambió visitas con Cortés y dispuso que los españoles hicieran un recorrido por Tenochtitlan la cual era una de las ciudades más deslumbrantes del mundo. Los visitantes se maravillaron de los mercados pero se horrorizaron de los templos con las paredes manchadas con la sangre de los sacrificios humanos. No obstante la buena voluntad de Moctezuma Cortés desconfiaba y percibía el odio de los aztecas que los superaban en número, la codicia española por el oro alimentó la hostilidad y convenció a Moctezuma de que Cortés no era Quetzalcóatl.

El conquistador Cortés en desventaja tomó a Moctezuma como rehén pero en lugar de asegurar la sumisión de los aztecas acabó con la escasa confianza que tenían en su débil emperador. En un intento desesperado por aplacar a los españoles Moctezuma les entregó el tesoro del palacio de Axayácatl lo que lo alejó más de su pueblo pero sin saciar a los conquistadores.

Cortés temía a Moctezuma pero otra circunstancia exigía su presencia en Veracruz en donde un ejército español de más de 1 500 hombres

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