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La Republica


Enviado por   •  29 de Abril de 2015  •  2.126 Palabras (9 Páginas)  •  113 Visitas

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nformación en el ensayo científico. Justamente la efectividad de adjetivos como

“patética y plástica fatalidad” que se refieren a la identidad del mexicano, denotan la

muy criticable visión subjetiva del autor. La profundidad poética de una “afirmación

que se abre el pecho,” en principio, no tiene cabida en un análisis científico, pues como

toda metáfora (por muy acertada que parezca) no tiene un referente empírico preciso.

El sentido de las expresiones sin referente empírico exige al menos una

explicación de pie de página, si no es que una clara exposición del motivo que lleva a

usar metáforas, adjetivos u oraciones sobresalientes para el autor.1

Pero este problema

que parece tener una simple solución técnica, tiene un trasfondo amplio en los estudios

de comunicación social.

La hermenéutica sociológica tiene en Shutz (1962) un exponente magistral del

problema de los significados que juegan en la comunicación social. Su propuesta nos

permitirá aclarar el problema de a quién nos dirigimos cuando escribimos un ensayo. El

convencimiento de los lectores con un texto supone antes que nada compartir símbolos,

para Shutz (1962) estos símbolos son recreados a propósito en la dinámica social que él

denomina “contexto objetivo de significación”. Dentro de este contexto, los individuos

se comunican sobreentendiendo muchos elementos de su vid

histórica y geográficamente (como ya Weber lo había señalado respecto al objeto de

estudio de la sociología: el sobreentendimiento de la acción socialmente significativa).

Entre los analistas del fenómeno literario, uno de los principales problemas

discutidos es el de la distinción entre ficción y realidad. El enfoque más conocido por

los especialistas es el de Bakhtin (1982), quien criticó fuertemente el hecho de que la

representación de las culturas se hiciera sólo con la voz de un autor, es decir, que tanto

en las novelas realistas como en las etnografías un narrador hablara por todos. Este

autor propone, -en la búsqueda del realismo-, un proceso dialógico que permita la

expresión de todas las voces (como fuentes), sin que desaparezca el autor como voz

persuasiva. Otros autores como Lienhard (1993) señalan que la distinción entre ficción

y realismo no viene de una posición autoral, sino de “una especie de pacto que estipula

las condiciones de su lectura de un texto” (1993: 515) Este pacto, que también es

sobreentendido (a través del paratexto: título, prólogo, notas), establece la verosimilitud

de la ficción literaria y la veracidad del realismo etnográfico.

En las ciencias sociales, la discusión sobre la distinción entre realidad y ficción no

ha sido menos tortuosa. Desde los años ochenta, un movimiento que se define como

“textualista” ha desarrollado la discusión grandemente. Debido a que estos antropólogos

se concentran en la redacción de textos como una “celebración egocéntrica y nihilística

del etnógrafo como autor, creador y consumidor de lo otro”, pasan por alto la ubicación

del autor en el contexto político, social, cultural e individual, es decir, en medio de los

campos de fuerza, poder y privilegio que supone la producción y el consumo de los

textos (Polier y Roseberry 1989: 2).

Es importante señalar que los antropólogos posmodernos han propuesto que el

autor sea más sensible sobre su papel como escritor - constructor de hechos sociales.

Esta propuesta parte de la preocupación reciente sobre el consumo de discursos

identitarios porque, -como Friedman (1992) ha escrito-, “el discurso académico es tan

mítico como el popular porque es un discurso de identidad”. Se trata de un discurso

que reconstruye el pasado por que tiene una función política en el presente para

determinados grupos que se identifican étnicamente, práctica que Friedman define como

mitologización.Iberofórum. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana.

Año VII, No. 13. Enero- Junio de 2012. Dossier.

pp. 230-240. ISSN: 2007-0675.

Universidad Iberoamericana A.C., Ciudad de México. www.uia/iberoforum

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Dossier

El rigor del juego discursivo: el paratexto político

El carácter político de la producción y el consumo de los textos puede ser mejor

explicado en la perspectiva gramsciana que Bourdieu (1975) ha puesto en su teoría de

los campos culturales. En el campo simbólico de la literatura igual que en el campo de

la ciencia social, los símbolos son predeterminados por un lenguaje común, -un código-,

siempre autorizado en última instancia por la comunidad de literatos consagrados o

científicos del más alto nivel que los validan, vigilan su cumplimiento y su legitimidad,

como señala Bourdieu, son los “signos de distinción” que los dominantes hacen notar,

para diferenciarse, en la lucha contra los aspirantes al control hegemónico del campo

simbólico.2

Los aspirantes, en cualquier campo cultural, cumplen el papel de herejes, son los

que hacen propuestas arriesgadas, los que intentan nuevas técnicas y nuevos modelos,

pero que son denostados y seleccionados dentro de los canales políticos establecidos en

“el juego” que todos validan al competir dentro de él.

En la lucha por el capital simbólico se establecen, en nuestro caso para la

redacción de ensayos, los rigores del paratexto, pero también el fundamento epistémico

de la narración. El descubrimiento es una parte medular de la escritura de ensayos como

de las narraciones literarias. Aunque los hallazgos científicos son la base de las

revoluciones científicas, estas son formalmente ubicadas en el proceso investigativo “en

campo”. Sin embargo, y como señaló Kant en la Crítica de la razón pura (1781), el

descubrimiento viene de un proceso mental basado en “juicios sintéticos” (a priori).

Este proceso mental puede entenderse mejor si seguimos la triada metodológica

propuesta por Bonfantini y Proni (1989).

En el análisis de Estudio en escarlata de Conan Doyle, Bonfantini y Proni

señalan que aunque Sherlock Holmes basa sus comentarios a la policía en la

observación de hallazgos concretos, -los rastros de un asesino-, siguiendo el método

inductivo, esos comentarios son

...

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