La Revolucion Mexicana

La revolución devora a sus hijos

Francisco I. Madero pagó sus debilidades frente al ejército y los personeros de la dictadura; Bernardo Reyes, Félix Díaz y Victoriano Huerta, azuzados y alentados por el embajador norteamericano Henry Lane Wilson, dieron el golpe de Estado; las tropas de Félix Díaz detuvieron y asesinaron a Francisco I. Madero y a Pino Suárez el 23 de febrero de 1913. Francisco Cárdenas y Rafael Pimienta cometieron el asesinato por órdenes de Victoriano Huerta, Blanquet y Mondragón.

“El cuartelazo dice Manuel Márquez Sterling ha sido absurda conjura de gente rica, de industriales omnipotentes, de banqueros acaudalados y de comerciantes favoritos que ansían su fetiche y labran sin saberlo su ruina”.

El Pacto de la Embajada, o de Canallas, desconoció al gobierno de Madero, y Lascuráin lo presentó en la Cámara de Diputados, antes de que Madero y José María Pino Suárez salieran del país, como se había convenido.

El propio Lascuráin, para demostrar la brevedad del poder, asumió la presidencia por minutos, para nombrar, poco después, a Victoriano Huerta secretario de gobernación y, de ahí, presidente. Abraham González también fue detenido por órdenes de Huerta y asesinado por tropas federales, mediante un tren que le hicieron pasar por encima.

Poco después, Emiliano Zapata se rebeló contra Huerta; el 30 de mayo de 1913 modificó el Plan de Ayala y nombró la Junta Revolucionaria del Centro y Sur de la República. En los primeros meses de 1914 dominaba Morelos, Puebla y Guerrero, y el 20 de julio de 1914 el Ejército Libertador del Sur llegó a las puertas de la Ciudad de México, en Milpa Alta.

El gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, signó el Plan de Guadalupe el 26 de mayo de 1913, en el que desconoce los poderes federales y regionales y se nombra primer Jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del poder ejecutivo.

Los firmantes del Plan de Guadalupe fueron Francisco J. Múgica, Lucio Blanco, Alfredo Breceda, Jacinto B. Treviño. Los generales constitucionalistas se apoderaron de Sonora, mientras que los triunfos contra los federales estuvieron liderados por Álvaro Obregón, Salvador Alvarado, Manuel M. Diéguez, Juan Cabral, Plutarco Elías Calles y Benjamin Hill.

Francisco Villa regresó del exilio y, en marzo de 1913, inició una campaña militar contra Victoriano Huerta y Orozco en Chihuahua. Con la División del Norte, unos 10 mil hombres tomaron Torreón el 3 de octubre de 1913. Después, los huertistas lo retomaron y Villa lo recuperó el 2 de abril de 1914. Francisco Villa y sus dorados tomaron San Pedro de las Colonias, Paredón, Ramos Arizpe y Saltillo, y el 28 de julio de 1914, la capital de Zacatecas, que era el mayor dominio de Victoriano Huerta, el usurpador.

La Revolución mexicana tenía un carácter popular por los ejércitos, cuyá base eran los campesinos y los obreros. Era popular debido a las demandas consagradas en los diferentes planes, los cuales constituyeron el fundamento ideológico y político de la Revolución. Así pues, su ideología estaba en sus líderes populares.

Francisco Villa se distinguió por su forma de pelear y su pensamiento político:

Su sistema de pelear es asombrosamente parecido al de Napoleón: sigilo, rapidez de movimientos, adaptación a sus planes al carácter de terreno y de sus soldados, establecimientos de relaciones estrechas con los soldados rasos, creación entre el enemigo de una supersticiosa creencia en la invencibilidad de su ejército y en que la misma vida de Villa tiene una especie de talismán que lo hace inmortal (John Reed).

En su pensamiento político destacaba su interés por la educación; cuando fue gobernador en Chihuahua, Francisco Villa creó un sinnúmero de escuelas, y los niños de la calle fueron enviados a internados. Por su naturaleza de guerrero pertinaz, Francisco Villa sabía que el sostén de la dictadura de Porfirio Díaz era el ejército y por ello soñaba con transformarlo. A John Reed le habló de este sueño:

Cuando se establezca la nueva República, no habrá más ejército en México. Los ejércitos son los más grandes apoyos de la tiranía. No puede haber dictador sin su ejército. Pondremos a trabajar al ejército. Serán establecidas en toda la República colonias militares, formadas por veteranos de la Revolución. El Estado les dará posesión de tierras agrícolas y creará grandes empresas industriales para darles trabajo.

Según narra Paco Ignacio Taibo II, Villa no estaba convencido de las circunstancias de la propiedad de la tierra en el norte, ni del reparto agrario de las grandes haciendas. “No quería que sus combatientes se volvieran campesinos”.

Por otro lado, Venustiano Carranza envió a Adolfo de la Huerta, Juan Sánchez Azcona (secretario de Madero) y el capitán Alfredo Breceda para que Francisco Villa conociera y firmara el Plan de Guadalupe. El caudillo lo firmó y sólo discrepó con Carranza, en forma premonitoria, con respecto a que el jefe de la zona norte fuera Álvaro Obregón. Paco Ignacio Taibo II cita las palabras de Villa: “No comprendía yo entonces por qué había de ser jefe de todos nosotros dicho señor”.

La exigencia de Venustiano Carranza provenía del área de influencia de los ejércitos que le eran afines, mismos que dominaban Nuevo León, Tamaulipas y Veracruz, mientras Pablo González y otros generales dominaban Monterrey, Monclova, Tampico, San Luís Potosí y Querétaro.

Álvaro Obregón dominó Sonora, Sinaloa, Tepic y Colima, y en Querétaro se juntó con los ejércitos del noroeste de Pablo González. La presencia de Villa estaba en Torreón, San Pedro de las Colonias, Saltillo y Zacatecas; la de Emiliano Zapata, en Morelos y Milpa Alta, a las puertas de la capital.

Después, Victoriano Huerta huyó del país, Álvaro Obregón tomó la capital y, el 20 de agosto de 1914, Venustiano Carranza desfiló con sus tropas.

La Revolución comenzó a devorar a sus hijos pues el Pacto de Torreón demostró las diferencias entre Carranza y Villa (quien fue obligado a reconocer como primer jefe a Venustiano Carranza), definió las fuerzas y aplazó los enfrentamientos militares. Carranza bloqueó el carbón que necesitaba Villa para avanzar a la capital y éste se preparó para combatirlo.

Por otra parte, las divisiones internas del zapatismo, los miembros de la Casa del Obrero Mundial, Zapata y los líderes de Morelos, así como Manuel Palafox, impidieron el arreglo con Carranza, quien a su vez no estaba dispuesto a compartir el poder con los zapatistas.

El 10 de octubre de 1914, en la ciudad de Aguascalientes, se reunió la convención con el afán de pacificar el país; fue presidida por Antonio I. Villarreal, quien era favorable para Carranza. La convención tenía dos vicepresidentes: José I. Robles

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