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La Romanización De Britania


Enviado por   •  15 de Diciembre de 2012  •  3.476 Palabras (14 Páginas)  •  429 Visitas

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4.La romanización de Britannia

En la última parte del trabajo que estamos desarrollando debemos estudiar uno de los aspectos de la expansión romana, la romanización de Bretaña, basándonos en un texto de Tácito y con el apoyo de alguna imagen. Antes de entrar en ello, haremos un resumen de lo que entendemos por romanización, y miraremos de condensar sus características fundamentales para enmarcar correctamente el caso particular de Britannia, que es un tanto peculiar.

➊Entendemos por romanización el proceso por el cual1Roma hace que los territorios que conquista adopten su modus vivendi. Se matizará más adelante esta definición inicial, pero de momento nos es útil para empezar a trabajar2. Se trata de un proceso gradual, global, algunas veces voluntario, muchas veces impuesto, que tiene como objetivo último la asimilación, en sentido amplio, de los que llegarán a ser -si todo va bien- nuevos habitantes de pleno derecho del Imperio. Y decimos “imperio” porque es en esta época cuando tales procesos adquieren su verdadera dimensión e importancia. Efectivamente, la expansión romana empezó “desde siempre”, los etrusco, latinos, sabinos,... y tantos otros pueblos de las inmediaciones de Roma pueden dar fe de ello. Pero la expansión en tiempos de la República tiene un marcado carácter militar, de simple “conquista” de territorio, de llevar el limes un poco más allá, hasta conseguir un espacio vital suficientemente seguro para el desarrollo propio de Roma. Pero a partir de César, y aún más, de Augusto, la expansión toma tales vuelos que es imposible limitarse a la mera conquista de territorio, que no podría mantenerse manu militari, y lo que se inicia es una auténtica “incorporación”del territorio y de sus pobladores.

Porque, no hay que olvidarlo, la romanización no se hace sobre un territorio despoblado (salvo en contadas ocasiones...) sino que hay en él unas pobladores con su cultura (entendida esta de manera amplia) previa. Por tanto, hay una confrontación inevitable entre esas culturas y la propiamente romana, que conducirá a una asimilación de la “dominada” por la “dominante”. Habrá, evidentemente, contagios culturales mutuos (el caso etrusco es paradigmático) pero en general, el llamado “modelo difusionista” piensa que esa relación entre culturas en interacción será muy unidireccional. Ya hemos comentado (ver Nota 22) lo que dijo Virgilio en La Eneida, L. VI, 851-853, y no hay mucha ambigüedad posible cuando dice “imponere”...

El modelo difusionista no es la única manera de acercarse a la comprensión del proceso de romanización. La historiografía de finales del Siglo XIX y principios del XX, empujada por las“aventuras” imperialistas europeas en diferentes escenarios3-África, China,...- llega a hablar de un “imperialismo romano”,lo que debe hacerse, evidentemente, salvando todas las distancias, quizás la más importante la derivada de los diferentes sistemas económicos, especialmente el capitalista, inexistente en el mundo Romano.

Más recientemente4, el modelo difusionista empieza a ser sustituido/matizado/complementado por otros conceptos más complejos, menos unívocos, que tienen en cuenta las diferencias entre los distintos procesos de romanización, las diferentes intensidades de esta-romanización “relativa”5-,la permeabilidad / impermeabilidad de diferentes capas de la sociedad... Así, aparecen en escena la aculturación, el contacto de culturas, el cambio cultural...como elementos descriptivos e interpretativos más flexibles, dejando claro que si se romanizaron muchos pueblos, estos también dejaron su huella en Roma. Y de esta manera se intenta encontrar también una explicación a los diferentes tempos que tuvieron las intervenciones romanas en diferentes territorios (Hispania y Galia, dos ritmos de conquista muy diferentes) motivados por las diferentes resistencias de todo tipo -las culturales entre ellas- encontradas. También esta manera de enfocar las cosas logra explicar los diferentes resultados obtenidos. Por ejemplo, Hispania, que ha costado tanto conquistar / pacificar, experimenta una romanización muy profunda, llegando a dar al imperio romano alguno de sus emperadores.

Con el habitual pragmatismo que caracteriza desde siempre a Roma, esta adaptó sus intervenciones en los territorios conquistados a las características geográficas, culturales, políticas... de cada uno, por lo que es difícil hablar de romanización en general sin entrar en el detalle de cada caso6. Sin embargo, se puede distinguir una línea de actuación que, convenientemente adaptada a cada caso como decimos, subyace en todos ellos.

Evidentemente, la primera acción suele ser una conquista, una ocupación, mayoritariamente por vía militar, y en algunos casos, por algún tipo de tratado, más o menos impuesto. Una vez iniciada así la integración del territorio, que ya inicialmente tiene importantes consecuencias (creación de tropas auxiliares con los habitantes indígenas, impacto económico y social de los campamentos grandes/estables -germen de muchas ciudades actuales-),dicha integración continúa en su vertiente administrativa(creación de la provincia) y se dota lo más pronto posible de una buena comunicación terrestre y/o marítima con carreteras, puentes, puertos,... La urbanización necesaria para dar soporte administrativo y logístico a lo anterior cristaliza en la creación de colonias o de municipios, que derivan en muchos casos hacia núcleos urbanos -nuevos o remodelados- con buenas dotaciones de infraestructura, monumentales, etc, teniendo bastante que ver en ello el fenómeno del evergetismo estudiado anteriormente en este trabajo.

En paralelo y simultáneamente con esta integración del territorio, se va produciendo la integración de sus habitantes en la estructura social, política y económica del imperio. El mecanismo por el que se concede la ciudadanía romana de pleno derecho a personas individuales y a colectividades (por ejemplo, Vespasiano concede el ius latiia los habitantes de Hispania, un primer paso hacia la plena ciudadanía) se convierte en un mecanismo clave para atraer a esas personas hacia el entorno romano en general. El proceso puede decirse que culmina con Caracalla, que en el 212 d.C. concede la ciudadanía romana a todos los habitantes del imperio.

Con ambas líneas de actuación, los territorios y sus habitantes recién anexionados por Roma se van integrando de manera eficaz en las estructuras generales del imperio y en sus costumbres, y acaban siendo tan romanos como los romanos “de siempre” (aunque con matices, y siempre teniendo en cuenta que son las capas sociales más altas las que más profundamente se romanizan7, o, al menos, las primeras que lo hacen) El objetivo de Roma se ve pues así cumplido en las dos vertientes que más interés le suponen:

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