La URSS, las democracias populares y la China comunista
Enviado por bessy • 11 de Octubre de 2012 • Trabajo • 1.237 Palabras (5 Páginas) • 674 Visitas
La URSS, las democracias populares y la China comunista
Los últimos ocho años de la vida de Stalin, hasta su muerte en 1953, señalaron el apogeo de su prestigio personal dentro y fuera de la Unión Soviética, al capitalizar en su figura el sufrimiento del pueblo ruso durante la guerra y el protagonismo del Ejército rojo en la victoria sobre el III Reich. En el interior de la URSS, el reforzamiento del liderazgo de Stalin facilitó la reconstrucción acelerada del país a partir de nuevos sacrificios impuestos a la población. El objetivo prioritario era relanzar la industria pesada, pues la Guerra Fría exigía una rápida modernización de las Fuerzas Armadas y hacía si cabe más acuciante la superación del atraso económico de la URSS respecto a los países industrializados del mundo occidental. Entre las principales realizaciones asociadas al IV Plan quinquenal estará la fabricación de los primeros tanques T 54, que pasarán a la historia por su papel en la represión de la rebelión húngara de 1956, y de los aviones a reacción Iliuchin 28 y Mig 15. En todo caso, con el IV Plan y, sobre todo, con el V Plan quinquenal, la economía soviética dio un salto de proporciones históricas. Los 70 millones de toneladas de petróleo de 1954 doblaban la cifra de 1946. La misma evolución se aprecia en la producción de acero y electricidad. Sólo la agricultura tenía grandes dificultades para recuperar su nivel de producción de la preguerra. Por otra parte, el éxito de la primera prueba nuclear soviética en 1949 pondría de manifiesto el rápido desarrollo alcanzado por la investigación científica aplicada a la industria de guerra, pues aunque en el programa nuclear soviético trabajaron inicialmente doscientos cincuenta científicos alemanes, el plan de formación de técnicos y especialistas soviéticos -cuatro millones de nuevos licenciados y diplomados entre 1948 y 1955- permitió a la URSS disponer de un capital humano inagotable, cuya cualificación se pondría a prueba con éxito en los grandes desafíos tecnológicos de la Guerra Fría (Miquel, 1999, 45-46). El talón de Aquiles de la economía soviética, como denunciaría años después Kruschef, seguirá siendo la agricultura, y así lo fue, seguramente, hasta la desaparición de la URSS.
Entre las consecuencias que el fin de la guerra tuvo en la política interior rusa hay que destacar los movimientos de población derivados de los cambios fronterizos de la posguerra y de la absorción por la URSS de nuevos y viejos territorios, como los antiguos Estados bálticos. Sólo de estos últimos fueron deportadas a la Rusia asiática más de medio millón de personas, contingente al que hay que sumar varios cientos de miles de habitantes de otras repúblicas, como Ucrania y Georgia, cuya población era sospechosa de complicidad con los nazis. Además de esta represión masiva e indiscriminado, hubo una persecución más selectiva, al viejo estilo de las purgas de los años treinta, dirigida contra intelectuales, ingenieros, médicos -proceso de las "batas blancas" de 1952y cuadros del partido. Los judíos tuvieron también una parte muy destacada entre las víctimas de las últimas purgas estalinistas. Las cifras de deportados de todo tipo en Siberia, en la red de campos de concentración conocida como Archipiélago Gulag, oscilarían, según las fuentes, entre cuatro millones y doce millones de personas en vísperas de la muerte de Stalin.
La evolución de los países del centro y Este de Europa sometidos a la ocupación soviética dependió en parte de circunstancias internas, como la tradición política anterior a la guerra, el arraigo del comunismo y el protagonismo partisano en la liberación, principalmente en Yugoslavia. Sólo en Checoslovaquia y Bulgaria el Partido Comunista tenía un respaldo social significativo, en este último caso debido en parte al enorme prestigio del
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