La arqueología del saber.
Enviado por Mauricio Hoyos Gómez • 7 de Mayo de 2016 • Ensayo • 1.052 Palabras (5 Páginas) • 239 Visitas
SEGUNDO INFORME DE LECTURA
LA ARQUEOLOGÍA DEL SABER
INTRODUCCIÓN
DE: MICHEL FOUCAULT
POR: MAURICIO ANTONIO HOYOS GÓMEZ
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
FACULTAD DE ARTES
MAESTRÍA EN HISTORIA DEL ARTE
SÉPTIMA COHORTE
TEÓRIA Y CRÍTICA DE ARTE I: ARTE Y SOCIEDAD
PROFESOR: JAIRO MONTOYA GÓMEZ
MEDELLÍN
MAYO DE 2016
La arqueología del saber. Introducción
De: Michel Foucault
La obra Arqueología del Saber, del filósofo francés Michel Foucault, se publicó por primera vez en 1969. En ella el autor establece un tratado metodológico que da a conocer lo que denomina ‘arqueología’ o ‘método arqueológico’, un método analítico que de manera implícita había empleado en sus escritos anteriores; asimismo, se constituye en el único trabajo explícitamente metodológico de Foucault y en el cual se sintoniza con una tendencia de ese momento que era renovar la manera de concebir la historia y de registrarla. Sentado este precedente, se presenta a continuación una revisión de los aspectos abordados en el capítulo introductorio de la mencionada obra.
En un principio el autor menciona cómo desde hace décadas los historiadores han centrado su atención en los largos períodos y cómo para realizar ese análisis disponen de algunas herramientas elaboradas por ellos, de una parte, y adquiridas, de otra. Dichas herramientas han hecho posible distinguir en el campo de la historia diferentes capas sedimentarias; los sucesos lineales, que hasta entonces habían constituido el objeto de la investigación, se sustituyeron por lo que el autor denomina un “juego de desgajamientos” en profundidad.
Menciona posteriormente cómo detrás de aquellas grandes historias de los gobiernos, las guerras y el hambre, subyacen otras historias a veces imperceptibles, sencillas, mas no carentes de importancia. Surgen entonces unos cuestionamientos tradicionales que se ven reemplazados en adelante por interrogantes de otra índole, preguntas que no se referían a continuidades o cambios, sino a permanencias y estabilidades.
Luego, enuncia cómo tradicionalmente en aquellas disciplinas que se denominan historia de las ideas, de las ciencias, de la filosofía, del pensamiento, de la literatura, que en muchas ocasiones pasan desapercibidas en el trabajo del historiador y sus métodos, la atención se ha desplazado de las vastas unidades que se describían como ‘épocas’ o ‘siglos’, hacia fenómenos de ruptura; y afirma posteriormente cómo se trataba entonces de detectar la incidencia de las interrupciones, cuyo estatuto y naturaleza son diversos.
Más adelante, despliega toda una serie de interrogantes sobre una nueva manera de concebir la historia, para concluir posteriormente cómo la historia del pensamiento, de los conocimientos, de la filosofía, de la literatura, parece multiplicar las rupturas y buscar todas las irregularidades de la discontinuidad; mientras que la historia propiamente dicha, la ‘historia a secas’, como la denomina en algún momento, parece borrar, en beneficio de las estructuras más firmes, la irrupción de los acontecimientos.
Acto seguido, destaca la importancia de la revisión del valor del documento y cómo desde que existe una disciplina como la historia se ha recurrido a ellos como medio de indagación para reconstruir el pasado, sobre lo que decían y si era cierto, confiable. Igualmente, habla sobre cómo la historia ha cambiado su concepción sobre el documento, pues ya no se le considera como un recurso silencioso e inerte por medio del cual esta trata de reconstruir los acontecimientos, sino como aquel que trata de definir unidades, conjuntos, series, de construir relaciones en el propio tejido documental.
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