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La conquista del Perú


Enviado por   •  11 de Octubre de 2012  •  Ensayo  •  1.568 Palabras (7 Páginas)  •  510 Visitas

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Las enormes extensiones del continente permitieron y obligaron a guerras de movimientos que recorrían distancias sorprendentes. Los ejércitos fueron siempre pequeños, rara vez combatieron en una batalla más de 7.000 hombres por bando, y con frecuencia no llegaron a los 2.000. No aparecieron estrategas excepcionales, aunque Bolívar tuvo la muy afortunada iniciativa antes mencionada, y San Martín fue un jefe muy apreciable. Entre los prohispanos destacaron Morillo y el virrey Abascal, del Perú.

En su mayoría, las batallas fueron poco sangrientas. El mayor número de víctimas se produjo seguramente en matanzas de civiles y prisioneros, emprendidas por Bolívar. Todavía en 1822 el general Sucre, masacró a la desafecta población colombiana de Pasto ("ciudad infame y criminal que será reducida a cenizas", se la amenazó), dejando 400 muertos, sin exceptuar mujeres y niños. Asimismo hubo matanzas de indios que tomaron partido por España, y las revueltas de Hidalgo y Morelos cometieron atrocidades. En general, los proespañoles observaron una conducta más moderada, sin faltar actos brutales, los peores cometidos por los llaneros de Boves, que asesinaron a un alto número de blancos criollos.

El absolutismo reimplantado por Fernando VII convirtió la renuencia de muchos americanos a separarse de España en simpatía por la idea, mientras que la vuelta al constitucionalismo provocó reacciones parecidas, y ambas cosas dieron mayor popularidad, al principio escasa, a la independencia.

Un aspecto llamativo fue el odio frenético contra los españoles. Bolívar afirmaba a un inglés: "El objetivo de España es aniquilar al Nuevo Mundo y hacer desaparecer a sus habitantes, para que no quede ningún vestigio de civilización (...) y Europa solo encuentre aquí un desierto. (...) Perversas miras de una nación inhumana y decrépita". El imperio constituía "la tiranía más cruel jamás infligida a la humanidad", España había "convertido la región más hermosa del mundo en un vasto y odioso imperio de crueldad y saqueo". Llamó a "destruir en Venezuela la raza maldita de los españoles (...) Ni uno solo debe quedar vivo". Panegiristas de Bolívar siguen tomando esa guerra de exterminio por "su mayor timbre de gloria". Santander ordenó asesinar a 36 oficiales españoles presos, previamente indultados por Bolívar: "Me complace particularmente matar a todos los godos (españoles)", dijo. Un presente que le recordó el indulto fue también fusilado sobre el terreno. Campo Elías, lugarteniente de Bolívar y nacido en España, declaró: "La raza maldita de los españoles debe desaparecer. Después de matarlos a todos, me degollaría yo mismo, para no dejar vestigio de esa raza en Venezuela". Dado que todos ellos eran españoles "de raza", se trata de una actitud realmente grotesca. Era la herencia de Las Casas y de la Ilustración francesa.

No menos grotesca suena su pretensión de heredar la América precolonial. El poeta José Joaquín Olmedo, llamado por los suyos "el Homero americano" –no sin alguna exageración– califica a los españoles, sus progenitores, de "estúpidos, viciosos, feroces, y por fin supersticiosos", mientras caracteriza a los independentistas como herederos legítimos de los incas. Los criollos solían explotar a los indios, los cuales, desde luego, no se llamaron a engaño, y rara vez apoyaron a sus sedicentes libertadores; y una vez lograda la independencia, la actitud criolla no mejoraría: que en Méjico arrebataron a los indios las tierras que les había garantizado la corona, y en Argentina, como en Usa, los indios fueron expulsados y a veces exterminados deliberadamente, lo que nunca se había hecho antes. El chileno Francisco Bilbao, autor de nada menos que El evangelio americano, que sirvió de texto escolar, resumió la cuestión: el progreso de América consistía en desespañolizarse. El argentino Domingo Sarmiento y otros lamentaban que América no hubiera sido colonizada por los daneses o los belgas, con lo cual ellos mismos no habrían llegado a existir. Se celebraba la pronta dispersión del idioma en dialectos y lenguas nuevas, al modo del latín. Con ironía involuntaria, Bolívar declamó en su célebre discurso de Angostura, en 1819: "Uncido el pueblo americano (por España) al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud".

Todo ello tuvo un coste muy elevado: la civilización creada por España quedó en buena parte derruida, y el sentimiento moral se vino abajo, sustituido por derroches de retórica entre ilustrada y revolucionaria; el proyecto megalómano de unir el continente de habla hispana en una "Gran Colombia" naufragó enseguida entre buen número de nuevas naciones poco fraternas entre sí, y una sucesión de guerras civiles y golpes de estado (algo no disímil de lo que ocurriría en la ex metrópoli). Bolívar escribirá: "No confío en el sentido moral de mis compatriotas", y a Santander: "No es sangre lo que fluye por nuestras venas, sino vicio mezclado

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