La gran Autobiografía Botticelli contenido historico
Enviado por Sofía Farro • 7 de Noviembre de 2017 • Ensayo • 1.897 Palabras (8 Páginas) • 242 Visitas
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INFLEXIONES DE UN ARTISTA SANDRO BOTTICELLI 1445-1510
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Mi Nombre es Alesandro Di mariano Filipepi. Hoy mi intención es introducirlos a mi “mundo”, esperando retratar con real exactitud mis vivencias en una época colmada por grandes cambios culturales, sociales, políticos, artísticos, religiosos, científicos y por descubrimientos que marcarían la historia para siempre.
Para comenzar, naci en el año 1445 en Florencia, era el menor de cuatro hermanos, mi padre Mariano filipepi era un artesano, de profesión curtidor, de origen humilde, vivíamos cerca de grandes mataderos y curtiembres de nuestro pueblo. Como buen hermano menor, yo era el más inquieto y curioso, por lo cual recibía mi correspondiente castigo alguna vez que otra cuando resonaban al unísono las voces de mis padres: SANDROOOO...!
Nos reuníamos en una fogata junto a mi padre donde nos contaba historias maravillosas, a pesar de no tener estudios era un hombre muy inteligente y por sobre todo poseía una ingeniosa habilidad para hacer de la realidad un gran relato. Unas de las historias que aún llevo en mi memoria es sobre un extraño y gigantesco invento que podía plasmar las palabras que salían de nuestra boca, con el tiempo descubrí que se refería a la aparición de la imprenta en 1450 al despertar de la información masiva, luego el relato de un joven emperador que provenía del oriente con un ejército de 200.000 hombres, (numero que nuestras mentes no alcanzaban a imaginar) cuyas ansias de conquista vislumbraban ser imparables y logra derrocar “al último emperador romano”. Cuento relacionado a la caída de Constantinopla en 1453. El mundo estaba en plena transformación, de alguna manera los hechos ocurridos perfilaban un cambio aun mayor en cuanto a conocimientos y dogmatismos medievales, la sociedad, el comercio y el pensamiento evolucionaban sin un límite aparente.
A los diez años mi gusto y pasión por el arte y el dibujo eran innegables. Un día me encontraba ayudando en los quehaceres del hogar y mi padre me sorprende con un libro...Mis ojos se llenaron de lagrimas, no logre emitir sonido alguno, pues mi alma se iluminaba de alegría, era “LA DIVINA COMEDIA” de Dante Alighieri, ningún hombre podría considerarse culto en esos tiempos sin haber conocido a DANTE. Si bien era una obra con una connotación religiosa dejaba entrever el cambio que se avecinaba, la ingeniosa mezcla de personajes mitológicos y religiosos marcarían mi sello como artista y a toda una época de movimiento cultural, donde el hombre es el protagonista, rodeado de belleza, armonía y simetría, la naturaleza y la cultura resurgirían tal cual el ave fénix de sus cenizas, para cambiar nuestra visión de las cosas.
Esa metamorfosis de aquel niño a la adultez era cada vez más vertiginosa acorde a los cambios ya mencionados, y con ello debían llegar las responsabilidades, ciertamente no me interesaban los estudios formales. Mi pasión por las artes rumbeaban mi vida hacia otros lugares que no eran habituales para mi familia. Sin embargo, ante mi reticencia a los estudios mi padre decide enviarme a aprender el arte de la orfebrería. Primero fui aprendiz de un oficio antiquísimo, que consistía en darle un valor artístico a ciertos metales preciosos. Fue ahí donde aprendí de Botticello, pseudónimo que modificaría y adoptaría para toda mi vida en su honor, SANDRO BOTTICELLI. El oficio me enseño el arte minucioso del tallado aprendizaje que utilizaría más adelante en los detalles de mis pinturas. Gracias a que mi querido padre accede a mis deseos y atiende mis reclamos artísticos decide enviarme esta vez al taller de Fray Filippo Lippi, de este maestro adquirí la mayor de las influencias, formas tridimensionales, la delicadeza expresiva en los rostros y los gestos, los detalles decorativos y un estilo íntimo a los que les agregaría mi personalidad. Al culminar mi formación establecí mi propio taller y fui miembro de una importante sociedad de artistas de la ciudad de Florencia la Cofradía de San Lucas. Me ganaba el pan realizando proyectos religiosos, encargos para la iglesia, en ese momento los artistas se disputaban el siguiente encargo importante, uno de los mecenas y protectores más importantes era Lorenzo di Medici, el cual con una sola palabra podía hacer florecer o derrumbar una carrera artística. Durante nuestras reuniones en la sociedad un colega me propone exponer mis trabajos a los Medici, donde Giuliano me encarga mi primer trabajo de muchos para la familia. Este fue un estandarte para una justa en honor a una joven, por la cual los hermanos poseían una gran admiración debido a su belleza y su aceptación en la corte fue más que inmediata. El estandarte debía contener una imagen de la joven, por lo cual tendría que conocerla. Simonetta vespucci arriba a la ciudad junto a su esposo Marco Vespucci emparentado con el gran navegante Americo Vespucci, para convertirse en la representación viviente de la belleza renacentista y en mi musa inspiradora, así como la de todos mis colegas, no existía pintor ni escultor que no quisiera inmortalizar su belleza. Lorenzo “El Magnífico” se convierte en mi mecenas y protector que de alguna forma extraña entendía la pasión que sentía por la pintura, dándole rienda suelta a mi libre expresión, un poco alejadas de las convenciones de la época. Uno de mis trabajos más importantes para la familia fue “El nacimiento de Venus” para el cual Simonetta fue mi figura principal, tal como DANTE exaltaba la figura de Beatriz convirtiéndola en su guía durante su viaje al paraíso, ella guiaba mi camino en la tierra, no encontré belleza tal que quisiera volver a retratar que no fuera la suya.
Fueron los años más felices y prósperos de mi querida Florencia, enriquecida por el gobierno de Lorenzo, donde el arte brotaba e inundaba la ciudad tal flor en primavera desprendiendo su aroma envolvente. “La Adoración de los Magos”, “La Primavera”, “Venus y Marte”, “La Fortaleza”, fueron algunas de mis obras más emblemáticas. La convocatoria del Papa Sixto IV a plasmar mi sello en la recientemente construida Capilla Sixtina del Vaticano era uno de los máximos honores, planteaba la idea de dejar mi ciudad natal por un tiempo, a lo cual accedí luego de que aquella belleza incomparable que tanto cautivo mi inspiración, bruscamente abandonara la vida terrenal, a su corta edad de 23 años, Simonetta vespucci seria un icono de nuestra época. Mientras tanto las familias más acaudaladas se disputaban el poder y el dominio de Florencia, los Medici no pertenecían a una familia de gran linaje o grandes ancestros ni de una nobleza feudal, comenzaron como simples comerciantes y banqueros que abrieron sus horizontes y hábilmente se colmaron de riquezas, logrando mantenerse durante años como gobernantes de la ciudad, propulsores de todo un movimiento cultural, protectores de escritores, sabios y artistas. Ganaron demasiados enemigos acorde crecía su popularidad y riqueza, las tensiones por el poder eran cada vez más tangibles, hasta el punto de intentar borrar con sangre su dinastía, tal es el caso de Giuliano di medici asesinado en plena misa por los Pazzi, sus eternos rivales.
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