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La inflación en España


Enviado por   •  21 de Marzo de 2013  •  2.482 Palabras (10 Páginas)  •  277 Visitas

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La inflación figura en España -en opinión común y general de consumidores, empresarios y economistas- como uno de los males que configuran el crítico momento que vivimos, acompañada por el creciente desempleo y el bajo nivel de actividad de la población. Conocer las características y causas de la intensa inflación española constituye una condición necesaria para definir una estrategia que trate de reducirla, una tarea de vital importancia para superar la crisis económica que padecemos. A este doble propósito -exponer las características y causas de la inflación y diseñar una estrategia para combatirla- responden dos trabajos escritos por el Equipo de Coyuntura Económica que dirige el profesor Fuentes Quintana y del que forman parte el profesor Lagares Calvo y los economistas Julio Alcaide Inchausti, José García López y Miguel Valle Garagorri. En la elaboración de estos trabajos sobre la inflación ha colaborado -al igual que en los dos precedentes dedicados al estudio del desempleo- el profesor José Luis Raymond. Características de la inflación española

• Lo es también en cuanto ese cambio de tendencia nos recuerda las poderosas características que definen nuestra inflación y que a me nazan con volver con algo más que las décimas de mayo en los meses que vienen.

• Cuatro características concurren en la inflación española, de las que deriva su fuerza y su gravedad:

• Su magnitud: una inflación de dos dígitos, que si para el índice general se sitúa en el 15,7% en mayo, alcanza para los componentes no alimenticios el 17,9% y el 18,5%, cuando se excluye el sumando anómalo de la vivienda.

• Su carácter irreductible en el grupo de precios que se forman con mayor libertad en el mercado: vestido y caIzado, vivienda (excluidos los alquileres), menaje y servicios del hogar se encuentran prácticamente estancados en altos niveles desde finales de 1978 (20,3% de tasa de crecimiento anual en diciembre, 20,2%, tasa de crecimiento anual en mayo de 1979).

• Su duración: la inflación española no se ha creado en dos días, es un producto madurado en muchos años. Cuando esto ocurre, la sociedad propende a adquirir una inercia inflacionista que prepondera a largo plazo y que debe combatirse con perseverancia merced a amargas y duraderas políticas de demanda (con medidas moneta-rias y fiscales), costosas y diariamente contestadas.

• La gravitación inflacionista que ejerce la estructura productiva. Cuando se analiza el comportamiento diferencial de los precios por sectores (véase gráfico 1) se comprueba que la intensidad del proceso inflacionista ha venido de los servicios, sector con peso creciente en nuestra economía (un 50% del PNB se origina en el mismo), seguido de los productos industriales; tan sólo los productos alimenticios y la vivienda -sectores de menor eco productivo- registran desviaciones negativas. La propia estructura productiva, con la importancia creciente de los servicios y la industria, determina a largo plazo un deslizamiento de la economía española hacia la inflación.

Esas características acentúan la dificultad de vencer la inflación a corto plazo. La inflación constituye un problema muy serio, y su solución reclama un horizonte muy superior al esfuerzo de un año y al exclusivo convencimiento y compromiso del Gobierno. La política antiinflacionista debe basarse en una estrategia que actúe sobre las causas que producen el crecimiento de los precios, sostenida con perseverancia por el convencimiento de la sociedad.

La actual inflación española: causas

Es un hecho indiscutible que la crisis económica que padecemos se ha manifestado en una nueva inflación cuyas causas explicativas difieren de las inflaciones del basado.Por su magnitud, por su persistencia, por su difusión mundial, por su compañía (paro y desequilibrio exterior), la inflación actual es un fenómeno nuevo y distinto. Un fenómeno que no puede atribuirse a una sola causa, sino a múltiples asociadas a las características que determinan el funcionamiento del sistema de economía mixta de los países occidentales. Cinco son las causas que deben retenerse como fundamentales:

• Los cambios en los precios relativos de materias primas y productos estratégicos. La variación del precio de cualquier bien no se registra hoy como una variación aislada: trasciende y amplifica su influencia sobre el nivel general dé precios. Samuelson ha afirmado que una ley sobre cualquier otra domina el comportamiento de los precios: «La inflación microeconómica de determinados bienes -sea alimentación, productos energéticos o en cualquier otro sector de la economía- se niega a continuar siendo microeconómica.» Las presiones alcistas de precios en un sector determinado tienden a perturbar la estructura de precios relativos y a aumentar el nivel general de precios. La escasez relativa de un bien o un producto eleva así el índice de inflación. La resonancia inflacionista de toda alza de precios está hoy garantizada. El sistema económico es sensible a la inflación: los estímulos inflacionistas que recibe los acentúa y extiende, no los amortigua y limita.

Esta característica de la inflación contemporánea no es inevitable, Puede tratarse por la política económica. Es cierto que existen alzas de precios que, por alterar precios relativos fundamentales, como el de la energía, deben reconocerse por los países en función de la escasez de sus recursos, aceptando las elevaciones impuestas por el mercado internacional cuando se correspondan con la limitación de los recursos nacionales. Estas elevaciones de los precios de los productos estratégicos no deben minorarse por medidas artificiales, pero tampoco deben exagerarse en ningún caso. Practicar, por ejemplo, una política compensatoria con los precios de los productos energéticos constituye un error tan grave como implantar un terrorismo energético no justificado por el mercado que trate de encubrir con medidas espectaculares, debilidades o ausencias de la política económica en otros campos -como en los del gasto público, la imposición, o la financiación de la economía-, en los que la política económica debe estar presente y no huir ante sus responsabilidades y deberes.

Sin embargo, no todas las elevaciones de precios de productos concretos poseen el valor imperativo para aceptarse como inflación. Cuando así ocurra, resulta claro que la apreciación del tipo de cambio, las modificaciones arancelarias a la baja, la supresión de intervencionismos, trabas y rigideces existentes en los mercados constituyen medios utilizables que la política económica debe emplear para reducir la amplificación de las alzas de precios singulares. Es importante acentuar el interés de lograr que esa amortiguación de los efectos inflacionistas se consiga instaurando y no negando la competencia

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