La lucha entre los insurgentes

En el verano de 1814 un grupo de insurgentes que obedecían a Juan Nepomuceno incendió el poblado de San Andrés por venganza a las acciones de su enemigo pero, tiempo después las fuerzas de Rosáins fueron derrotados en  la batalla del cañón de Jamapa.

Los ejércitos que también se enfrentaban a las tropas de Rosáins también eran insurgentes ya que los conflictos entre insurgentes se habían quedado desde la muerte de Morelos aunque en realidad habían empezado desde antes y las razones de sus divisiones eran muchas, en algunos casos ideológicas, la ambición de los dirigentes por ejemplo el virrey José de Iturrigaray había sido acusado de pretender querer coronarse, Verduzco y Jose Maria Liceaga acusaron a Rayón de opresor y de negarse a compartir el poder.

No todos los que querían independencia y autogobierno estaban de acuerdo con los mismos motivos. Algunos deseaban hacer la negociación de diferentes maneras.

Aunque las diferencias por un momento parecían borrarse para unirse en un proyecto en el que algunos políticos y militares tuvieron que hacer cesiones con el objetivo de conseguir la independencia y finalizar las guerras civiles.

Allende participo en proyectos conspiratorios y proindependistas. Allende le había mandado dos cartas a Hidalgo después de la derrota en Aculco, donde en ellas le reprochaba a Hidalgo, buscar solo su seguridad, ser egoísta, que le había perdido la confianza, le pedía apoyo de tropas para la defensa de Guanajuato.

Allende declaro su relación con Hidalgo, empezando con la lealtad o no hacia Fernando VII porque Allende lo consideraba como el principal objeto de la rebelión y por eso decidió envenenarlo pero al final no pudo hacerlo. Bustamante dijo que se debía a que Hidalgo se mostraba duro y cruel entre los que lo rodeaban haciéndose insufrible a si mismo.

Otros problemas con Hidalgo fueron porque dispuso de todos los caudales, por liberar a los presos e incorpóralos al ejército, aprobar los saqueos, por no combatir en desorden y la indisciplina en las tropas, por aceptar a todo tipo de gente en la lucha y su acusación más fuerte fue que Hidalgo de apodero del mando político y militar desde el principio. Allende durante la guerra impidió robos y saqueos, se podía fugar porque tenía suficiente fuerza para abrir las esposas pero no lo llevó a cabo porque tal vez lo alcanzara el indulto.

Hidalgo culpó a Allende de haber decidido los asesinatos en Matehuala. Empeoro el resentimiento hacía él por haberlo expulsado del mando y por no tomarlo en cuenta en los sucesivo. Fue amenazado por el mismo Allende y algunos otros de su facción de que se le quitaría la vida si no renunciaba al mando en Allende y desde ese momento la facción “contraria” no dejo de observarlo e incluso había escuchado que se le mataría si se separaba el ejército. Siendo esto la declaración por parte de Hidalgo de que estaban divididos por asuntos de poder y de mando.

La idea de quitarle el mandó a Hidalgo había sido iniciado desde tiempo atrás y la causa fue que aprovecho el disgusto de la oficialidad del ejercito con Hidalgo por sus malas disposiciones.

La propuesta de poner a Hidalgo como jefe fue por Felipe González y para que esto no fuera objetado dijo que debía de llevarla a cabo un eclesiástico de luces y, probidad y reputación. Riaño considero que el talento, carácter y nombraría de Hidalgo harían más vigorosa y formidable la revolución.

Allende se incomodó por varias cosas pero se resolvió por ahí porque fuera Hidalfo el que llevara la voz y el mando. A Allende lo valoraban más las mujeres y sus compañeros de los regimientos que la gente que se unió a ese ejército.

Después de la derrota de Aculco, Hidalgo y Allende se separaron con eso, cada uno experimento las glorias a la jefatura, causa por la que compitieron y a pesar de su rivalidad no solo fueron acreedores de la pena de muerte sino que también, actualmente comparten el sepulcro donde descansan sus restos.

Consideraban a Morelos heredero inmediato de Miguel Hidalgo por haber sido comisionado por él en Indaparapeo aunque la sucesión directa le correspondía en realidad a Rayón al haberse convertido primero en secretario del gobierno americano y principal asesor de Hidalgo; por haber continuado al lado de los principales jefes hasta su separación

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