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Las mujeres en la revolucion Francesa


Enviado por   •  18 de Mayo de 2016  •  Documentos de Investigación  •  3.544 Palabras (15 Páginas)  •  320 Visitas

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Universidad Autónoma de zacatecas

“Francisco García Salinas”

Las Mujeres En la revolución Francesa

Alumna:

Amaranta Valle Guzmán,

Doctora: Emma julia Garibaldi Chávez

Materia: Psicología y Género

Grupo: 8c1

Justificación:

Este tema resulta muy importante hoy en día ya que gracias a todo lo que fue la lucha de las mujeres es que las mismas han logrado obtener cargos políticos, empleos, estudio y mejores sueldos entre muchos otros beneficios, Nuestra campaña decidimos realizarla en una secundaria, la García salinas el motivo por el que decidimos hacerla ahí fue porque consideramos que los jóvenes que se encuentran en una etapa donde adquirir este tipo de conocimiento les es muy grato ya que es muy importante que conozcan mas sobre la historia y todo lo que realizaron las mujeres para conseguir lo que hasta ahora en día se tiene. Mostraremos la historia de los logros de las mujeres y también las que participaron en la revolución Francesa de una forma muy personal. La practica realizada fue con alumnos de primer año, lo que hicimos fue exponerles el tema y desarrollar una dinámica en la cual metimos preguntas a unos globos y ellos tenían que romperlo y contestar la pregunta que venía dentro, Nos pareció una buena técnica para así poder captar su atención y hacer un poquito más ameno el tema.

INTRODUCCIÓN:

Además también se mostrara lo que paso la mujer, para poder tener lo que las mujeres tenemos hoy en día " Los Derechos de la Mujer" ya que en la antigüedad la mujer solo servía para el cuidado y educación de sus hijos. Por lo que en el desarrollo de esta Historia, la mujer, decide que ya no será tratada así, sino que sus historias cambiarían drásticamente y dejaría de preocuparse solo de los labores de hogar, sino que también de su propio estudio y trabajo. Hoy la Historia de las Mujeres no es ninguna novedad, incluso en algunos ámbitos se puede decir que la literatura sobre los estudios de género es abundante. En cambio en los manuales escolares de historia la presencia de las mujeres es aún muy escasa. Por ello, para hacer visibles a las mujeres en la Historia, fue que decidimos realizar la campaña con este tema.

DESARROLLO:

Todo comenzó con la carta que fue enviada en la que las mujeres exigían ser tratadas por igual, exigiendo principalmente sus derechos, la cual se presenta a continuación:

Petición de las mujeres del Tercer Estado al Rey, 1 de enero de 1789.

Señor: En un tiempo en el que los diferentes Órdenes del Estado se ocupan de sus intereses, en el que cada uno trata de hacer valer sus títulos y sus derechos; en el que los unos se atormentan por recordar los siglos de la servidumbre y de la anarquía, mientras que los otros se esfuerzan por librase de las últimas cadenas que les atan aún a un imperioso vestigio de feudalidad, las mujeres, continuos objetos de admiración o del desprecio de los hombres, las mujeres, en esta común agitación, ¿no podrán también hacer oír su voz?. Excluidas de las Asambleas Nacionales por leyes demasiado bien cimentadas para contravenirlas, ellas, Señor, no os piden permiso para enviar sus diputados a los Estados Generales, pues demasiado bien saben cómo el favor contaría en la elección y cómo les sería fácil a los elegidos no respetar la libertad de los sufragios. Preferimos, Señor, poner nuestra causa a vuestros pies, y no queriendo obtener nada más que de vuestro corazón, es a vuestro corazón al que dirigimos nuestras quejas y confiamos nuestras miserias. Las mujeres del Tercer Estado nacen casi todas sin fortuna; su educación está totalmente olvidada o, incluso, es de baja calidad. Consiste en enviarlas a una escuela cuyo maestro no sabe la primera palabra de la lengua que enseña, y permanecen en ella hasta que saben leer el Oficio de la Misa en francés y las Vísperas en latín. Una vez conocidos los principales deberes de la religión, se las enseñan a trabajar, eso a la edad de los quince o dieciséis años, en que pueden ganar cinco o seis sueldos al día. Si la naturaleza les ha negado la belleza, se casan, sin dote, con desgraciados artesanos, vegetan penosamente en las provincias y dan la vida a los niños que no están en condiciones de criar. Si por el contrario nacen hermosas, sin cultura, sin principios, sin idea de moral, se convierten en presas del primer seductor, cometen una primera falta y vienen a París a ocultar su vergüenza, acaban por perderla totalmente y mueren víctimas del libertinaje. Hoy que la dificultad de subsistir fuerza a miles de ellas a vender su conciencia, que los hombres encuentran más cómodo comprarlas por un tiempo que conquistarlas para siempre, las mujeres a las que una feliz inclinación lleva a la virtud, las que desean instruirse ... o han superado los defectos de su educación y saben de todo un poco, aunque sin haber aprendido nada, las mujeres que tienen una grandeza de alma ... y a las que se llama “beatas”, se ven obligadas a entrar en religión ... o se ven obligadas a ponerse a servir ... Muchas veces por el hecho de nacer mujeres son desdeñadas por sus padres que se niegan a casarlas para concentrar su fortuna en la persona de su hijo al que destinan a perpetuar su nombre en la capital; porque es bueno que Su Majestad sepa que nosotras también tenemos nombres que conservar. Así, si la vejez les sorprende solteras, la pasan sufriendo y son objeto del desprecio de sus parientes más cercanos. Para obviar tantos males, Señor, nosotras pedimos: que los hombres no puedan, bajo ningún pretexto, ejercer los oficios que son patrimonio de las mujeres, como costurera, bordadora, modista, etc. ; que se nos deje, por lo menos, la aguja y el huso y a nosotras no nos entrará nunca la manía de usar el compás y la escuadra. 4 Pedimos, Señor, que vuestra bondad nos proporcione los medios para hacer valer los talentos de que nos haya provisto la naturaleza, a pesar de las trabas que no cesan de poner a nuestra educación. Que Vos nos asignéis los cargos que puedan ser ocupados por nosotras, que nos ocuparemos de ellos tras haber superado un examen severo, después de informaciones seguras sobre la pureza de nuestras costumbres. Pedimos ser ilustradas, poseer empleos, no para usurpar la autoridad de los hombres, sino para ser más estimadas; para que tengamos medios de vivir en el infortunio y que la indigencia no fuerce a las más débiles a formar parte de la legión de desgraciadas que invaden las calles y cuyo libertinaje audaz es el oprobio de nuestro sexo y de los hombres que las frecuentan. Deseamos que esa clase de mujeres lleve una marca distintiva. Hoy en

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