Las negociaciones para acabar la Guerra Fría Mijail Gorbachov

Las negociaciones para acabar la Guerra Fría

Mijail Gorbachov, que acababa de cumplir 54 años, era

hijo de campesinos y había ascendido gracias a su esfuerzo

y a su inteligencia, hasta que Andropov lo sacó de la

administración provincial para convertirlo en el miembro

más joven del politburó. Estaba preocupado por el elevado

gasto de la política de rearme, que en Rusia consumía del

15 al 17 por ciento del PNB (contra un 6-7 por ciento en

Estados Unidos)(1), así como por los costes del imperio

europeo y de las ayudas a países como Nicaragua, Camboya,

Angola o Etiopía, sin olvidar los de la guerra de

Afganistán. Disminuir los costes del imperio y conseguir el

retorno a negociaciones de distensión y desarme eran pasos

necesarios para disponer de los recursos con que mejorar la

situación interior de la Unión soviética sin necesidad de

abolir el sistema vigente, porque estaba convencido de que,

con todos sus defectos, el socialismo era más justo y

equitativo, mejor para la gente común. Pero necesitaba

realizar reformas muy serias en la economía y cambios a

fondo en el terreno político para que el sistema pudiese

continuar en funcionamiento. Cambios que comenzaron por una

campaña para eliminar los dirigentes corruptos, tanto en la

administración central soviética, como en las repúblicas,

echando a cientos de secretarios regionales del partido.

Pretendía incitar a los dirigentes de la Europa del este a

que hicieran otro tanto, lo cual escucharon éstos como un

mero discurso ceremonial de inauguración de un mandato, tal

1 «Ningún otro país del mundo –escribía Chernyaev en su diario- gasta

tanto en armas, en cifras per capita, como nosotros, excepto tal vez

los países en vías de desarrollo a los que inundamos de armas sin

obtener nada a cambio».

2

como había venido sucediendo desde los tiempos de la

desestalinización.

Convencido de que la distensión y el desarme eran

condiciones necesarias de este proyecto, se dedicó a la vez

a la reforma política interior y a las relaciones

exteriores, en lo que alguien que trabajaba junto a él,

como Chernyaev, consideraba un esfuerzo sobrehumano. Para

colaborar con él en las relaciones internacionales escogió

a Shevernadze, que en 1985 había reemplazado a Gromyko como

responsable de estas cuestiones y que se integró en el

núcleo de los jóvenes reformadores que formaron el equipo

de Gorbachov: hombres como Yakovlev, Primakov o Chernyaev.

Sin olvidar la influencia que sobre Gorbachov ejerció su

esposa Raisa, que había realizado estudios universitarios

de sociología. Inició así una política de conciliación que

pretendía abrir la Unión soviética al mundo y acabar con su

aislamiento. Una política que la Thatcher fue la primera

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