Leocadio María Arango

Una vida de logros y de éxitos, se podría describir la historia de uno los socios y en algún momento director de la sociedad del zancudo, don Leocadio maría Arango, quien aparte de ser un empresario e impulsador del comercio, se le destaca por ser precursor de la conservación del arte precolombino. Pero que bases tuvo para alcanzar su éxito y además podría ser recordado por sus grandes labores.

Tanto el museo del oro de Bogotá y el museo de la Universidad de Antioquia tienen entre sus colecciones, gran numero de piezas precolombinas, que fueron rescatadas, de ser fundidas, perdidas y hasta destruidas, por no ser “importantes”, en una sociedad donde el conocimiento de la arqueología no florecía, y donde el interés de la cultura indígena no importaba, donde solo sobresalía el tema de la guerra política, que se vivía en el país. Y fue gracias al señor Leocadio María Arango, quien recolecto todos esos objetos precolombinos.

Esta afición lo convirtió en pionero de la conservación y valoración cultural, y no simplemente metálica, de la orfebrería y de la cerámica indígena en el país. Con el correr de los años, sus colecciones tomaron grandes proporciones, hasta el punto de formar un surtido y rico museo, conocido como "Museo de Don Leocadio", el cual lo hizo famoso en el ámbito científico internacional, donde llegaron a ser más apreciados que en Colombia. Aunque toda esta fama tuvo un punto final, cuando descubrieron que un gran numero de piezas eran falsas.

En 1912, en el Primer Congreso Internacional de Etnología y Etnografía reunido en Suiza, el doctor Seler y el profesor Von Den Stein fueron los primeros en evidenciar y denunciar como falsas las piezas que, en ese momento, se creían legitima cerámica precolombina por museos de todo el mundo. Gracias a que Julián Alzate, buen amigo de don Leocadio, al observar la ignorancia de los expertos en arqueología colombiana, comenzó una producción de cerámica “precolombina”, con muchos detalles y elementos, haciendo parecer reales y autenticas piezas. Y fue tan grande la producción y el éxito lucrativo que creo una industria familiar donde intento darles a cada pieza una excavación ficticia, donde les ensuciaba con tierra y barro fresco, haciéndoles creer a los compradores que era piezas legitimas. Así mismo Don Leocadio nunca en duda la honradez de su amigo; sin embargo, más tarde muchos lo verían como cómplice de los Alzate.

Don Leocadio y su hijo David coleccionaron el mayor número de piezas que fabrico Julián Alzate de que se tenga noticia. Gracias a la Ordenanza 29 de 1922 se evitó la salida del país de la cerámica y de las otras colecciones del museo de Arango, en las cuales estaban muy interesados varios museos, universidades y compradores particulares del exterior. Más tarde, la colección de cerámica, aves e insectos disecados (toda prácticamente obra de los Alzate) pasó a la Universidad de Antioquia, donde se conserva actualmente. La orfebrería reunida por don Leocadio, que también causó la admiración y curiosidad de los entendidos, pasó al Museo del Oro del Banco de la República en 1942, siendo la primera colección importante adquirida por esa institución.

Pero aparte del asunto de las piezas precolombina, también hay que destacar el éxito que tuvo en el ámbito económico. Después de reunir una gran y respetable capital, diversificó sus inversiones:

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