Leyendas De Los Departamentos De Guatemala
Enviado por wilvercalaca • 19 de Agosto de 2014 • 2.356 Palabras (10 Páginas) • 751 Visitas
Leyendas de Alta Verapaz
Tzultaka, “ Dios de los Cerros”
Se cree en Chahal y en Chisec, área q'eqchi', que Tz¸ltak'a se enamoró de una mujer, llamada Dominga, a quien regaló una flor en señal de compromiso para que le fuera entregada al padre de la muchacha. Cuando "la niña dio al padre la flor del Tz¸ltak'a, se convirtió en monja blanca de plata". De este modo, el padre de la Dominga se convence que es Tz¸ltak'a el que desea casarse con su hija. La muchacha se va a vivir con el Tuztaká al interior del cerro, después de realizar las ceremonias rituales correspondientes. Cuando no se llevan a cabo "las antiguas costumbres", para pedir permiso a Tz¸ltak'a, para cazar animales, cortar árboles o utilizar las fuentes de agua, el Señor del Cerro castigo al transgresor. Así, aseguran en Cahabón que un hombre llamado Juan Cajbón llegó al pueblo viniendo de otras tierras y se asentó en las tierras de la aldea Setacalcab; allí tenía buenas cosechas de maíz, frijol, chile, yuca y otras plantas, también le gustaba el lugar porque había muchos animales. Juan se puso a trabajar. Así hizo su ranchito, su roza, cosas del campo y empezó a prepararse para la caza. Entonces, un día, salió acompañado de Miguel, su hijo mayor que era el encargado de guiar a los perros por aquellos guatales donde vive el venado, los tepezcuintles y el armadillo. Pero no encontraron nada, fueron varias veces, pero no encontraron al venado, cada vez que Juan tiraba le fallaba la puntería. Sólo cazaba uno que otro armadillo.
Entonces un día se fueron a cazar el venado a como fuera; pero lo que pasaba era que Juan no quería cumplir con la costumbre de quemar candelas, copal, pom, velar una noche antes pidiendo ante el altar de Tzultak'a, el permiso para entrar en sus campos a tentar a sus animalitos, pues Tz¸ltaká que es el señor de los cerros y los valles de por aquí, los tenía bien cuidados. El tenía que hacer muchas cosas que mandaba el señor del cerro; tenía que desahumar a sus perros con copal, pom; desahumar su casa, sus armas, dormir en el suelo frente al altar y, en fin, no hizo todo lo que mandaban los antiguos, que eran mandados por el señor de los cerros. Entonces Juan y su hijo Miguel salieron muy temprano para el cerro Julgix, allí se fueron seguidos de sus dos o tres "ezentzies" de los meros perros cazadores. Miguel que llevaba los perros se metió al guatal, mientras Juan se encargaba de atajar el paso del venado. Empezó pues la carrera y los gritos de Miguel alentando a sus perros; pero todo se arruinó porque los perros no ladraron y el venado no pasó por donde Juan estaba. Pasaron las horas y Juan no quería regresar a su casa sin su hijo, pero se cansó, y pensó que Miguel había regresado sin avisarle, cuando llegó y no lo encontró, regresó al monte a quien llamaba y silbaba, incluso la gente de la aldea lo ayudó, pero no lo encontraron. Al tercer día apareció Miguel y no podía hablar. Lo entraron, lo desahumaron con copal, pom, se le rezó por último hasta que Miguel contó que cuando estaba a medio guatal llegó un patojito que no conocía y le dijo que su tata quería verlo. Lo llevó al cerro Julgix y en la entrada de una cueva se le desapareció el mandadero, sólo entonces se fue por la vereda de la cueva hasta llegar junto a un viejo, que estaba en la cueva al fondo, ahí lo esperaba un señor en una hamaca de colores muy alegres; pero al verlos bien se dio cuenta que el trenzado de la hamaca era de culebras de colores, los muebles eran animales, como armadillos y venados. Habían muchos animales como si aquello fuera un hospital. Entonces el viejo le dijo: -decíle a tu tata que deje de estar molestando a mis animalitos, vos podés ver todos heridos por ustedes; mirá que me voy a vengar. Se van a acordar de mí, les voy a mandar mis culebras si siguen molestando en mis lugares sin pedirme permiso.
Luego Miguel se enfermó y a los tres días se murió, pues resulta que ningún curandero quiso hacer nada, porque era venganza del señor del cerro de Tzultatká.
Fue en balde todo lo que hicieron. Por más que Juan ofreció riquezas a los curanderos, que en aquel lugar habían famosos, no quisieron llegar por tratarse de un caso grave. En él estaban puestos el "Dios Guarde", las manos del señor de los cerros y valles, Tzultaká".
Tzultaká, señor dueño de la cosmovisión la literatura oral- q'eqchi', tiene como su alter ego (su otro yo) la leyenda del Negro Aj K'ek. Cuentan en Senahú, que los peones q'eqchi'es, que trabajan en las haciendas de café, temen acercarse a los patios del beneficio, pues puede salirles el Aj K'ek, un hombre negro, muy grande, de aspecto feroz, que según los q'eqchi'es es hijo de las vacas con el sisimite, y que por las noches cuida, danzando y tocando tambores, que los indios no se roben los granos y los sacos de café.
El Ovni de Senahú.
Se cuenta que el 15 de junio por la madrugada ocurrió un deslave que barrió con parte de la población de Senahú, departamento de Alta Verapaz
En reiteradas ocasiones se ha verificado que durante desastres naturales o provocados, en forma inadvertida , pero certificada por impresiones fotográficas aparecen extraños objetos no identificados. No quiere decir que seres de otros mundos nos vigilen durante tales eventos, pero es reiterativo que esto suceda.
por la madrugada ocurrió un deslave que barrió con parte de la población de Senahú , departamento de Alta Verapaz. La ayuda llego desde varias partes del país y una de las instituciones.
Una misión partió de la ciudad capital el día 27 de junio con ayuda para los damnificados. Viajaban varias personas y sobre el cruce que va del camino de tierra hacia La Tinta a Senahú (al norte de la capital), existe una hermosa vista del valle del Polochic.
Entre las 10:00 y 10:30 de la mañana de ese día la cámara del Dr. Carlos Fernando Rivera Ponce, Gerente de la institución benéfica, tomó la fotografía .
El autor tomaba impresiones del paisaje y no se percato del objeto que se muestra el la fotografía. No fue si no hasta llegar de regreso a su oficina que tomo nota de lo acontecido.
LEYENDAS DE BAJA VERAPAZ.
LEYENDAS DE REZADORES DE LA NOCHE
Eran unos encapirotados que vagaban errantes por los barrios de la ciudad. La gente decía que aparecían los primeros viernes de cada mes, caminando por las orillas de las banquetas y con velas en las manos, el aullar de los perros los anunciaba, si alguien se paraba para verles, podía perder la vida, por eso los rezadores salían a representarse ante los curiosos, les entregaban una candela rogándole devolvérsela la noche siguiente;
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