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Los Gobiernos Totalitarios De La Segunda Guerra Mundial


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2012  •  2.637 Palabras (11 Páginas)  •  3.514 Visitas

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Los gobiernos totalitarios:

Según los norteamericanos, el objetivo de la Primera Guerra Mundial era consolidar la democracia en todo el mundo. Al finalizar la contienda, este fin parecía logrado: las antiguas monarquías absolutistas se habían derrumbado y el “gobierno del pueblo” se había hecho cargo del poder. Pero la situación mundial no acompañó a los nuevos gobiernos, que se deformaron en organizaciones unipartidarios: los regímenes totalitarios. La corriente predominante entre estos gobiernos de derecha la liberal - conservadora de tendencias moderadas. Sus principales características fueron: aversión a la democracia y los partidos políticos ; estructura militar de peso en el estado y la sociedad ; exaltación nacionalista traducida en la expansión territorial ; violencia ante los opositores ; racismo extremo contra etnias extranjeras ; firme antisocialismo ; glorificación de algunos elemento míticos que servirían de modelo a seguir por el pueblo.

Italia: Fue en Italia donde nació el primer gobierno de este corte. los italianos se vieron defraudados por los tratados de paz, sobre todo en los puntos referente a las colonias y los territorios austríacos. La crisis económica que siguió a la guerra produjo el fortalecimiento del partido comunista, al que se adhirieron la mayoría de los obreros. Pero las teorías socialistas también fracasaron y el vacío de poder fue ocupado por una nueva corriente político - social: el Fascio de Combattimento. El jefe de este movimiento era Benito Mussolini, nacido en 1883 en un pueblo de la Romaña. Desde joven se afilió al partido socialista, desde donde condenó la guerra en la Tripolitania (Libia) y en Turquía. Dirigió el diario del partido, el “Avanti!”, desde el cual inició una campaña revolucionaria que le valió muchos encarcelamientos. Pero al iniciarse la guerra, Mussolini atacó duramente la política pacifista de su partido, por lo que fue expulsado del mismo. Despechado, fundó el diario “Il Popolo d’Italia”, de tendencias nacionalistas. El 23 de marzo de 1923 creó en Milán una organización política propia, que muy pronto captó adeptos en todas las clases sociales: había nacido el partido Fascista. La agrupación se destacó por revivir las costumbres del imperio romano: utilizaron el haz o Fascio como símbolo de poder, al igual que otrora lo hiciesen los cónsules del Imperio Romano, y popularizaron el saludo de la mano alzada, característico de la sociedad italiana de la Edad Antigua. La nueva congregación se popularizó espontáneamente, ganado algunas bancas del Parlamento en 1919, aunque siendo superado por los socialistas. El programa fascista incluía la sanción de una nueva ley fundamental, en la que los obreros serían representados, en detrimento de la Iglesia y la monarquía. Pero la situación cambió por completo en 1920: el partido Socialista se dividió en dos grupos enemigos, y la crisis política produjo un acercamiento popular hacia la derecha. La clase media reclamaba un hombre fuerte que acabase de una vez con el sufrimiento, y Mussolini se sintió identificado. Para lograr la aceptación general, borró toda medida radical de su programa, llegando a prohibir la publicación del plan revolucionario original de los fascistas (1922). El gabinete liberal, dueño del poder, no midió las consecuencias de tamañas maniobras: el 28 de octubre de 1922, cuatro colaboradores de Mussolini arengaron a casi 50.000 “camisas negras” (nombre de las tropas de choque del fascismo) a entrar en Roma, donde se introdujeron sin encontrar resistencia del gobierno. La Gran Marcha sobre Roma, como es conocido este episodio, produjo el nombramiento de Mussolini como Primer Ministro de Italia, con lo cual tomó las riendas del poder sin ningún tipo de oposición. Sin embargo, la dictadura no se implantó en el acto: en un lapso de cuatro años, el Duce, nombre honorífico de Mussolini, suprimió las garantías constitucionales paulatinamente, y recién proclamó la autocracia el 30 de diciembre de 1926, cuando acabó con la libertad de prensa. Para ese entonces, el partido Fascista dominaba el Parlamento. Fue sólo entonces cuando Mussolini se detuvo a pensar en cuál era la ideología de su partido... y no la encontró. La política de acción continua había privado a su corporación de una organización doctrinaria. Para contrarrestar este factor, que podría ser utilizado por los opositores, se encargó de conformar un plan que englobara sus ambiciones. El nuevo programa fascista fue publicado en invierno de 1927 e implicaba la oposición a todo intelectualismo y promovía un nacionalismo belicoso, agresivo y expansionista. El estado ideal debía estar compuesto por un ejército fuerte y obediente y por una sociedad que sostuviera esos valores. Para cumplir con su proyecto, el Duce necesitaba un campo de acción donde iniciar la expansión italiana y formar su propio imperio. Italia ya le “quedaba chica” y no podía conformarse con Libia, Somalía y su poder sobre Balcanes. Entonces centró su mirada en Abisinia (actual Etiopía), último estado independiente de África. La guerra estalló el 3 de octubre de 1935. Italia fue automáticamente sancionada por la Sociedad de las Naciones, sufriendo un boycott. Pero poco importó a los italianos esta medida, ya que su posición frente a las grandes potencias era estable: Inglaterra no podía condenarla por su colonialismo debido a que ella misma jugaba ese juego ; Francia necesitaba un estado fuerte para contrarrestar el poder de Alemania en el este de Europa ; y Estados Unidos siguió con su política aislada. El 5 de mayo de 1936 las tropas italianas entraron en Addis Abeba, la capital etíope, proclamando a Víctor Manuel III emperador de Abisinia... y el boycott cesó. Las sanciones fueron levantadas y el asunto quedó en la nada. Algunas personalidades se opusieron a esta política, pero fueron barridos: Mussolini era el dueño de la Italia entera, y ostentaría este poder por casi veinte años más.

Unión Soviética: Cuando Lenin murió, en 1924, no había designado sucesor. A Trotsky se lo consideraba demasiado radical ; Kaménev y Zinoviev no estaban a la altura de las circunstancias. Fue por eso que el Soviet Supremo designó a Stalin (en ruso, acero), como el nuevo jefe de estado de la U.R.S.S. El verdadero nombre de este hombre nacido en Gori (Georgia) era José Vissarionovich Dugaschvili, fue designado secretario del Partido Comunista en 1922. Su rival más peligroso en la disputa por el poder era Trotsky, por lo que se alió con Kaménev y Zinoviev, formando la troika (triunvirato). Luego de algunas maniobras políticas, Trotsky se vio condenado a prisión, al igual que los dos aliados de Stalin, de los cuales este ya no necesitaba. Los tres detenidos se unieron en contra del nuevo dueño de la U.R.S.S., pero el poder de este era demasiado fuerte. Fueron vencidos

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