Los Jesuitas Y La Educación
Enviado por luisadrianrubio • 28 de Febrero de 2015 • 656 Palabras (3 Páginas) • 315 Visitas
Educación jesuita
El jesuita prefiere los actos a las contemplaciones, no fomenta la exageración en el ascetismo y hasta parece relegar a segundo término las prácticas inconscientes y rutinarias; pero con su sistema esencialmente depresivo de la dignidad, con su doctrina de la obediencia pasiva, forma hombres sin verdadera voluntad ni verdadero carácter, déspotas hasta la autocracia cuando mandan, humildes hasta la bajeza cuando obedecen. Como los jesuitas reducen su ideal a convertir la Humanidad en un solo rebaño regido por un solo pastor, amputan cerebralmente a las muchedumbres para quitarles la posibilidad de erguirse y emanciparse.
Con el jesuita reina la moral de apariencias, la moral que bajo una costra sana esconde un fondo enfermo, la moral de reticencias y duplicidades, la moral que se propone no tanto corregir las malas acciones como evitar o disminuir el escándalo. No importan mucho los actos de Caín, con tal de velarse con la sonrisa de Abel.
a) La educación informal
Además del sistema escolarizado, los jesuitas ejercían otros ministerios encaminados más bien a la enseñanza informal, misma que se consolidaba a través de la prédica, los sermones, la confesión, los ejercicios espirituales, las visitas a cárceles y hospitales. Los encargados de realizar estas actividades eran sacerdotes concentrados en las Casas Profesa de la compañía.
Las Casas Profesa contaban con un templo y alojaban a los sacerdotes que ya habían emitido los cuatro votos: pobreza, castidad, obediencia y el cuarto —muy importante—, la obediencia al Papa y estaban exentos de la docencia escolarizada. Otra característica de estos sitios, era que no debían poseer bienes propios, “sino que se ha de sustentar de sola limosna”,(3) razón por la cual sólo se fundaban en ciudades populosas como la ciudad de México. De aquí salían también aquellos que eran enviados a las misiones para convertir a los paganos, principalmente en la zona norte de México.
b) La fundación de los colegios
Pasados los dos años, la Compañía inició aquella tarea para la que fue convocada, “la buena educación de los jóvenes” mediante la apertura de escuelas públicas que pretendían acabar así, con la “ociosidad y los vicios” de los mismos.
En 1574 se pusieron en marcha los trabajos del Colegio de San Pedro y San Pablo, en la sede del Virreinato. Para ello solicitaron donaciones, pidiendo a quien no tuviera herederos y quisiera emplear bien sus riquezas, dispensara recursos para educar y fundar colegios y colegiaturas, se convertirían así en señores, perpetuamente, con títulos de patronazgo(4).
Debido al éxito de este centro educativo, se erigieron otros dos, el de San Bernardo y el de San Miguel, mismos que una vez transcurrido el tiempo se fundarían para dar lugar al Colegio de San Ildefonso, que más tarde sería el principal en la ciudad de México.
En casi
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