Los Tecnocratas
Enviado por Taigete • 6 de Noviembre de 2013 • 2.110 Palabras (9 Páginas) • 265 Visitas
Los Tecnócratas.
“Por ese medio sólo conseguirán impedir que se tome plena conciencia
De la verdad fundamental: de que el profeta por el que una parte
De nuestra generación suspira no existe... Nos ha tocado vivir en
Un tiempo que carece de profetas y está de espaldas a Dios"
Max Weber
El término de tecnócrata se puede aplicar a la persona que es partidaria de la tecnocracia; es decir es la persona que desempeña una función de gobierno como técnico o especialista en una materia.
Antecedentes.
El problema de la racionalidad para comprender el fenómeno de la tecnocracia bien puede estar en el eje de este intento por dar una entrada teórica a un asunto que suele relegarse al estudio de caso.
La racionalidad, como aspecto constitutivo e inspirador del proyecto moderno y como un problema esencial del mismo, es indispensable en el estudio de cualquier pretensión por vincular la razón con alguna “verdad” políticamente relevante.
Por esto, merece atención la argucia de que la Modernidad sería la búsqueda de la razón definitiva y que la tecnificación de las decisiones sería su punto final, argucia que no es otra cosa que la falsa profecía de una Modernidad que en rigor tiene poco de moderna.
La tecnocracia no parece ser sino lo contrario a una orientación fundamental, siendo otra forma más de la pérdida del sentido y de la libertad que Weber detectaba como una jaula de hierro hacia donde iba la racionalidad en el capitalismo.
Es así como la tecnocratización sólo puede desenvolverse en tanto anulación de la posibilidad de que sean los hombres los que construyan su historia.
Por esto de la contingencia es que no es raro que cada época tenga su razón. Y no es nada extraño que sus personajes afecten y sean afectados por las cuestiones del poder.
La tecnocracia representa algo así como la razón del capitalismo en su estado actual. Es la razón de la operación, de la curva de oferta y demanda, de la economía comercial, de la transacción, del individualismo construido desde el actor del intercambio.
los nuevos profetas, que prometen lo que ya es, la razón mecánica y petrificada, que luego tiñen con el rosado talante de la bella Ilustración, con la promesa de la Modernidad, esa promesa de sentido convertida en mero engranaje lleno de desencanto. La tecnocracia es la forma que ha adoptado esa esperanza y que a la vez se torna la operatoria misma de la razón petrificada. Y que ella misma es profeta que anuncia su propia llegada.
La dirección y sus recursos técnicos, su razón inexpugnable de la eficiencia y eficacia, controla los recursos bajo sus lógicas. Pero no es sólo control, es también la esperanza de que éste aumente, de que cada recurso sea crecientemente más dominado y de que no haya nada que no sea recurso. La racionalidad del capitalismo, ya autónoma, se hizo ella misma promesa del carisma propio, sentido último de una historia que perdía el sentido. La tecnocracia es el profeta de su propia Modernidad, el fundamento mecánico de un capitalismo ‘victorioso’.
Karl Marx, señalaba que hay un fenómeno que, cuando se produce, genera que las cosas más obvias sean omitidas y que diversas objetivaciones pasen inadvertidas. Llamaba a ese fenómeno ideología, falsa conciencia. La tecnocracia es hija de la Modernidad, odia y admira al Gran Proyecto que la hizo posible. Pero, ya no ritualmente (otra pérdida de lo sustantivo es la ausencia de símbolos), se la está comiendo.
Casi no hay proyecto de sociedad que no haya hecho a la Modernidad suya y que no haya hecho su proyecto como si fuese moderno. Una dialéctica en la identidad juega con la manoseada Modernidad. El orden puede alterar el producto porque el orden es el producto. Cierto es que la línea de argumentación se ve algo mecánica, tosca, pero no se puede hacer mucho: a todos nos toca algo de la jaula de hierro. La Modernidad es, en primer lugar y en términos muy formales, la autorreferencial de una época nueva frente a lo viejo ha sido asociada también a la forma cognitiva del descentramiento del mundo. Haber más ha tomado este concepto de Piaget y ha traspasado los conceptos de evolución cognitiva desde el sujeto hasta las sociedades.
A través de la idea de un descentramiento se remite al fenómeno según el cual la experiencia del propio rol en la construcción de la realidad pasa a ser tematizada. Lo dice Marx de un modo más bello y más político. Señala que la cultura resultante de fenómenos de descentramiento cognitivo (es decir, la moderna) goza de diferenciación a nivel de las categorías que permiten la labor argumentativa. Si en Platón lo bello, lo bueno y lo verdadero estaban vinculados, convergiendo sofisticadamente entre sí y relacionándose en el mundo de las ideas; en Kant lo bello, lo bueno y lo verdadero son criterios diferenciados, que merecen distinciones fundamentales.
Algunos paradigmas sociológicos han señalado que la Modernidad es el momento en que la coordinación de acciones, de manera simple, cara a cara, entra en crisis. Los criterios para coordinar acciones suponen un incremento en su racionalidad, generándose un nuevo modo llevar a cabo dicha coordinación. Se trata del impersonal modo de los sistemas de acción. Este desarrollo conduce a nuevas formas organizacionales y, entre otros, supone el surgimiento del Estado moderno y la empresa capitalista, también, el resultado de una serie de procesos como la industrialización, la urbanización y la explosión demográfica. Pero además es, si creemos en cierta inmanencia, la causa de estos procesos.
La Modernidad, la que ha estado tan próxima a nosotros, es identidad y construcción de un proyecto, hacia el futuro, donde la razón finalmente llegaría a imperar. La historia tiene sus vicisitudes, su dialéctica, pero la Modernidad espera el momento donde hayamos llegado a la razón, el momento donde no estemos equivocados, como una angustiante respuesta al ‘juicio final’.
Es la promesa del progreso. Los más radicales racionalistas trataron de negar el punto, haciéndolo menos tosco. Weber y Spencer, por ejemplo, descreyeron del asunto, detectaron el aspecto religioso de semejante esperanza. Pero Hegel y Marx de manera muy clara, Kant con más implícitos y toda la construcción teórica más cargada de politicidad explícita (liberalismo, socialismo).
Características.
La tecnocracia tiene características que le son contingentes y otras que le resultan necesarias, para ser tal, es siempre un grupo que participa en la distribución del poder, pero cuyas formas de acceso a la concentración de éste se fundamentan desde perspectivas ‘técnicas’ y no políticas. La fundamentación remite al problema de la legitimidad,
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