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Los grandes Antecedentes del desarrollo rural en Guatemala


Enviado por   •  20 de Junio de 2017  •  Resumen  •  8.683 Palabras (35 Páginas)  •  533 Visitas

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Antecedentes del desarrollo rural en Guatemala

Revolución en el área rural

De 1944 a 1954, la revolución guatemalteca abarcó una serie de reformas económicas y sociales.  Mientras que durante los primeros seis años, bajo la presidencia de Juan José Arévalo Bermejo, estas reformas solamente afectaron superficialmente al área rural, de 1951 a1954 los éxitos  de la revolución estuvieron directamente vinculados al proceso de cambio que se dio en el área rural. Fue en  el área rural  en la cual la revolución obtuvo la más vehemente oposición, y fue principalmente debido a las actividades del gobierno en el área rural por lo que las relaciones entre el ejército y los campesinos se tornaron tirantes. Fue esta oposición la que pesó más en la decisión de Arbenz al renunciar. Este estudio intenta proveer una historia de la revolución en el área rural y unir los cambios que llegaron a los municipios de Guatemala de 1944 a 1954 con las metas y las políticas de una “revolución nacional”.

Las reformas pasaron por las dos administraciones de la revolución, patrocinando   confusión y una serie de conflictos en  la Guatemala rural. Estos conflictos tomaron lugar alrededor de una compleja mezcla de tensiones de clase, étnicas, geográficas y religiosas. Estas batallas, en el momento, forzaron a alteraciones en las políticas y programas nacionales así mismo los políticos enfrentaban la realidad rural.

Formación comunitaria en Guatemala

 Guatemala es   un país pequeño de un poco más de 42,000 millas cuadradas, ofrece una increíble diversidad de climas y territorios, debido principalmente a la cordillera de montañas que atraviesan  el país  del noreste al sureste.  El altiplano y la extensión del altiplano del este dentro de la región de Cobán   constituyen aproximadamente un tercio del área total del país y contienen la mayor población del mismo. Las cordilleras de montañas y los volcanes  cuenta con la mayoría de la población indígena del país que  vive ubicada en pequeños pueblos o villas, unidas por senderos escarbados a las orillas de las montañas que los rodean. Los altiplanos del este, con tierras poco fértiles e inadecuada precipitación fluvial, no cuentan con una densa población y tienen un porcentaje más alto de residentes no indígenas.  Es en las villas y pueblos de estas tres regiones en las que la mayor parte de la historia de la revolución en el área rural se lleva a cabo.    A través de siglos de historia, estos pueblos llegaron a ser fuertes pero a menudo conflictivos, con una estructura política y social profundamente enraizada en tradiciones locales. La conquista española, empezó en el altiplano Guatemalteco en 1520.     Iniciando un terrible período de muerte y desesperación. El mayor tributo fue cobrado por las enfermedades europeas que atacaron aún antes del primer encuentro entre españoles e indígenas  y a través del curso de un siglo y medio de epidemias esporádicas, murieron entre 70 y 95 por ciento de la población de indígenas precolombinas. Esta pérdida de vidas destruyó la construcción social de la comunidad nativa e incrementó la carga del tributo y labor para aquellos que sobrevivieron.   Sin embargo, las comunidades mayas en los altiplanos emergieron de esta destrucción con una nueva cultura, una cultura de campesino conquistado, que se integraba con influencias españolas e indígenas.

La comunidad indígena fue un producto de la conquista, su condición   subordinada y subyugada constantemente reforzaba esta situación. El núcleo de la nueva cultura era la comunidad.    La “comunidad” en la Guatemala colonial era en cierto grado determinada por la iglesia y por la corona a través de las reducciones  llevada a cabo en el siglo dieciséis. Estas reducciones en turno establecieron las bases para los más de 300 municipios que existían    durante la revolución. Pero las mismas también reflejaron que existían acuerdos e impuestos establecidos antes de la conquista.  La comunidad estaba organizada alrededor  de una jerarquía religiosa y política que era materialmente católica,  pero esencialmente nativa. El foco principal de la comunidad era la tierra y mientras numerosas clases de propiedad se reconocieron, la mayoría de la tierra era controlada por la comunidad. Varios tipos de conflicto fueron aparentes en estas comunidades. La política colonial tendía a condensar distinciones sociales en la sociedad nativa,   quitando a la nobleza  indígena de sus exaltadas posiciones y liberando a los nativos de la esclavitud, por lo menos de la de otros indígenas. Sin embargo, las distinciones sociales generalmente basadas en la condición    de nobleza, continuaron existiendo muy bien hasta el siglo diecinueve.  Además, las reducciones tenían en algunos casos comunidades indígenas ajenas que eran forzadas a unirse a estas.   Estas entidades pre reducidas se mantenían separadas y competían por los recursos de la comunidad.

En los años entre la formación de estas comunidades y la revolución, una variedad de influencias salió a flote. Algunas propiciaron la desintegración de la comunidad, algunas asistieron social y económicamente las diferenciaciones dentro de la misma y algunas ayudaron a integrar las comunidades rurales a la política y economía nacional.    Pero otras influencias reforzaron la identificación con la comunidad, inhibieron la diferenciación dentro de esta y mantuvieron viva la memoria de la conquista.    Además un nuevo elemento fue añadido a la sociedad rural: los ladinos.  Los ladinos llegaron en una gran diversidad. El término fue generalmente aplicado a aquellos quienes eran el producto de la unión de un indígena con un español, pero también fue utilizado para identificar a los indígenas que no encajaban dentro de la sociedad “indígena”. Y como tal tenía un significado arbitrario para identificar a aquellos quienes habían traspasado una muy delgada línea en el proceso de transición cultural.

En el altiplano del occidente, donde los niveles de población indígena han permanecido más   altos que en ningún lugar en el país y donde las demandas laborales fueron más moderadas durante la mayor parte del período colonial, los ladinos generalmente se segregaban en una diminuta minoría frecuentemente  pequeña y empobrecida clase media rural. En los altiplanos de oriente donde las poblaciones indígenas eran menores y las demandas laborares habrían urgido a muchos indígenas a abandonar sus comunidades, los ladinos fueron a menudo la mayoría; eran campesinos o trabajadores rurales como también asistentes de ventas y profesionales.

Aún antes de que el período colonial terminara, la monarquía de los Bourbon había empezado a atacar muchas de las bases de estas comunidades de campesinos diferentes. Con independencia, los gobiernos liberales continuaron estas políticas aún más forzadamente debido a su anhelo de crecimiento económico, integración nacional y asimilación cultural.  La propiedad de tierras comunales fue   desactivada y la jerarquía tanto religiosa como política que había surgido alrededor de la iglesia fue atacada. Las administraciones liberales   también empezaron a cobrar impuestos a los campesinos ladinos, de ambas formas individuales y colectivamente a través de cobros sobre la riqueza o reserva del pueblo.   

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