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Módulo 1. La Descentralización en América Latina, evolución y resultados.


Enviado por   •  26 de Octubre de 2016  •  Ensayo  •  3.597 Palabras (15 Páginas)  •  226 Visitas

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Módulo 1.

La Descentralización en América Latina, evolución y resultados.

T1. La evolución de los procesos de descentralización en

América Latina

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DESDE LA EXPERIENCIA ................................................................................ 3

PREGUNTAS CLAVE ........................................................................................ 5

PROCESOS DE DESCENTRALIZACIÓN EN AMÉRICA LATINA: VALORACIONES

PRELIMINARES ................................................................................................ 6

RECUERDA QUE… ......................................................................................... 10

GLOSARIO ...................................................................................................... 10

BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................... 13

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DESDE LA EXPERIENCIA

La Constitución de 1992 - que estableció un sistema democrático de gobierno y mejoró

considerablemente la protección de los derechos fundamentales tras la larga dictadura de

Stroessner (1954 – 1989) – define a Paraguay como un Estado social de derecho, unitario,

indivisible y descentralizado. No obstante, es un país fuertemente centralizado. El gasto

municipal, por ejemplo, representa sólo el 0,3% del PBI, lo que ubica a Paraguay en la

penúltima posición para este indicador en América Latina.

Tras la instauración de la democracia han sido varios los intentos por avanzar en la senda

descentralizadora indicada por la Constitución. Sin embargo el esfuerzo más importante

realizado hasta ahora en esa dirección tuvo lugar entre octubre de 2008, poco después de la

asunción del Presidente Fernando Lugo, y mayo de 2009.

A poco de haber asumido el nuevo gobierno, autoridades gubernamentales encabezadas por

el Vicepresidente de la República – Federico Franco, un médico convencido de las bondades

de la descentralización- y representantes de partidos y movimientos políticos acordaron

impulsar una Ley de Descentralización. Como resultado de ese acuerdo por la

descentralización, en diciembre la Cámara de Diputados aprobó con amplio respaldo un

proyecto de Ley elaborado por el presidente de ese cuerpo, el diputado Enrique Salyn

Buzarquis.

Una de las claves del éxito de los procesos de descentralización es, sin dudas, el más amplio

consenso político. Y hasta aquí el rumbo de los acontecimientos parecía auspicioso para el

proceso paraguayo. Sin embargo, un influyente actor social quedó fuera del compromiso: los

sindicatos docentes.

Poco después de concretado el acuerdo descentralizador entre los actores políticos, la

Federación de Educadores de Paraguay (FEP) hizo su primera declaración pública en contra

de la descentralización. En abril de 2009, cuando el Senado se aprestaba a tratar el proyecto

aprobado en Diputados, mientras el Vicepresidente Franco instaba a los senadores a aprobar

la Ley de Descentralización, la FEP exigía un aumento salarial del 5% y rechazaba de plano

el proyecto descentralizador.

Al poner la estrategia salarial en primer término la FEP buscaba motivar al conjunto de los

docentes. Por su parte, los argumentos esgrimidos en contra de la descentralización

procuraban generar la dosis de inquietud y miedo que empujara a los maestros a las calles.

Así, los gremios docentes sostenían, sin aportar mayores fundamentos, que la

descentralización ponía en riesgo la estabilidad laboral de los funcionarios y la percepción

regular de los salarios, tanto de los trabajadores retirados como de los activos, salarios que en

adelante serían pagados por los Intendentes y Gobernadores, quienes, según los sindicatos, no vacilarían en politizar el uso de las millonarias partidas que les serían transferidas desde el presupuesto del ministerio.

El paso siguiente de los gremios fue una huelga general docente por tiempo indefinido que comenzó el día 11 de mayo. La sola amenaza de la huelga ya había provocado un primera e impactante defección en las filas gubernamentales. El día 7 el Ministro de Educación, más en sintonía con los gremios que con el gobierno del que formaba parte, manifestó estar en desacuerdo con el modelo de descentralización propuesto en el proyecto de Ley que debatiría el Senado. El día 12, tras una reunión con los sindicalistas el propio Presidente Lugo se comprometió a vetar la Ley de Descentralización si ésta salía aprobada por el Senado. El día 19, el Senado, bajo la presión de la huelga y la movilización docente, con la opinión pública impactada por la falta de clases en las escuelas y con la defección del gobierno concretada en el compromiso presidencial contraído con los gremialistas, rechazó por amplia mayoría el proyecto de Ley de Descentralización. De inmediato los docentes anunciaron el levantamiento

de la huelga y festejaron su triunfo acompañados por el gremio médico, que tuvo un perfil bajo pero apoyó el reclamo.

Como lección aprendida de la experiencia relatada podemos concluir que el consenso entre los actores políticos sobre la descentralización es imprescindible pero no es suficiente. Hay actores sociales, los sindicatos de docentes y de médicos, que representan el funcionariado más numeroso del Estado y los rubros más abultados de los presupuestos públicos, que ven en la descentralización una amenaza a sus intereses corporativos. En América Latina, en más de una oportunidad, maestros y médicos se opusieron con éxito a los intentos descentralizadores. Las estructuras sindicales de estos sectores son tan centralizadas como el Estado y el poder de sus cúpulas radica en que son necesarias para negociar con las máximas autoridades gubernamentales. El fantasma que los acosa es el de la fragmentación que podría traerles aparejada la descentralización. Dicho sea de paso, es el mismo fantasma que quita el sueño a la burocracia del área, miedo común que alinea a ambos sectores contra la descentralización. Si a esos temores se suma que la aptitud de movilización, presión y comunicación de los actores sindicales puede ser superior a las capacidades de los partidos políticos y a las del propio Estado, es evidente que los esfuerzos inteligentes por incorporarlos a la coalición descentralizadora son una clave para el éxito de cualquier proceso de descentralización.

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