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Masacre De Ocumare Del Tuy


Enviado por   •  9 de Marzo de 2014  •  4.154 Palabras (17 Páginas)  •  608 Visitas

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MASACRE DE OCUMARE DEL TUY

El presente artículo es una crónica sobre los hechos acaecidos en el pueblo de OCUMARE DEL TUY entre los meses de Febrero y Marzo del año 1814, para ello se tomó información de la Gaceta de Caracas publicadas en esos días, se citan algunos partes de guerra y se hace una revisión de la bibliografía referente a esos sucesos de escritores posteriores a la época, esto con la finalidad de mostrar un hecho sucedido en el Tuy exponiendo los eventos uno a uno tal cual se sucedieron de forma sencilla y resumida con la finalidad de brindar una herramienta pedagógica al alcance de los docentes y estudiantes para la comprensión de ese hecho histórico.

Como consecuencia de la pérdida de la Primera República en el año de 1812 Domingo de Monteverde y sus lugartenientes restablecen la monarquía española en Venezuela, y a manera de ejemplarizar o tal vez de odio por la osadía del pueblo de Venezuela al darse su justa libertad, lo realizan a través de la violencia y la barbarie, esto camuflado en las lides de la guerra al principio, donde el asesinato de ancianos y niños, la violación a la mujer, el saqueo y el decomiso de los bienes inmuebles estaban a la orden del día y luego de restablecido el poder español con las persecuciones, juicios, condenas a presidio y ajusticiamientos a diestra y siniestra, creando así el clima de lo que luego hemos denominado los años de la Guerra a Muerte (1812 – 1815).

A raíz de estos hechos y después de iniciada la Campaña Admirable, el Libertador dicta, el 15 de junio de 1813 en horas de la madrugada, la famosa proclama de Guerra a Muerte. Este decreto fue la respuesta de Simón Bolívar ante los numerosos crímenes perpetrados por los jefes realistas, principalmente Domingo de Monteverde.

Firma del Decreto de Guerra a Muerte

En una primera instancia ésta manifestación fue considerada por Bolívar como ley fundamental, que luego ampliaría y ratificaría en el cuartel general de Puerto Cabello, mediante la proclama del 6 de septiembre del mismo año 1813, acto que según algunos historiadores puede ser considerado como un Segundo Decreto de Guerra a Muerte.

Posteriormente, cuando en el segundo semestre de 1813 aparecen en escena José Tomás Boves, Francisco Rosete y Francisco Tomás Morales entre otros, la matanza se hace más intensa por parte de los realistas y la respuesta de los republicanos es radicalizar la aplicación de la «guerra a muerte». Derivado de esto se produjo la ejecución de los presos españoles y canarios de Caracas y La Guaira ordenada por Bolívar en febrero de 1814.

Comandante Francisco Rosete, imagen tomada del libro Guerra de Exterminio…aquellos años sangrientos.

El día 03 de febrero de 1814 tiene lugar la primera Batalla de la Puerta donde resulta vencedor el bando de José Tomas Boves, después de este triunfo Boves establece su comando principal en Villa de Cura, y decide dividir sus fuerzas en tres, para realizar una estrategia de ataque a Caracas por varios flancos, de allí que entonces envía a Francisco Tomas Morales a realizar su avance hacia Caracas por la Victoria y a Francisco Rosete por los Valles del Tuy quedando Boves con una tercera parte de las tropas, acantonadas en Villa de Cura a manera de retaguardia y refuerzo de los otros dos flancos.

Francisco Rosete conocedor como era, pues vivía en el pueblo de “Taguay”, de los caminos que conducen a la Serranía del Interior, parte desde Villa de Cura hacia “El Paso de los Pilones” camino por el cual llega por la parte sur de los Valles del Tuy, específicamente entrando por el pueblo de Ocumare el día 11 de febrero, encontrándose con un pueblo escasamente armado, con pocos insumos de guerra y poca tropa que defendiera el lugar, habiendo recibido el día anterior noticias del avance de las tropas de Rosete a Ocumare, el presbítero del pueblo Juan José de Orta, envío un mensajero para tratar de interceder como representante de la iglesia con el líder realista pero este asesina al mensajero y continua su avance implacable; para darnos una idea de lo que debieron sentir los ocumareños Juan Vicente González nos narra:

Suponeos una turba desenfrenada de hombres desalmados, sin religión, sin familia, sin patria, devorada por los instintos del pillaje, del asesinato, de la lujuria, de la venganza, de la rapiña; armados del puñal y de la tea, al mando de un jefe que les concede amplia licencia para satisfacer todos los apetitos imaginables. Suponeos esta turba famélica en posesión de un pueblo indefenso, rendido, que clama piedad y eleva sus preces al dios de las misericordias, al verse entregado a saco y a la muerte.

Paso de los Pilones, Frontera entre los actuales estados Guárico y Miranda.

La Matanza comenzó desde los ejidos del pueblo, desde sus conucos más lejanos, entrando casa por casa, asesinando, saqueando y quemándolo todo hasta llegar a la plaza y a la iglesia, el horror y la crueldad se impusieron, hombres, mujeres, niños y ancianos eran asesinados con saña y brutalidad, la violación y el ultraje se hicieron presentes, los que pudieron alcanzar el monte huyeron hacia lo profundo de las montañas, otros se refugiaron en la iglesia, esto motivó que Rosete diera la orden de derribar las puertas del templo a hachazos y luego que entraron no dejaron vivo a nadie dentro de éste, las calles quedaron regadas de sangre y de cuerpos mutilados, los seguidores de Rosete incluso cortaron orejas, brazos, piernas y las partes íntimas de los hombres y los senos a las mujeres y los clavaron en las puertas y ventanas de las casas que no fueron quemadas como trofeos, la poca resistencia que se enfrentó a la horda infernal fue dirigida por el Capitán Marcelino Plaza quien vencido se repliega hacia Caracas.

Este horror fue narrado días después en una Carta por el Presbítero Juan José Orta a sus superiores donde expresaba lo sucedido con detalles:

… el 11 del corriente fue atacado esta plaza por una multitud de forajidos, acaudillados por el bárbaro y sanguinario Rosete. Sobre trescientos cadáveres de aquellas primeras personas de representación y adhesión a nuestra libertad cubren las calles, fosos y montes de su inmediación. El clamor de las viudas y de los huérfanos es tan general como irremediable, pues todo el pueblo fue robado y saqueado hasta no dejar cosa alguna útil…

Pero no es esto sólo lo que asombra y horroriza: el santuario del dios vivo fue violado con el mayor escándalo e impiedad. La sangre de tres víctimas inocentes acogidas a su inmunidad sagrada, riegan todo el pavimento; José Ignacio Machillanda en el Coro; José Antonio Rolo en medio de la nave principal; y Juan Díaz en el Altar Mayor…

Las noticias de estos hechos se esparcieron

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