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Matos Mar, José


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2013  •  2.160 Palabras (9 Páginas)  •  343 Visitas

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Matos Mar, José

Desborde popular y crisis del Estado.

Veinte años después

Lima, Fondo Editorial del Congreso de la República, 2004

(Félix Reátegui,

Pontificia Universidad Católica del Perú)

Durante la década de 1980 se manifestaron de la manera más crítica los diversos cambios

que venían gestándose en la sociedad peruana desde décadas atrás. Todas las crisis

convergieron, entonces, sobre una sociedad que además experimentaba los rigores de un

conflicto armado interno que llegaría a ocasionar casi 70 mil víctimas fatales [1]. El

descalabro financiero del país terminó por desbaratar el sistema productivo y comercial,

profundizó la pobreza y acentuó la marginalidad social. Al mismo tiempo, esos fracasos

económicos, junto con la violencia ya mencionada, debilitaron severamente las posibilidades

de consolidación de la democracia recuperada a inicios de la década tras doce años de

dictadura militar.

El lugar común es inevitable: las épocas de crisis son épocas interesantes, momentos que

estimulan la imaginación interpretativa. No hay que extrañarse, por ello, de que alrededor

de esos años hayan aparecido interesantes ensayos de comprensión global de la sociedad

peruana contemporánea. Desborde popular y crisis del Estado (1984), el estudio del

antropólogo José Matos Mar reeditado en el año 2004, veinte años después de su

lanzamiento, es apenas uno – es cierto que uno de los más notables – de una nutrida nómina

de textos fundamentales. Hay que mencionar entre ellos el muy influyente Clases, Estado y

nación en el Perú (1978), de Julio Cotler [2]; las interpretaciones sobre la nueva y

heterogénea configuración cultural peruana realizadas por Carlos Franco y recogidas en La

otra modernidad. Imágenes de la sociedad peruana (1991); la desafiante reflexión sobre la

utopía andina recogida por Alberto Flores Galindo en Buscando un Inca (1986) y, en un

plano más disperso, las relecturas a varias voces de la obra literaria de José María

Arguedas: criticado en los años sesenta por la inexactitud etnográfica de Todas las sangres

[3], Arguedas fue releído y revalorado en los ochenta como intérprete de una original

modernidad peruana – una modernidad no etnocéntrica, una modernidad popular – en su

novela póstuma e inconclusa El zorro de arriba y el zorro de abajo. Este improvisado

panorama estaría incompleto, sin embargo, sin la mención de un autor que, viniendo de

otra comunidad académica y política, llegó a acuñar una poderosa imagen para interpretar

los cambios de la vida económica del país. El otro sendero (1986), de Hernando de Soto, y

su interpretación de la informalidad como una energía creadora que se impone a la

estrechez del viejo Estado burocrático, es el complemento liberal ineludible a un momento

hermenéutico casi enteramente identificado con la renovación del pensamiento de izquierda

en el Perú.

No es imposible, finalmente, oír en el reverso de esos diversos textos el diálogo de la ciencia

social peruana con las renovaciones teóricas que se producían en los Estados Unidos y

Europa. Los ecos débiles, pero todavía audibles, del estructuralismo, tan influyente en las

lecturas del carácter de la economía peruana en los años setenta, cedían el paso a otras

preguntas centradas, por un lado, en individuos y subjetividades [4], y por otro, en una

comprensión más compleja de los fenómenos culturales y de las realidades nacionales. Sin

dejar de ser crítica respecto del orden establecido en el Perú, la ciencia social se hacía más

dúctil y dirigía sus linternas hacia terrenos antes no transitados o examinados con inexacta

rigidez, como el de las complejas figuraciones de la cultura.

En este contexto académico e ideológico, no es un encomio exagerado calificar Desborde

popular y crisis del Estado como un libro renovador. Su reedición, veinte años después,

permite ver en retrospectiva qué giros anunció en la reflexión académica sobre el Perú y

también de qué manera los desarrollos teóricos de las dos últimas décadas han ayudado a

mirar con más finura los problemas que ahí se planteaban, esforzadamente, con un léxico

que ya resultaba insuficiente para expresar las preocupaciones del autor.

Cuando aparece Desborde popular y crisis del Estado, en 1984, la crítica académica de la

sociedad peruana se hallaba bifurcada principalmente en dos tendencias. Una, más

propiamente clásica, uncida todavía a los ordenados esquemas analíticos provenientes de la

teoría de la modernización y del desarrollismo, invitaba a leer el proceso socioeconómico

peruano de las últimas décadas en términos de desorden, disfunción y anomalías respecto

de lo que debería ser una sociedad que se moderniza. El tránsito de una sociedad

mayormente rural y agrícola a una urbana e industrial debería haber ido de la mano con una

ordenada expansión de la clase media y un retroceso consistente de las creencias y

prácticas tradicionales en beneficio de una cultura moderna: abstracción, individualización,

absorción de los poderes por un Estado central, distinción entre funciones y personas,

generalización e integración de un mercado interno, un sistema de partidos permanente

eran algunos de los rasgos esperados de esa sociedad modernizada [5]. La manera abrupta,

con saltos de etapas, en que se producía la gran transformación de la sociedad peruana,

tenía que ser vista, así, como una gruesa falla en el cumplimiento del libreto.

La otra tendencia crítica era la proveniente del marxismo con ciertas dosis de

estructuralismo. Desde este ángulo, la crisis peruana había de ser leída a la luz de las

deformaciones inducidas por la peculiar expansión del mercado en el país: un mercado

deforme y gestado para la exportación de materias primas que era la expresión de un

modelo de desarrollo dependiente. Ese modelo, por último, sería el responsable de las

grandes fallas de la sociedad peruana, tales como la inflación y el desempleo estructurales y

la reproducción de la marginalidad como una condición de vida inevitable para las nuevas

masas urbanas creadas por la destrucción de la economía agraria.

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