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Metodo Marxista


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2013  •  3.134 Palabras (13 Páginas)  •  268 Visitas

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EL METODO MARXISTA: ARMA IDEOLOGICA DE LOS REVOLUCIONARIOS.

Por

VICTOR MORLES SANCHEZ.

Universidad Central de Venezuela

Caracas.

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“Hasta ahora los filósofos han tratado de interpretar el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. CARLOS MARX

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1. INTRODUCCIÓN

El método marxista, es decir, la dialéctica materialista, atrae el interés de muchos intelectuales y revolucionarios porque este enfoque proporciona orientaciones valiosas para el estudio e interpretación de numerosos hechos y fenómenos de la realidad. Sin embargo, este instrumento o método es poco utilizado debido a su complejidad, a su supuesto o admitido sesgo ideológico y porque, a diferencia de otras estrategias filosóficas o científicas (el positivismo y el llamado método científico, por ejemplo) acerca de él no existen normas sencillas que faciliten su uso. Este artículo es un intento de resolver esa carencia; para lo cual conviene contextualizar el asunto y hacer un poco de historia. Veamos.

Carlos Marx (1818-1883), el gran filósofo y político alemán cuyas ideas han estado conmoviendo el planeta desde hace más de un siglo, vivió los tiempos de desintegración del feudalismo en Europa y de consolidación del sistema social capitalista en ese continente y en Estados Unidos. Tiempos en los cuales la mayoría de los países de América Latina lograron su independencia política y tiempos en los cuales las principales naciones europeas colonizaron la mayoría de los pueblos de Africa y de Asia.

Este hombre genial, científico social de primer orden (basta con leer algunas páginas de su obra principal “El Capital” para constatar este juicio) creó, con la colaboración estrecha de su amigo y paisano Federico Engels (1820-1895), la concepción del universo o ideología que lleva su nombre. Se trata de una teoría original, amplia, coherente y revolucionaria que describe, explica y sugiere soluciones para muchos de los grandes problemas de la sociedad humana, planteando que otro mundo mejor siempre es posible, pero hay que inventarlo y construirlo.

Particularmente conviene destacar que esta teoría ha puesto en aprietos en varias oportunidades al sistema social capitalista, a pesar de que este modo de producción --el capitalismo--, es muy eficiente en términos de productividad económica, científica y técnica, como resultado de la explotación que hace de los trabajadores, de los países pobres y de la naturaleza, todo lo cual le ha permitido sobrevivir por varios siglos y derrotar al primer gran ensayo socialista que fue la Unión Soviética (1917-1989).

Las ideas centrales del marxismo son producto de una crítica profunda que sus autores hicieron tanto del sistema social burgués imperante en su época como de la filosofía alemana dominante (la de Hegel, Feuerbach y Kant), de la economía política inglesa (de Adam Smith y David Ricardo) y del socialismo utópico francés (de Saint-Simon, Fourier, Cabet y otros). El marxismo es, pues, la concepción del mundo que adopta o defiende la mayoría de los inconformes y los revolucionarios de nuestra época. Se trata de una manera optimista de ver la realidad: una visión altamente racional, coherente y creíble que denuncia tanto las injusticias del capitalismo como las de otras sociedades clasistas y promueve modos de vida y producción más racionales y justas.

Se puede decir que el marxismo está integrado por cuatro componentes muy relacionados entre sí, esto es: (a) una filosofía o cosmovisión conocida como el materialismo dialéctico, (b) una teoría sobre el desarrollo de la sociedad y del ser humano, esto es, el materialismo histórico, (c) una doctrina política revolucionaria (el socialismo científico o comunismo) y, (d), muy especialmente, un método (la dialéctica materialista) necesario para acceder al conocimiento e interpretar la realidad.

(1) El primer componente, o sea el materialismo dialéctico, es una filosofía muy amplia, esto es, un conjunto coherente de conceptos, leyes y principios altamente plausibles y racionales sobre el mundo y el ser humano. Es una filosofía que se caracteriza por ser materialista y humanista y estar basada en una teoría dialéctica del conocimiento la cual describiremos brevemente más adelante. Es una filosofía materialista porque se fundamenta en cuatro supuestos o postulados muy generales que son: (a) que el mundo es una totalidad material infinita, compleja, ordenada, cambiante y contradictoria, (b) que la vida, las ideas, la conciencia y el conocimiento son producto de la materia altamente organizada, (c) que la realidad existe independientemente y con anterioridad al ser humano, y (d) que en última instancia el factor determinante de la mayoría de las acciones humanas es de carácter material, sobre todo económico.

Todo lo cual es contrario o distinto a lo que afirman los filósofos idealistas para quienes el universo, la realidad, es un caos inmutable imposible de conocer a plenitud o de transformar.

El marxismo es, también, una filosofía humanista porque sostiene que el bienestar de todos los habitantes de la Tierra (presentes y futuros), y no solamente el de una parte de ellos, debe ser la finalidad de toda acción política de los seres humanos; y que la humanidad puede desaparecer si no actuamos todos en función de esa finalidad. Que el ser humano es, o debe ser, no solamente el ser viviente más evolucionado de nuestro planeta sino, esencialmente, un ser social, solidario con sus semejantes, multifacético y creativo, quien con su trabajo, conocimientos e inteligencia, puede mejorar progresivamente la vida en el planeta.

Como la religión, el marxismo es una cosmovisión pero, en lugar de sustentarse en la fe (o creencia en dioses y milagros), se basa en la razón y la ciencia, es decir, en conocimientos objetivos válidos y confiables.

(2) El segundo componente del marxismo, el materialismo histórico, es una teoría sobre el desarrollo social según la cual todo ser humano, y la humanidad en su conjunto, están en constante movimiento y transformación. Ello explica cómo, con el correr de los siglos y al superar su condición salvaje, el hombre, un ser viviente de mente y manos ágiles, ha ido conformando sistemas o formaciones sociales cada vez más complejos pero siempre más justos. Y es así como el salvajismo errante (aquel de la prehistoria) se transforma, con la invención de la agricultura, en conjuntos de comunidades primitivas más dignas de ser vividas. Con el transcurrir del tiempo y como producto de la división del trabajo (en físico e intelectual), de la lucha entre clases sociales antagónicas y del desarrollo

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