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Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria


Enviado por   •  31 de Marzo de 2014  •  Tesis  •  2.816 Palabras (12 Páginas)  •  483 Visitas

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del poder popular para la Educación Universitaria

Aldea Rural los Guayos

Los Guayos- Edo Carabobo

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria

Nombre:

Hernández Evelyn

C.I: 18.611.549

5º tr. De Administración

Profesor: José Arrayago

Los Guayos 10 de julio de 2013

Reseña Histórica:

El 24 de mayo de 1881, se crea el Ministerio de Instrucción Pública, hoy Ministerio del Poder Popular para la Educación, bajo el gobierno del Presidente Antonio Guzmán Blanco, el primer ministro fue el Dr. Aníbal Dominici. El ente educativo comenzó sus funciones el 4 de junio con las Direcciones de Instrucción Popular (encargada de las escuelas de instrucción primaria, los fiscales del ramo y el celo y vigilancia de la renta destinada a la misma) y de instrucción Superior (responsable de las universidades, exposiciones e institutos científicos, colegios nacionales y particulares; administración de los bienes de los extinguidos conventos y el celo y vigilancia de las demás ramas destinadas a la Instrucción Superior).

Con la creación del Ministerio, la educación venezolana da un cambio total. La visión de Guzmán Blanco era una escuela con su maestro para cada región del país y nace la educación gratuita y obligatoria.

En 1936, es cambiado su nombre por Ministerio de Educación Nacional, con esta modificación se buscaba la filosofía de la formación general del ciudadano, convirtiendo los colegios federales en liceos, la Escuela Experimental, la Federación Venezolana de Maestros, la primera Ley de Educación durante la gestión del Dr. Arturo Uslar Pietri, se edifica la Universidad Central de Venezuela y se editan numerosas revistas como Tricolor y Educación.

A partir del 30 de septiembre de 1950 cambia su nombre por Ministerio de Educación, se crea una serie de organismos y nuevas estructuras organizativas del despacho, tales como: IPASME, FEDE y FUNDAYACUCHO, CONVENIO ANDRÉS BELLO. Así como la Ley Orgánica de Educación y su Reglamento. Además se incrementó la formación docente y la estabilidad laboral de los mismos, así como la reactivación de las escuelas técnicas.

La Educación Primaria, según el historiador N.S. Peñalver Gómez en su obra "Datos para la Historia de la Educación en Venezuela", señala que se inicia con frailes franciscanos en 1516 en el monasterio de Chichirivichi, en donde enseñaron a leer y a escribir a muchos señores y "gente principal".

En Guayana, alrededor de 1772, Manuel Centurión, el progresista Gobernador de la Provincia, crea, con su respectivo edificio en Angostura, "una escuela de primeras letras y latinidad para la enseñanza de la juventud", según atestigua el contador Andrés de Oleaga.

Es de justicia recordar la preocupación de los congresistas de Angostura y del Rosario de Cúcuta por la educación, en momentos en que todavía el ejército español ocupaba inmensas extensiones de Suramérica y en que El Libertador consideraba escasa la renta del Estado para seguir emancipando pueblos.

En medio de la guerra de Independencia, también en Angostura, Bolívar destaca a la educación como base del Poder Moral que recomienda al Congreso en 1819. Cinco años después dirá el héroe: "La Nación será sabia, virtuosa y guerrera, si los principios de su educación son sabios, virtuosos y militares...Las sociedades ilustradas han puesto siempre a la educación entre las bases de sus instituciones políticas". Y al referirse a la educación de su sobrino Fernando, después de encarecer especialmente la enseñanza de idiomas, de historia y geografía, dice con sentido moderno: "...abundan entre nosotros médicos y abogados, pero nos faltan buenos mecánicos y agricultores, que son los que el país necesita para adelantar en prosperidad y bienestar".

En 1827, cuando El Libertador visita Caracas a instancias de un grupo de educadores entre los cuales figura el doctor José M. Vargas, dicta nuevos estatutos para la Universidad, es decir, la moderniza, al transformar sus mecanismos y proyectarla al porvenir. Con el decreto de Bolívar la Universidad entraba en la República.

A partir de 1830, cuando se inicia definitivamente la República, el Gobierno Nacional se interesa por los Colegios Nacionales que se instalan en las capitales de algunas provincias y cuya marcha es de la responsabilidad de las Diputaciones Provinciales. En 1831, aparece la Academia de Matemáticas, entidad de probado aliento científico, con Juan Manuel Cajigal al frente.

En 1842 y 1843, el Dr. José M. Vargas y el General Carlos Soublette, Presidente de la República, dictan el Código de Instrucción Pública, que es el primero y que bien puede llamarse en homenaje a sus desvelos, el Código de Vargas. Consta dicho instrumento de 15 leyes, y es el cuadro orgánico de disposiciones, orientado a dar relieve en sus varias ramas a la educación, pues habla de primaria, secundaria, universidades, escuelas especiales, y exhorta a las Sociedades Económicas, que cumplían servicio útil a la comunidad, para que promuevan el mejoramiento de la agricultura, del comercio y las artes.

En el año de 1839, el Presidente Páez dicta el Decreto Orgánico de los Colegios Nacionales.

El Gobierno no asumía directamente la responsabilidad de sufragar la educación. Confiaba en el sector privado y en las Diputaciones Provinciales, en los Concejos Municipales y en alguna otra entidad de carácter oficial, todos con presupuestos de rentas en quiebra.

En 1842 había en el país 163 escuelas y más o menos dos mil alumnos. En los Colegios Nacionales, la educación languidecía porque el Gobierno no les proveía de fondos adecuados. Apenas 248 alumnos habían en los Colegios Nacionales de Trujillo, Barquisimeto, El Tocuyo, Calabozo, Coro, Guanare, Maracaibo y Margarita.

A finales de la década, la educación entra en eclipse, con la revuelta que provoca Páez en 1948, la que fomentan algunos liberales seis años después, la incruenta de marzo del 58 y la Guerra Federal que desborda todas las violencias. Nada queda para la voz del pedagogo Fermín Toro, con su lógica

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