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Monagas Y Chavez


Enviado por   •  10 de Marzo de 2013  •  6.561 Palabras (27 Páginas)  •  268 Visitas

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Monagas y Chávez

Fernando Spiritto

Domingo, 7 de septiembre de 2003

Cambio, democracia y desarrollo económico

Cualquier sistema político, no importa la época o el país de que se trate, genera fuerzas transformadoras que deben ser absorbidas eficientemente a riesgo de que el sistema colapse para dar paso a un nuevo arreglo.

Tradicionalmente, ha sido la democracia y el desarrollo económico los factores generadores y encauzadores del cambio. La primera canaliza el conflicto y garantiza la convivencia social. El segundo eleva el bienestar material de la gente y reduce en el largo plazo las fuentes potenciales de conflicto. Democracia y desarrollo económico “filtran” los efectos sociales provenientes del aumento poblacional, las influencias externas, la mayor productividad proveniente de la innovación tecnológica, los cambios estructurales de la economía (desarrollo urbano vs. rural), o la preeminencia de las masas en la política. Las llamadas “rupturas históricas” que observamos en las historias nacionales tienen normalmente como causas subyacentes algún cambio económico o político que permea todo el tejido social.

De las varias rupturas históricas experimentadas por Venezuela, dos muestran sorprendentes similitudes, especialmente en lo que tiene que ver con los personajes que dominaron el país una vez que se restableció el equilibrio político. Nos referimos a la caída de la llamada Oligarquía Conservadora en 1848 y al colapso de la democracia puntofijista en 1998. De ambos sucesos históricos surgen José Tadeo Monagas y Hugo Chavéz, respectivamente, como los caudillos de turno. Ambos personajes significaron para Venezuela la destrucción de sus instituciones, el aumento de la miseria y la violencia política. Su poco talento y la ambición desmedida impidieron que el país encauzara los cambios económicos y sociales presentes en ambos momentos históricos. Mas que ser los culpables de sus males, el “pecado” histórico de estos dos hombres consistió en empujar al país por el camino incorrecto, por la senda del personalismo y el atraso económico, cuando lo conducente era incluir a los distintos sectores en el proceso político y fomentar el desarrollo económico. Al final, Monagas guió la nación hacia la guerra civil. Chávez ha intentado lo mismo mediante el propósito deliberado de polarizar a la sociedad en revolucionarios y anti-revolucionarios, oligarquía y pueblo, pobres y ricos. Todavía está por verse las consecuencias de esa criminal conducta política.

Aunque no es correcto extraer lecciones lineales que puedan aplicarse en cualquier situación histórica, los períodos en consideración muestran algunos paralelismos dignos de ser resaltados. Repasemos cuáles son esos paralelismos con la esperanza de que el desenlace del primero período (la guerra entre hermanos) no se repita en la Venezuela de comienzos del siglo XXI.

José Tadeo Monagas y el fin de la oligarquía conservadora

Se conoce como la oligarquía conservadora a la etapa de la historia venezolana comprendida entre 1830 y 1848. El término de debe a José Gil Fortoul, quien en su extraordinaria Historia Constitucional de Venezuela habló de oligarquía porque “la clase social menos numerosa se arroga la gobernación del Estado. Por la Constitución de 1830 se requería ser propietario o rentista para gozar de los derechos políticos” (1). La Oligarquía Conservadora estaba conformada por los hombres e intereses que ayudaron a José Antonio Páez en 1830 a consumar la separación de Venezuela de la Gran Colombia. Agrupó a los beneficiarios del nuevo orden, básicamente los militares que hicieron la independencia y civiles ilustrados que rodearon a Páez para construir un sistema contrario de la participación popular en la política y partidarios del libre mercado.

De acuerdo con Elías Pino Iturrieta, la palabra oligarquía es usada por primera vez en los documentos de la “Revolución de la Reformas” en 1835 cuando una facción de militares intentó derrocar al Presidente José María Vargas. El término se incorporó definitivamente al léxico político venezolano gracias al verbo encendido de Antonio Leocadio Guzmán y sus liberales, donde destacan Ezequiel Zamora y Antonio Guzmán Blanco (2).

No obstante su marcado carácter censitario, la Oligarquía Conservadora es considerada por la historiografía nacional, tal vez influenciada excesivamente por la obra de Gil Fortoul, como una época de gran avance institucional y estabilidad política. A pesar de su sesgo excluyente y las habituales explosiones de violencia política, donde sobresale la mencionada Revolución de las Reformas, el sistema funcionó por un tiempo y logró restañar parcialmente las profundas heridas que dejó la Guerra de Independencia. Como prueba de lo anterior, podemos citar a Ramón Díaz Sánchez quien reseña en su extraordinario libro Guzmán Elipse de una Ambición de Poder el ambiente reinante en la Caracas de 1840. Allí, nos dice, “la satisfacción de vivir se refleja en los rostros de las gentes que parecen encontrarle sentido a la vida. Hay dinero no sólo para llenar las primarias necesidades de la existencia, sino para las cosas superfluas que la embellecen” (3).

La Oligarquía Conservadora arroja un balance positivo si se le compara con los años de guerra y pobreza que vendrán posteriormente. La tarea de crear un nuevo Estado se encaró con entusiasmo. Al menos de manera nominal, la idea del Estado de Derecho tendió a prevalecer en la mayoría de los actos de gobierno así como la idea del manejo transparente de las finanzas públicas. José María Vargas y Carlos Soublette son ejemplos de una honestidad poco común entre los presidentes venezolanos. La Constitución de 1830 gozó de amplio consenso al punto que, después de la de 1961, fue la de mas larga vigencia en la historia del país.

La postración económica generalizada es el rasgo distintivo del siglo XIX venezolano. La Oligarquía Conservadora hizo serios intentos para revertir tal situación, aunque sin obtener los resultados esperados. Los gobiernos conservadores intentaron fomentar el bienestar material mediante políticas concretas en materia de inmigración y construcción de infraestructura. Igualmente, fomentaron la inversión privada eliminando impuestos (diezmo y estancos) y protegiendo a los acreedores como forma de atraer capitales extranjeros (Ley del 10 de abril de 1834). Es digno de mencionarse la acción de la Sociedad de Amigos del País, creada por Páez en 1829 y cuyo primer presidente fue José María Vargas. Esta sociedad tuvo como objetivo, en palabras de Vargas, “el bien privado y público, procurando ya dar extensión y mejoras a la educación y al fomento de la agricultura, comercio y artes…” Gil

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