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Movimiento De 1968


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2013  •  2.311 Palabras (10 Páginas)  •  228 Visitas

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En la Plaza de Tlaltelolco, ametralladoras, rifles, pistolas cruzaron un fuego tan intenso y ensordecedor, que ahogó los lamentos de quienes caían heridos.

Las órdenes entre militares y agentes de civil, así como el llanto de ver morir en ese 2 de octubre a hermanos, padres, abuelos, niños, en el asalto más brutal que haya conocido el movimiento estudiantil de 1968.

Hubo francotiradores en nueve edificios. Apuntaron hacia la multitud, los departamentos... Y envueltos en la confusión, entre ellos mismos se tirotearon con armas de alto poder. En un traqueteo de balas sin pausa, de más de 90 minutos que demuestra la capacidad de parque con que fueron abastecidas sus madrigueras.

En la explanada. Entre las ruinas aztecas, miles de personas corrieron para salvar su vida: presas del terror. Muchos se toparon con pelotones que los atacaron con el filo de las bayonetas. Otros soldados apuntaron hacia otro enemigo. El parapetado en puntos estratégicos, en ventanas y azoteas, que se movía como en terreno propio.

Militares armados como para enfrentarse a un ejército invasor, encabezaron la "Operación Galeana", como el secretario de la Defensa Nacional, Marcelino García Barragán, nombró al asalto definitivo contra el movimiento estudiantil. Planeado por él durante varios días.

De acuerdo con sus testimonios póstumos. Desde su despacho dirigió la ofensiva que ejecutó en el "campo de batalla" el general de brigada Crisóforo Mazón Pineda.

Lo que no vio el general García Barragán fue la sangre derramada en la gran explanada. En pasillos, jardines, escaleras. Dentro de las viviendas de edificios cercanos y distantes. No percibió la angustia de miles de indefensos. Tampoco la tensión previa a la masacre.

El arte de la represión

El Consejo Nacional de Huelga (CNH) llegó desorganizado al mitin, sin calcular lo que significaba la presencia de agentes vestidos de civil, pertenecientes a la Dirección Federal de Seguridad (DFS), a la Policía Secreta o de un "Batallón Olimpia", que allí se dio a conocer matando a sangre fría y con aquél coro apagado por el fuego amigo, que ejemplifica la confusión del asalto a Tlaltelolco:

--¡Batallón Olimpia! ¡Batallón Olimpia, no disparen!

Diversidad de testimonios hablan de varios hombres que entre la muchedumbre sacaron pistolas y "sin ton ni son" dispararon a la gente, a corta distancia. Desencadenaron el miedo en la explanada.

Mientras, en el tercer piso del edificio Chihuahua --fue el espacio central de la operación militar y paramilitar--, desde la terraza, agentes de DFS dispararon hacia la gente abajo. Y con armas en ambas manos, sometieron a los líderes del CNH. Eran la presa para acabar el movimiento, esa tarde. A 10 días de la inauguración de los Juegos Olímpicos.

"No vayas, dicen que se va a poner feo. Que van a detener a todos los líderes", fue el rumor del día. Y se acentuó ante el cerco de las hienas. Hubo marcaje personal para los líderes estudiantiles. Desde antes del fuego de las armas.

El movimiento había caído en una trampa montada con habilidad.

Áyax Segura Garrido, un agente de la DFS, infiltrado en el CNH como estudiante de la Escuela Normal Oral, actuó con resolución, en el momento preciso: "Debemos ir" (a la plaza), e impuso la idea, relata Ángel Verdugo, integrante del consejo estudiantil.

De manera simultánea, se dieron los primeros contactos. Ahora sí, de pre-diálogo.

Dos días antes, el 30 de septiembre, la Ciudad Universitaria fue devuelta. El primero de octubre y el 2, comisiones estudiantiles tantearon a un duro Jorge de la Vega y un pasivo Andrés Caso. La tarde misma de la masacre, ambos charlaban con Marcelino Perelló.

El CNH no vio la trampa, el engaño.

Y a las 18:10 horas, con luces de bengala irrumpió la muerte.

El selectivo criterio de los guetos

La "Operación Galena" fue diseñada por el general Marcelino García Barragán, en su despacho de la Secretaría de la Defensa Nacional. Después de la ocupación de la CU y del IPN, para detener a los dirigentes del movimiento estudiantil y consignarlos al Ministerio Público, según revela en "Parte de Guerra", de Julio Scherer y Carlos Monsiváis, a quienes Javier García Paniagua entregó copias de algunos documentos de las operaciones militares que desplegó el Ejército.

Al parecer, la Secretaría de la Defensa Nacional en la actualidad no tiene en su archivo la información de todo el proceso del 68. Da cuenta de que los expedientes fueron entregados al Archivo General de la Nación. Allí, diversas fichas quedaron "bloqueadas" por los consultantes de la investigación del fiscal Ignacio Carrillo Prieto, cuyo informe no es accesible en Internet.

El legado informativo de García Paniagua apunta al jefe del Estado Mayor Presidencial, Luis Gutiérrez Oropeza, como responsable de francotiradores activos, toda vez que en un telefonema le pide a García Barragán que ordene dejar de disparar a los focos de disparo para que sus elementos puedan ponerse a salvo.

Hubo fuego desde los edificios Chihuahua, 2 de abril, ISSSTE, Molino del Rey, Revolución de 1910, en el fragor más intenso.

Después de las 23 horas, los tiroteos salían de los edificios Aguascalientes, Revolución de 1910, 20 de Noviembre, 5 de Febrero, ISSSTE, Chamizal y Atizapán. Nueve en total. Todavía se encontraron armas abandonadas en los edificios Guelatao y Churubusco.

Entre los dirigentes del movimiento, había estudiantes armados. Sólo que para repeler una ofensiva como la que ocurrió, hubieran necesitado de abastecimientos en casas de seguridad. El "Parte de Guerra" que el jefe de la operación Crisóforo Mazón, entrega a su jefe el secretario de la Defensa, semana que al tomar los edificios de Tlaltelolco encontró "gran cantidad de armas, municiones, accesorios", sin especificar información alguna.

Cuando el rencor se vuelve se vuelve religión

El 3 de octubre, Mazón, quien ya había desalojado todos los departamentos del área, dio un saldo de 30 muertos, 87 heridos y unos mil 500 detenidos enviados al Campo Militar Número 1.

Confirman los documentos que hizo suyos García Barragán que el asalto militar tuvo como finalidad expresa el detener a los líderes del CNH.

David García Colín, en un relato publicado por la Universidad Autónoma Metropolitana, señala: "De saco y gorra negros, con una pistolota, un hombre tiró la luz de Bengala y enseguida entraron

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