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Muerte a la pena de muerte!


Enviado por   •  25 de Mayo de 2015  •  Síntesis  •  353 Palabras (2 Páginas)  •  439 Visitas

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¡Muerte a la pena de muerte!

“En uno de esos opúsculos ingeniosos y burlescos que publicaba mensualmente bajo el título Les guêpes (Las avispas), el periodista parisiense y fundador del Journal, Alphonse Karr (1808-1890), puede leerse una afirmación, tan contundente como falaz, que, ciento sesenta años después de que fuera escrita, todavía recoge el sentir de no pocos ciudadanos, especialmente norteamericanos: ” Si se quiere abolir la pena de muerte, que comiencen los señores asesinos”.

En efecto, aunque el movimiento abolicionista iniciado en Europa precisamente al tiempo que Karr sentenciara en su contra haya recogido sus frutos, lo cierto es que son todavía al menos noventa los países que en su sistema punitivo cuentan con la pena capital, alguno de ellos incluso para condenar delitos no homicidas. Este año 2000, sin ir más lejos, han sido ya más de setenta y cinco los condenados a pena capital y ejecutados en Estados Unidos, mediante silla eléctrica, inyección letal u otros métodos tan indoloros como inhumanos.

Pero hay, con todo, datos consoladores. En los últimos doce años, veintitrés países han abolido completamente (es decir, también en tiempos de guerra) la pena de muerte. Entre estos se encuentra España, que, por ley orgánica, cerró en noviembre de 1995, el último resquicio que el artículo 15 de nuestra Constitución de 1978 había dejado a la pena de muerte en las leyes penales militares. Un año antes lo había hecho Italia, habitual compañera de viaje, en los mismos términos.(…)

Siendo la democracia, por definición, el gobierno del pueblo, no puede, también por definición, excluir en ningún caso a un ciudadano integrante de ese pueblo, sea reduciéndolo a estado servil, sea eliminándolo en pago por sus crímenes, por atroces o crueles que estos fueren. Así pues, la pena de muerte, aunque pueda convivir, como de hecho y por desgracia coexiste, con la democracia (¡esta lo aguanta todo!), es sin duda un elemento extraño y nocivo para ella, que la debilita en todo caso, con riesgo incluso, especialmente en sistemas democráticos poco consolidados, de aniquilarla. Permitir la pena de muerte en un sistema democrático es tanto como autorizar el tiranicidio en una dictadura.”

Rafael Domingo

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