¿NOS ACERCAMOS NUEVAMENTE A UNA TERCERA GUERRA MUNDIAL?
Enviado por ladxie • 26 de Agosto de 2015 • Ensayo • 5.724 Palabras (23 Páginas) • 141 Visitas
¿NOS ACERCAMOS NUEVAMENTE A UNA TERCERA GUERRA MUNDIAL?
Es claro que vivimos en un punto de cambios fundamentales en la historia de la humanidad con situaciones de gran importancia y gran perspectiva que nos refrescan todos los días. Después de la guerra fría el mundo no está divido en dos campos armados y enemigos, por el contrario ha nacido para el mundo nuevas democracias. Sin embargo a lo largo de la última década del siglo XX, es necesario ser cautelosos en interpretar los diversos eventos como señal de una nueva era de paz mundial, pues no es un secreto para el mundo que vivimos en un caos total debido a las problemáticas políticas, sociales, económicas y culturales a nivel internacional que se han venido derivando a medida que pasa el tiempo.
Dentro de estos volátiles eventos y condiciones es posible percibir al menos un aspecto de la vida internacional que ya se daba por aceptado: para bien o para mal, en general los seres humanos experimentamos un incremento permanente y casi inexorable en las interconexiones que se experimentan debido al interés nacional que se vive en cada uno de los países, y la Guerra por supuesto no es la excepción al referirnos a esta clase de aspectos que de una u otra manera nos llevan a dos percepciones; la primera puede ser llegar a posibles periodos de recesión o tal vez desafortunadamente acercarnos nuevamente a una catástrofe sobre natural con la llegada de una tercera guerra mundial cargada de armamentos termonucleares.
Es importante manejar la guerra dentro de los contextos de su génesis y su naturaleza por supuesto teniendo en cuenta la complejidad de un tema como este , que puede interpretarse desde diferentes perspectivas, de hecho ¿Qué hacer si sus peores enemigos son infinitamente mejores que usted? Eso no sería nada. El problema surge cuando los mejores amigos son peores que usted. Lo peor es tener sólo enemigos. No, Lo peor es tener sólo amigos. Pero ¿quién es el enemigo? ¿Usted o sus enemigos?
De una manera general, el estudio de la guerra ha ocupado un lugar secundario en las relaciones internacionales, y por distintos motivos, aunque sería imposible enumerarlos todos, el hecho es que se ha llegado a considerar el fenómeno como algo tan natural como la existencia de la humanidad, cosa que no es a fin de cuentas del todo falsa. Se ha identificado a la guerra con una barbarie coyuntural que impide el progreso, ya que éste debería llevar a una "paz perpetua", que suele entenderse por lo demás y de manera probablemente absurda cual ausencia de todo conflicto o toda contradicción; porque luego del siglo XIX supuestamente exento de guerras, los acontecimientos bélicos del siglo XX fueron atribuidos a toda prisa y de manera exclusiva a la guerra Fría y la "amenaza soviética" aunque, de manera paradójica, dicha guerra significara la paz en Europa, y nada más que en Europa debido a la eurocentricidad que se llego a vivir en esa época.
Desafortunadamente el peso del negativismo, el alarmismo y el sensacionalismo en los medios de comunicación masiva actuales son tal que el internacionalista ya no suele preguntarse por la eliminación de la guerra, siendo nuestro más noble propósito como personas del común que vivimos las realidades de un conflicto como tal, y en particular el propósito del humanismo y de la ética cristiana occidental, pese a que la guerra sea tan vieja como la humanidad de hecho sabemos que todos los políticos del mundo están en favor de la revolución, de la razón y de rendir las armas; pero solamente las del campo enemigo, no las del propio bando por supuesto, aunque ahora sepamos también que a finales del siglo XX no todo ocurrió de ese modo. Así mismo los seres humanos nos hayamos sorprendidos por algo que las generaciones anteriores ya sabían: pues la paz "es infinitamente compleja, inestable y frágil, un leve soplo la destruye", "más difícil e insólita que cualquier logro intelectual", por lo que sobre todo se desea, se siente y se busca, y dista mucho de ser un estado paradisiaco o natural.
Podemos decir que el estudio de las relaciones internacionales no es el único que no haya logrado explicar a fondo las causas y los efectos a mediano y largo plazo de las guerras: la Economía no lo ha conseguido, pese a los esfuerzos por vincular a la guerra con los ciclos económicos, la Antropología tampoco, aunque algunos autores hayan concluido que la guerra es una invención cultural y no una "necesidad biológica". Así las cosas pretender zanjar una problemática que en los últimos tiempos se ha colocado en términos apocalípticos y por completo históricos, con sólo ver las imágenes de las Torres Gemelas de Nueva York envueltas en fuego el 11 de septiembre de 2001, o creer a ciegas en ciertas opiniones del tipo de tipo particular como "el musulmán es belicoso".
Hablar de una naturaleza socioeconómica de la guerra en nuestros días, es referirse a los componentes específicamente económicos que caracterizan a muchos de los conflictos bélicos actuales que muestran la corresponsabilidad externa con dichas guerras civiles de carácter agresivo que se están librando en distintas partes del mundo, es el caso del narcotráfico, que alimenta las luchas entre la guerrilla, los paramilitares y el gobierno en Colombia, o de los valiosos recursos minerales en los pequeños países africanos, como Sierra Leona o Liberia, con su población diezmada por constantes campañas de aniquilamiento.
Hay una relación verificable en efecto, entre la extrema miseria y el estallido de conflictos armados en países con historias de conquista, dominación colonial y luchas inconclusas desde su independencia. Pero estas guerras de la pobreza se ven atizadas por la existencia en sus territorios de recursos naturales y riquezas potenciales que se presentan como un preciado trofeo para guerrillas, ejércitos irregulares en conexión con poderosos intereses económicos externos.
Se trata de otra de las consecuencias de la desestatización de los conflictos bélicos, de hecho la pérdida de poder territorial por parte de los gobiernos estatales genera una diseminación interna de conflictos y hostilidades en países con sociedades fuertemente divididas o escasamente integradas. Esta mayor conflictividad produjo un mercado proveedor y demandante para el tráfico de armas, la comercialización de drogas o la explotación ilimitada de recursos naturales. Así lo revelan informes recientes, entre ellos uno divulgado por el Banco Mundial, preocupado por las terribles consecuencias de esta compleja violencia organizada.
Es por eso que Frente a esta situación los organismos financieros internacionales hacen parte directa de la naturaleza socioeconómica de una guerra como tal, y de esta manera
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