Nacimiento E Infancia De Simon Bolivar
Enviado por eliscom • 20 de Marzo de 2012 • 7.225 Palabras (29 Páginas) • 928 Visitas
Nacimiento del libertador
Caracas amaneció nublada. No se veía el Ávila ni las lomas del Alto Hatillo. De pronto comenzó a llover torrencialmente. Fuerte goterones de agua repicaban sin cesar sobre los techos rojos de las casas. Las calles empedradas se llenaron de charcos. Las acercas estaban desiertas. Las quebradas circundantes arrastraban las ramas y troncos que obstruían su cause.
Caracas seguía nublada. Todo el Valle permanecía en silencio. De vez en cuando tronaba. Solamente en una casa aristocrática del centro junto a la plaza de San Jacinto, había ambiente de alegría y cuchicheo. Poco después de mediodía se abrió la puerta principal y salió corriendo de adentro el mensajero se iba deteniendo en todos los portones de la calle y a gritos comunicaba a los residentes la gran noticia del día ¡A la familia Bolívar le ha nacido un niño!
Horas más tarde escampó: salió el Sol de Julio. Caracas se vistió de luces y fiestas. La mansión Bolívar se llenó de gente. Toda la ciudad quería felicitar al Coronel Juan Vicente Bolívar y Doña Concepción Palacios.
Cuando la Independencia de América comenzaba a pensarse con otros nombres y a iniciar su recorrido autónomo, El 24 de Julio de 1.783 marcaría el calendario de la historia un comienzo trascendental. Nació Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte y Blanco. Venezuela era entonces una Capitanía General del Reino de España, en cuya población se respiraban resquemores por las diferencias de derechos existentes entre la oligarquía española dueña del poder, la clase mantuana o criolla, terratenientes en su mayoría, y los estratos bajos de pardos y esclavos. Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y blanco.
El 30 de Julio de 1.783, la señorial Casona de San Jacinto en Caracas, residencia de la familia Bolívar, está de fiesta. Se bautiza ese día el nuevo hijo, nacido hace apenas 6 días antes, el 24 de Julio. Como padrino del niño está su abuelo materno: Don Feliciano Palacios y Sojo, y oficia con licencia como sacerdote, el primo Jerez de Aristiguieta. La ceremonia se efectúa en la Catedral en la Capilla de la Santísima Trinidad, propiedad de la familia Bolívar.
El niño iba a llamarse Pedro José Antonio de la Santísima Trinidad; pero al momento de ponerle el agua que borra el pecado original, el canónigo Jerez de Aristiguieda le cambió el nombre de Pedro por el de Simón.
Al regresar al templo de la Casona de San Jacinto, el padre del niño. Don Juan Vicente Bolívar, se entera de lo ocurrido y le pregunta al Canónigo:
¿Por qué has hecho ese cambio Juan Félix?
No se como explicártelo, pero he sentido una voz interior, un extraño presentimiento, una inspiración venida seguramente de lo alto, que me ha dicho que ese niño será, andando el tiempo. "El Simón Macabeo de las Américas".
Infancia del libertador
LOS PREÁMBULOS DE LA BATALLA...!
De un lado: la línea de la artillería española se prepara para recibir la carga impetuosa de la caballería francesa… Pelotones de soldados ingleses ubicados a la retaguardia, también son ordenados cuidadosamente para arremeter la embestida de la caballería española… Los cañones con sus ruedas de madera, esperan la orden de disparar sus balas de plomo sobre un numeroso contingente de jinetes ataviados con uniformes multicolores… La oficialidad sobriamente vestida, dirige las acciones desde una improvisada colina… La masacre que se avecina alerta tomar las previsiones en las tiendas de campaña estratégicamente ubicadas para atender a los heridos… Todo está preparado en espera de la orden de avanzar… Al otro lado del campo de batalla, curiosos niños de piel negra, observan la estratagema que planifica el Comandante en Jefe del Ejército, cuando de pronto, una orden superior suspende la batalla… hora de comer..! Es la negra Matea que busca a Bolívar Niño para la merienda… Suculentos platos están servidos en la mesa:
Leche fresca de la vaca que pastorea en el patio trasero; el arroz con leche condimentado con clavos y canela; los dulces de coco que prepara la negra Hipólita; los esponjosos suspiros a base de huevo batido y papelón; el majarete; y el plato de fruta que nunca podía faltar con los jugosos nísperos que tanto gustan a Bolívar Niño, constituían las meriendas que cada día saboreaban los niños todas las tardes… Mientras Bolívar Niño come la merienda, los otros niños, hijos de los esclavos de la familia Bolívar, aprovechan para jugar con los soldados de plomo esparcidos en el patio… Todo un contingente militar de figuras exquisitamente talladas en plomo que, desde España, don Esteban le hizo llegar a su sobrino, como un regalo de su confirmación cuando Bolívar Niño cumplió los siete años de edad… Batallar con soldados de plomo, era el juego predilecto de Bolívar Niño: Pasaba toda la tarde planificando mil batallas, como si, su Yo interior, le vaticinara el destino que le deparaba la independencia de seis naciones, para desterrar por la fuerza de la guerra, el imperialismo salvaje y avasallador que instauró España en el Nuevo Mundo…
La Caracas de Bolívar Niño
Para la fecha en que Bolívar Niño llega al mundo, Caracas no superaba los 40 mil habitantes, y como el resto de América, estaba dividida en castas: indígenas nativos, negros esclavos, blancos nacidos en Europa, blancos criollos, mestizos nacidos por la unión de blancos e indígenas, mulatos por la unión de negros y blancos, y en su gran mayoría pardos como producto de la mezcla generacional de: indígenas, blancos y negros… Dentro de los blancos criollos existía una clase privilegiada llamada “mantuanos”, término derivado de la prenda de vestir “manto” que usaba la alcurnia aristocráticas de la colonia… La familia de Bolívar Niño lo conformaba una de las más adineradas de América: María de La Concepción, mujer distinguida y modales aristocráticos, nativa de la ciudad de Caracas; era, según las crónicas de la época: mujer de porte distinguido, fina y delicada, silueta aristocrática y un aire indefinible que la distingue entre todas las de su rango, ojos humildes, grandes y negro de suave fulgor, a la sombra de largas pestañas. Boca de dulzura y de gracia, donde es luz la sonrisa, la bondad miel y música el acento. Tez de blancura alabastrina, con esa palidez de buen tono de las jóvenes principales, criadas en el recogimiento de las viejas casonas coloniales… Se casó a los quince años con un hombre treinta años mayor que ella, Juan Vicente, nativo de la ciudad de La Victoria, de porte clásico, al mejor estilo del criollo venezolano adinerado. Rico y opulento
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