Nacimiento de la critica en el arte.

En muchas fuentes se dice que la Crítica de arte es la expresión de un juicio de valor sobre las obras de arte contemporáneo, ya que el análisis del arte de periodos anteriores se estudia en la disciplina Historia del arte.

El nacimiento de la crítica debe situarse en el contexto de la nueva sensibilidad que impone el público y la burguesía o la clase social determinante en el curso histórico de la Modernidad.

La crítica de arte es un género, entre literario y académico e incluso periodístico, que hace una valoración estética sobre las obras de arte, artistas o exposiciones, en principio de forma personal y subjetiva, pero basándose en la Historia del arte y sus múltiples disciplinas

Kant en su Crítica del juicio resalta la figura de un hombre excepcional, el genio creativo, que extiende paulatinamente al modelo del “diletante virtuoso” y el “amateur”, y que se encuentre en un grupo de individuos en continuo auto perfeccionamiento, hasta la consolidación de la existencia del público burgués, para el que el debate estético se convierte en símbolo y metáfora del ansiado cambio social, político y económico.

Gracias a la aparición de la prensa tipifican la unificación de un nuevo bloque dirigente a través de su discurso cultural, donde la burguesía descubre “una imagen idealizada de sus relaciones sociales”, la aparición de otras “instituciones” complementarias, como los cafés ingleses y los salones parisinos ayudaron para clarificar la ruptura que existe entre la crítica de arte y el resto de los géneros pertenecientes a la literatura artística precedente a la Modernidad.

Hay un sitio donde la Opinión crítica, público, arte del presente,  se reúnen en un solo lugar de encuentro y confrontación: la exposición (que generalmente se da en salones). Este es el círculo que cierra la experiencia estética moderna, definida y controlado por grupos de elites, sólo cuando existe un público para el arte puede existir la crítica de arte.

La publicidad en el arte tiene un gran antecedente cuando los estatutos de la Académie Royale de Peinture et de Sculpture deciden  organizar una serie de “ejercicios públicos” con los que dan a conocer el trabajo de sus miembros.  Y Luego, ante el éxito inesperado  y ante un ambiente millonario, se tornan más didácticos y extienden esta celebración,  nacen mayores ambiciones y se trasladan a un salón

A finales del siglo XVII la prensa oficial (el Mercure de France) resalta este hecho y dedica una nota de dos páginas a la exposición.

En el interludio entre 1704 y 1737 se da un cambio de sensibilidad en Francia, en este periodo prácticamente se interrumpen las exposiciones oficiales, se introducen importantes novedades, tanto en la reflexión de los teóricos sobre la cuestión del gusto como en los hábitos del público.

El arte no habla a la razón, sino al sentimiento. Reglas y técnicas quedan descalificadas, desvaneciendo al artista -y los demás especialistas- como jueces supremos de la obra, mientras se afirma ese sentimiento como cualidad común entre el público.

En este siglo las exposiciones ligadas a acontecimientos populares crecieron en importancia, “en parte como reacción consciente a la ausencia de un Salón y El arte se fue abriendo paso hacia la sociedad a través de festividades religiosas, mercadillos y otras ferias que acabaron por hacerse tradicionales, tanto en parís como en otras ciudades europeas

En 1737, gracias al ministro de hacienda Philibert Orry se realiza un salón, de hecho la primera exposición institucionalizada en Europa, de libre acceso, en un marco secular y con una finalidad específicamente estética. De repente, el público se ha convertido en el único censor y el verdadero protagonista.

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