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Noche De Los lápices


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2014  •  1.487 Palabras (6 Páginas)  •  230 Visitas

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Ocurrió en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, el 16 de septiembre de 1976, dentro del marco sangriento en que gobernó la dictadura militar, que tomó el poder por un golpe de estado que derrocó al gobierno de María Estela Martínez, viuda de Perón, el 26 de marzo de ese año.

Estos jóvenes que fueron víctimas de este hecho, crecieron en un mundo convulsionado, donde se mezclaban ideas neoliberales y sueños socialistas. Perón, en 1968, durante un gobierno militar, había escrito “La Hora de Los Pueblos” donde impulsaba a crear una Argentina contraria al imperialismo y unida a otros países latinoamericanos oprimidos, para luchar juntos, contra las potencias hegemónicas que avasallaban los derechos de los pueblos más pobres, enriqueciéndose a su costa. Desde 1972, la ideología peronista había adoptado el socialismo nacional, que significaba el respeto hacia los capitales privados, siempre y cuando cumplieran un fin social, bajo la vigilancia del estado.

Los sucesos de la Noche de los Lápices, involucró a jóvenes estudiantes secundarios que militaban en la Unión Estudiantil Secundaria. En su mayoría pertenecían a los más prestigiosos colegios públicos de esa localidad. Estos muchachos, de entre 16 y 18 años, se atrevieron a peticionar la reimplantación del boleto estudiantil, ante el ministerio de Obras Públicas (un pasaje de micro con precio menor al normal) que el gobierno había dejado sin efecto. Esta fue una de las versiones, aunque luego sus propios protagonistas sobrevivientes se encargaron de aclarar que el motivo era su participación en el centro de estudiantes, ya que el reclamo por el boleto había sucedido bastante tiempo atrás. El objetivo del gobierno era escarmentar a estos jóvenes para que desistieran en sus actitudes subversivas. Para ese cometido fueron alojados en unidades clandestinas de detención, entre los cuales se hallaban las comisarías platenses Quinta, Octava y Novena, la Comisaría Tercera de Valentín Alsina (Lanús), la propia Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires, y su Polígono de Tiro, y otros centros de detención que luego se conocieron como los de Arana, Pozo de Banfield y Pozo de Quilmes.

La mayoría de los secuestrados, realizaban trabajos comunitarios en villas de emergencia, pero lo que más molestaba al estado era su participación política desde la Unión de Estudiantes Secundarios.

El 8 de septiembre ya había sido secuestrado Gustavo Calotti (cadete policial, egresado del Colegio Nacional) de 18 años quien logró salvar su vida. El día 16, desaparecieron Claudio de Acha, (Colegio Nacional) de 17 años, María Clara Ciocchini,(Bellas artes) María Claudia Falcone, (Bellas artes) 16 años. Estas dos últimas secuestradas en la casa de la abuela de María Claudia. También tuvieron ese destino, Francisco López Muntaner 16 años, (Colegio Bellas artes) Daniel Racero, 18 años que estaba junto a Horacio Hungaro, de 17 años, en la casa de este último. Ambos concurrían a la Escuela Normal nro.3. Muchos de ellos eran hijos de militantes peronistas o con ideas de izquierda.

Al día siguiente le tocó el turno a Patricia Miranda, de 17 años, a quien no se le conoció jamás, militancia política. Logró sobrevivir, al igual que Emilce Moler secuestrada el mismo día, y de la misma edad que Patricia. Ambas eran alumnas de la Escuela de Bellas Artes. El 21 de septiembre perdió su libertad, Pablo Díaz, de 18 años, alumno de la escuela Media nro.2, que tras recuperar su libertad, pudo dar testimonio clave en el juicio a la Junta Militar del año 1985.

Todos eran jóvenes inteligentes, emprendedores, llenos de sueños de justicia. Las aulas en esa época eran refugio ideológico de ideas revolucionarias que cundían por Latinoamérica, y el lugar más temido por el poder militar conservador, que las consideraba un semillero de la subversión, que atentaba contra el orden establecido. Es cierto que la guerrilla se había constituido en un flagelo, pero los militares no distinguieron entre actos terroristas y simples reclamos de un puñadito de colegiales, fundados en ideas reivindicatorias.

Si bien tampoco el resto de los guerrilleros que fueron asesinados, merecieron los tormentos a los que fueron sometidos, ni la muerte, ni el secuestro de sus niños, entre otros crímenes atroces cometidos en este período conocido como “terrorismo de estado”, la noche de los lápices es un emblema por demás elocuente del salvajismo al que se animaron a llegar, en búsqueda de su ideal de orden y seguridad, pero en contra de la vida misma de los ciudadanos.

El operativo estuvo a cargo del general Ramón Camps, jefe de la policía de la provincia de Buenos Aires y del batallón 601 del Servicio de Inteligencia del Ejército.

En 1987, la historia de estos jóvenes fue llevada al cine, que

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