ORIGEN CULTURAL DE LA NORMA

ORIGEN CULTURAL DE LA NORMA

La palabra norma suele usarse en dos sentidos: en sentido amplio y en sentido restringido:

En sentido amplio latu sensu aplicase a toda regla de comportamiento, obligatoria o no.

En sentido estricto o de estricto sensu corresponde a la que impone deberes y confiere derechos.

Lo cultural no es de índole natural (biológico), tampoco ha sido racionalmente diseñada ni establecida por vía genética (filum), la cultura se halla integrada por un conjunto de normas de conductas aprendidas (por y en la experiencia) un tipo de que desconocen o ignoran los miembros de la sociedad. Esta docta ignorancia o cultural es la que se resisten aceptar los para quienes tales normas, necesariamente deben tener un origen innato y no de un espontáneo desarrollo (evolutivo).

Las reglas prácticas de cumplimiento potestativo prescriben determinados medios, con vista a la realización de ciertos fines. De esta manera es que las reglas prácticas cuyo cumplimiento es potestativo se llaman reglas técnicas; por lo tanto las reglas que tienen carácter obligatorio y son atributivos de facultades le damos el nombre de normas como el caso de los derechos y deberes establecidos en la Constitución.

El proceso de evolución cultural se basa en la transmisión de hábitos que tradicionalmente se incorporan al individuo por un proceso de imitación (ojos y oídos). Sin embargo, como no tenemos datos, notas o registros históricos que nos den información relacionada con la evolución de los esquemas normativos que rigen la estructura social y modalidades operativas de aquellos grupos humanos, alrededor de los cuales experimentó su inicial proceso de desarrollo; ante tal imposibilidad, Hayek echa mano de la imaginación o variación eidética conjetural o especulativa, a través de la descripción empírica y del estudio etnográfico de las primitivas agrupaciones humanas que aún existen. Este método imaginativo nos permite vislumbrar cómo probablemente sucedieron aquellas cosas en los que o resulta imposible saber cómo acontecieron en realidad. Con un escenario representativo y atemporal, podríamos concluir que la superación del hombre de su primitiva condición salvaje, en el momento en que logró singularizarse con relación al resto de los demás animales, se dio precisamente gracias a la evolución simultánea de los esquemas culturales y de su capacidad mental. Su singularización se debió a su capacidad de asumir normas por vía de imitación y transmisión generacional. Si se rompe este proceso habrá problemas de sobrevivencia o de convivencia cooperativa en las generaciones venideras. El ser humano pudo aprender estos normas por su capacidad intelectiva a través del tiempo y contextos diversos, especialmente captó tal información gracias al aprendizaje de las palabras que le economizó tiempo.

Esta evolución del ser humano por el cual el ambiente donde se desenvuelve la forma de actuar y por el cual crea la cultura, al utilizar las normas éstas lleva consigo la realización de juicios enunciativos siendo estos verdaderos o falsos. Al aplicar la norma los términos de verdadero y falso se transforman en validez o invalidez y ello se aplica en el contrato.

Al tener la norma dentro de su estructura los elementos del supuesto de hecho y la consecuencia jurídica, es importante tener bien definido el concepto de deber por lo que estos son juicios normativos por lo que las reglas de conducta imponen deberes o conceden derechos. De esta forma todo deber es deber de alguien y expresado en otra forma los impuestos de un imperativo son siempre deberes de un sujeto.

Como la cultura esta inmerso dentro de las reglas de conducta, el origen impersonal, por no decir trascendental y no intencionado de tal esquema normativo se justifica por el hecho de que no se puede asignar, en la esfera individual

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