OTRO MUNDO ES POSIBLE: MOVIMIENTO ZAPATISTA
Enviado por Melina Hugolini • 15 de Julio de 2022 • Monografía • 2.317 Palabras (10 Páginas) • 131 Visitas
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Profesorado “Gabriela Mistral”
OTRO MUNDO ES POSIBLE: MOVIMIENTO ZAPATISTA
Asignatura: Introducción a la Economía y las Ciencias Políticas
Profesora: Analía Ramírez
Alumna: Melina Hugolini
Año: 2do
Villa María
2021
OTRO MUNDO ES POSIBLE: MOVIMIENTO ZAPATISTA
Los movimientos sociales de nuestro continente están atravesando nuevos caminos y empiezan a construir sus propios nuevos mundos. Surgen como la respuesta al terremoto social que causó el neoliberalismo. (Zibechi, R. 2006)
Desde la década del 80’, y principios de los 90’ nuestro continente se convirtió en el escenario para experimentar y luego aplicar con crudeza políticas neoliberales, impulsadas por el “Consenso de Washington”. El conjunto de estas fórmulas económicas incluía acciones como privatización de servicios públicos, apertura de fronteras a capitales, endeudamiento externo, reducción de los Estados nacionales, entre otras medidas. Con la caída del Muro de Berlín (1989), y luego con desintegración de la Unión Soviética (1991), estos hechos marcaron el triunfo del neoliberalismo como la receta económica definitiva. Fue en este contexto en el que surge en Chiapas en 1994, un movimiento popular que se resiste al capitalismo y sus políticas neoliberales, en un México cansado y devastado por las intensas luchas por la tierra.
El movimiento indígena en México ha buscado desde sus orígenes la igualdad de derechos para con los pueblos originarios, y han ido construyendo las bases de su autogobierno. El proceso de construcción de autonomía que posee el mismo, es bastante amplio e interesante, sobre todo desde la creación de los caracoles, y las acciones llevadas a cabo por “la otra campaña”.
Teniendo en cuenta todo lo anteriormente expresado, el presente trabajo tratará de responder cuestiones como: ¿Cómo es que se organizan los zapatistas? ¿Qué acciones políticas tomaron? ¿Han aportado aspectos positivos a las condiciones de vida de las comunidades? ¿Cómo organizan proyectos conjuntos con otras comunidades? ¿Qué nos enseñan los zapatistas? Descubrir este nuevo repertorio de resistencia en democracia, es todo un desafío, pero no es imposible. Mientras entraba en vigor en varios países latinoamericanos el Tratado de Libre Comercio, en las tierras mexicanas estaba a punto de explotar un movimiento que llevaba años gestándose, cansados de ser olvidados y marginados, deciden alzar su voz para que, por fin, sean escuchadas.
Chiapas: el escenario del resurgimiento indígena
El 1 de enero de 1994 mientras entraba en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado con Estados Unidos y Canadá, siendo el máximo estandarte del proyecto neoliberal en Latinoamérica, un grupo armado de integración indígena mayoritaria, autodenominados Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), toma varios municipios del estado de Chiapas, y “demandaban once aspectos básicos: trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz.” (Espinoza, M. 2006).
Los orígenes del EZLN (años 60’ y 70’) poseen diversos acontecimientos, como el surgimiento de movimientos sociales, estudiantiles y campesinos, o la conformación de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN). El estado de Chiapas se ha caracterizado por su tradición de lucha desde épocas de conquista española, así que, no es casual, que en la Selva Lacandona grupos militares insurgentes hayan levantado sus campamentos allí para acercarse y crear vínculos con las comunidades indígenas.
Chiapas en los años 90’ tenía altos niveles de pobreza, marginación, desigualdad y discriminación[1] en la mayor parte de su población. A su vez, su sistema político era oligárquico, represivo e inestable. Todo esto en el marco en donde se introduce un modelo neoliberal en Latinoamérica que tuvo terribles consecuencias para las condiciones de vida de su población (desempleo, pérdida del poder adquisitivo, etc).
Dentro del movimiento zapatista, es cierto que el EZLN es su protagonista predominante, pero no es el único. El EZLN, es la parte militar del movimiento. Éste sigue en pie gracias a otros actores que también conforman este movimiento: comunidades indígenas (tzeltales, tzotziles, tojolabales, choles y zoques) y la sociedad civil (grupos y organizaciones que apoyan el movimiento).
Construyendo la autonomía
De la interacción de los tres grupos mencionados (EZLN, comunidades indígenas y actores sociopolíticos), el movimiento zapatista se fue condescendiendo con una amplia trama política en movimiento, donde empiezan a participar diversos actores sociales. “Al entrar en contacto con las diversas organizaciones, colectivos y personas, con sus luchas y demandas particulares, las iniciativas y discursos zapatistas son interpretados y resignificados, transformándolos y enriqueciéndolos.” (Díez, J. 2012)
Cuando el gobierno mexicano incumplió los Acuerdos de San Andrés[2] demostró que no fue capaz de cumplir a sus responsabilidades. La respuesta de los zapatistas fue simplemente empezar a construir su autonomía en sus territorios. En 2003, se anunció la creación de los Caracoles, como municipios autónomos, en donde las comunidades pueden elegir sus autoridades y delegados. Estos ayudaron a fortalecer los vínculos entre las comunidades locales. De la mano de los Caracoles, se crean también las Juntas de Buen Gobierno (JBG). “Los Caracoles son las sedes de las JBG, creadas como nuevas instancias de coordinación regional y lugares de encuentro de comunidades zapatistas y las organizaciones populares, colectivos y personas del resto de México y del mundo.” (Diez, J. 2012, pag. 179).
Las funciones de JBG es entablar los espacios que se requieren para coordinar a las comunidades con el resto de las organizaciones y así optimar el repartimiento de aportes y proyectos. Las asambleas comunitarias discuten, y aprueban o no las iniciativas. Estas JBG son elegidas por las asambleas.
Con las JBG se ampliaron los beneficios para la autonomía de los miembros que constituyen la comunidad zapatista. Ellos están tratando de llevar al campo practico su proyecto democrático, que, junto con la iniciativa de nuevas formas de autogobierno, bajo su vital principio mandar obedeciendo, busca enriquecer las relaciones en todos sus aspectos. Se puede decir que “han avanzado en la impartición de justicia, y en la creación de colectivos productivos, culturales, de salud y de educación propios que están permitiendo mejorar las condiciones de la vida de las comunidades.” (Díez. pág. 180-181)
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