Pacto De Punto Fijo
Enviado por proxf3nix • 24 de Mayo de 2015 • 1.457 Palabras (6 Páginas) • 311 Visitas
Pacto de punto fijo.
El Pacto de Punto Fijo fue un acuerdo entre los partidos políticos venezolanos AD, Copei y URD, firmado el 31 de octubre de 1958, pocos meses después del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez y antes de las elecciones de diciembre de ese mismo año.
El objetivo del pacto era conseguir la sostenibilidad de la recién instaurada democracia, mediante la participación equitativa de todos los partidos en el gabinete ejecutivo del partido triunfador, excluyendo el Partido Comunista de Venezuela, el cual sería perseguido posteriormente.[cita requerida]
Al contrario de lo que generalmente se piensa, el derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez no concluyó inmediatamente en un régimen civil democrático y a la salida de las Fuerzas Armadas de la política. Adicionalmente no todas las tendencias que derriban a Pérez Jiménez querían instaurar un régimen democrático y seguían prefiriendo un gobierno de las Fuerzas Armadas a lo que calificaban como “desorden” democrático del trienio 1945-1948.
Durante el año 1958 se llevaron a cabo varios intentos de Golpes de Estado contra la Junta de Gobierno.1 Los peligros concretos de una regresión militar llevan a la formación de un Frente civil para encauzar el camino a la normalización democrática.
Objetivos del Pacto
La finalidad del Pacto de Punto fijo se expresó con los siguientes puntos:2
• Defensa de la constitucionalidad y del derecho a gobernar conforme al resultado electoral.
• Gobierno de Unidad Nacional. Esto es, considerar equitativamente a todos los partidos firmantes y otros elementos de la sociedad en la formación del gabinete ejecutivo del partido ganador.
• Programa de gobierno mínimo común.
El bipartidismo en Venezuela de 1958 a 1999
Un sistema bipartidista (o bipartidismo) es un sistema de partidos políticos que favorece la aparición de dos coaliciones políticas (por lo general antagónicas en el espectro político) para generar una exclusión o una discriminación positiva de minorías políticas, sucediendo en todas las elecciones que uno de ellos alcanza el gobierno de la nación y el otro ocupa el segundo lugar en las preferencias de voto, pasando a ser la oposición oficial al gobierno. Sus defensores argumentan que genera una estabilidad política al excluir sectores extremistas que podrían alcanzar una representación parlamentaria o presidencial. Por el contrario, sus detractores argumentan que el hecho de que excluye a estas minorías es antidemocrático.1 2 3 4 5
Esta situación suele conllevar que esos dos partidos acaparen (además de la representación) casi en exclusiva la atención de los medios y de la opinión pública, pasando el resto de partidos algo desapercibidos de cara al grueso de la población. Sobre el sistema bipartidista existen grados. Siendo algunos sistemas políticos más bipartidistas que otros. En general la mayor parte de los sistemas lo favorecen en cierta medida aunque algunos están diseñados de forma bipartidista ya de raíz.
A finales de los noventa, muchas voces de venezolanos notables clamaban por la aparición de nuevos rostros para dirigir los destinos del país. Cansados del bipartidismo de AD y Copei y de una izquierda leal al sistema democrático de entonces, exigían cambios en el paradigma democrático y de su liderazgo. Sus exigencias, e incluso plegarias, fueron satisfechas, se produjo el cambio y henos aquí con un nuevo sistema político muy distinto a lo que se aspiraba (neoautoritarismo y/o neomilitarismo latinoamericano, le dicen algunos teóricos).
El desplazamiento de los partidos pilares del único período democrático que Venezuela ha tenido su historia de dos siglos, y cuya democratización todos los venezolanos pedían, no condujo a la aparición de partidos más democráticos. Por el contrario, ahora Venezuela es dirigida desde el gobierno por un partido, el PSUV, que nada tiene que envidiarle al partido nacional socialista alemán de preguerra (en realidad lo supera en cuanto al malandraje político y económico enquistado en sus estructuras).
Por otra parte, los rostros de Caldera, Carlos Andrés, Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff, Andrés Velásquez y otros demócratas, que se aspiraba fuesen sustituidos por los rostros de demócratas más puros y frescos, fueron asimismo apartados del poder. Sin embargo, no aparecieron los rostros idealizados, ahora ocupan su lugar: Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Jaua, Pedro Carreño, El Aisami, Iris Varela y otros especímenes.
La moraleja es clara: la política no necesariamente discurrre por donde desean sus actores que lo haga, y ejemplos históricos sobran aquí y fuera de nuestras fronteras. No bastan las buenas intenciones, ni tener un propósito común moralmente enaltecedor, el resultado puede ser catastrófico.
Deshacer el entuerto resultante, por supuesto,
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