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Paraje de ilusiones y experiencias


Enviado por   •  27 de Agosto de 2014  •  Tesis  •  5.512 Palabras (23 Páginas)  •  389 Visitas

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XIXILTÓN* Paraje de ilusiones y experiencias

Um (uno) La llegada Martes 9 de septiembre de 1965 Hoy en la madrugada me embarqué en el camión que me acercó hasta este paraje llamado Xixiltón, del municipio de Chenalhó. Tardé diez días en Tuxtla esperando la orden de comisión que al fin me dieron ayer, junto con cuatro maestros que proceden de otros estados del norte de la República. Ayer mismo por la tarde llegamos a San Cristóbal de las Casas y buscamos al supervisor en su oficina. Los vecinos dijeron que llevaba varios días de no abrir. Nos recomendaron buscar a la profesora auxiliar. La buscamos en el barrio donde vive hasta que la encontramos. Ella nos selló y firmó de recibido comprometiéndose a comunicarle al supervisor en cuanto lo viera y nosotros a presentarnos a la autoridad municipal de Chenalhó quien debía firmar y sellar los documentos para comprobar la presencia en el lugar de adscripción. La única salida del camión de redilas de tres toneladas a Chenalhó salía a las cinco de la mañana. Sin importamos el frío ni la lluvia subimos junto con los indígenas que van a los parajes de este municipio. Todos vinimos parados durante las tres horas y media que duró el viaje. Un ladino que comercia por estos rumbos y que venía en el camión nos dijo que tuvimos suerte porque sólo una vez se atasco a la altura del desvío de Mitontic; el mismo pasaje empuja en estos casos. Los indígenas se divirtieron comentando en tzotzil nuestra torpeza en estos menesteres. Como las redilas estaban muy flojas, en cada curva o casi pegaban con el paredón o daba la impresión de aventarnos al precipicio. Los indígenas, acostumbrados, jugaban con este movimiento y se reían de nuestro nerviosismo. A medio camino decidimos bajar y terminar la ruta a pie pero don Venancio, chofer y dueño del camión, nos persuadió de la inconveniencia por desconocer el camino y los peligros a que nos enfrentaríamos. Después de recorrer los treinta y cuatro kilómetros que dista de San Cristóbal llegamos a San Pedro Chenalhó _aún mareados_ Nos entrevistamos con el presidente, quien nos dijo algo que no comprendimos sino días después: _Miren maistros caxlanes, (ladinos) aprendan que yo soy el presidente; y si ustedes ganan, gano yo. Si vos recibís un huevo otro recibo yo. Informados por el mismo edil, del tumbo en que estaban los parajes de nuestro destino, cargamos las maletas observados por los indígenas que se acercaron a curiosearnos, riéndose y comentando entre ellos. Nos sentíamos animales observados. Lo más aprisa que pudimos empezamos a subir la montaña que teníamos en frente. Hora y media después de esforzamos subiendo un cerro y otro más, con el corazón golpeándonos el pecho y la garganta reseca por el aire frío que jalábamos por la boca, al fin alcanzamos el primer paraje llamado Chiltic en donde se quedaron Cenén Galeana, proveniente del Estado de México, y José Carda Requena de Tamaulipas,

• 2. quien debía seguir otra vereda distinta que lo conduciría a Yazalumil según decía la orden de comisión. Con mis otros dos compañeros y a pesar del cansancio decidimos seguir caminando, siempre de subida, porque las nubes amenazaban ya con llover. _¡Los espero el sábado!- nos gritó Cenén parado a la mitad de la cancha rústica de básquetbol. Desde arriba lo veíamos muy pequeño. No nos pudimos librar de mojamos porque cuando empezó a llover no había dónde guarecerse. Las ramas de los pinos mojaba más que la lluvia misma. Mis zapatos que tanto estimaba, varias veces tuve que rescatarlos de donde se quedaban atascados entre aquel lodo rojizo y pegajoso. Un buen rato avanzamos en silencio porque apenas si podíamos respirar, por el enorme esfuerzo de la caminata y la altura que hacían efecto sobre nosotros. La aceleración de los latidos del corazón y la resequedad en la boca así nos lo indicaban. Pasaba el medio día cuando llegamos a Xixiltón, que era mi destino. como todos los parajes tzotziles, la primera sna (casa) estaba a unos doscientos metros de la escuelita. No hubo necesidad de preguntar, porque algún maestro anterior tuvo la buena ocurrencia de escribirlo en una tabla que colgaba del alero de la única aula que había. Apenas llegamos al breve portal nos tiramos exhaustos. _¡Por fin!- murmuré aún con el letrero en la mente que decía: Escuela Primaria Rural Federal; El Niño Artillero Xixiltón, Municipio de Chenalhó, Chiapas. Todo abreviado y borroso en la tabla ennegrecida y chueca por la humedad y el sol de varios años. _¿Quieres?- me dijo Enrique Tovilla ofreciéndome una tortilla doblada con un pedazo de carne seca, _ojalá está buena todavía_ terminó diciendo aquel compañero maestro y único paisano que venía de Comitán destinado al paraje Xunuch. _Yo ya no podré seguir caminando_ dijo Manuel de Jesús Aragón, el tercer maestro que iba destinado a Macuxtetic, enseñándonos los pies ampollados. _Quédate aquí hasta que puedas ir a tu escuela- le dijo a modo de consuelo viendo hacia el cuartito, anexo al aula, cuya puerta estaba amarrada de un lazo y que me figuraba sería la casa del maestro. Manuel sacó aguja y tintura de su maleta: -vaya reventarlas para curármelas- Había parado de llover pero del alero seguía escurriendo agua y la neblina se iba apoderando del ambiente haciéndolo sentir más que solitario. De pronto Enrique me codeó para que viera a los tres seres que venían hacia donde estábamos, parecían surgidos de la nada, como hijos de la niebla. Manuel también los vio y dejó su dolorosa tarea interesado en los recién llegados. _¿Quién es maestro Alfredo?- dijo con dificultad el que parecía con mayor autoridad de los tres que vestían iguales: una prenda de manta abierta a los lados que llamannatil'ul, sujeta con un cinturón de cuero, encima un cotón largo de lana negra llamado xakitail y en el cuello llevaban el pokil, que es un paño largo de color blanco y rojo sujetado al cuello que les sirve para taparse los oídos y la boca cuando hay mucho frío. En la cabeza llevaban el pixolal (sombrero). Enrique y Manuel se quedaron viéndoles asombrados. _Yo soy el profesor _contesté inquieto e intrigado. _El u presidente Jacinto nos manda para conocerte. Los tres somos del Comité de Educación de Xixiltón. Yo soy Pedro López Chuch (ardilla) soy u presidente;, él es Pedro López Tul (conejo) el secretario y él es Pedro Pérez Cotz (gallo) el tesorero. _Pues yo soy el profesor Alfredo, aquí tengo mi comisión. El maestro Enrique va a Xunuch y el Maestro Manuel va para la escuela de concentración de Macuxtetic. Page 2

• 3. _¿Traés qué comer?- me preguntó Pedro Chucho _No traigo. le contesté alarmado. _Vas a tener que regresar te a comprarlo porque aquí no hay nada que comás. Los tres maestros nos quedamos viendo sintiéndonos inermes en aquel ambiente. _Pero, me podés vender unas tortillas siquiera. _No. El maíz

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