Pintura Guatemalteca Del Siglo XIX Y XX
Enviado por mihahsbabsxa • 26 de Noviembre de 2013 • 1.557 Palabras (7 Páginas) • 878 Visitas
La pintura Guatemalteca de los siglos XIX se inicia luego de una gran pintura del siglo anterior, del siglo XVIII que nos muestra una altísima calidad de producción artística, y para a ser en los siguientes siglos a una pintura miniaturista por excelencia entre los artistas mas destacados encontramos a Francisco cabrera, de hábil técnica y sensibilidad definida en el retrato. Se retratan diferentes personajes sociales de la historia de Guatemala pero también se refleja una gran manufactura del arte de esta época, lo cual refleja en síntesis una historia contada con pinceladas libres y esbozos libres que denotan el lugar y el momento oportuno de sucesos rezagados de época.
La pintura religiosa queda delegada a la iglesia y al interior de las iglesias ya que en esta época la colonización ya se había realizado los indígenas ya habían sido convertidos al evangelio no se necesita mostrar afuera de la iglesia lo que podía suceder si no se convertían sino que se interesaba que la iglesia fuese recreada con imágenes religiosas para un asombro de los feligreses de lo que el evangelio ofrecía y de las maravillas que se hacia en la iglesia, sin embargo se conserva también en familias influyentes, familias adineradas que eran familias que pagaban por un arte especifico y especial para su familia, donde ellos pueden intervenir y decir exactamente a artista que es lo que a ellos les interesa ver retratado en un cuadro dado que como clientes que pagan tienen el derecho de interferir en lo que el artista intenta decir con sus pinturas aunque estas sean de carácter religioso, la pintura popular se conserva en menor grado casi desapareciendo.
En el retrato se logran plasmar diferentes temáticas, entre ellas el retrato mundano este se trata de un retrato basado en el hombre en si en lo que el hombre representa y en lo que el hombre es, sus pecados sus lujos sus deseos, diferentes temáticas en torno a lo que el hombre representa como una especie superior, superior a algunos humanos de clase mas baja en forma de atribuir una mayor importancia a las familias influyentes y vanidosos por ello la pintura retratista trajo como consecuencia una mayor distinción y pugna entre las clases sociales conformadas por los artistas y los Mantuanos; ya que fue un género pictórico que permitió la incorporación de valores políticos, morales y afectivos con el objeto de alcanzar un fin determinado. De allí nace la glorificación del poder de los personajes que representaba y una cierta discriminación a los mas humildes viendo una diferenciación clasial.
Ante esto surge una insatisfacción ocasionada a los artistas por un repudio contra la diferenciación social la realización de retratos por encargo para las clases pudientes de la época se ven en la necesidad de recurrir al género del paisaje como la vía de escape para la realización de temas que partan de una inspiración personal y por lo tanto, de libre selección con el objeto de evitar complacer los intereses de terceros y como una forma de lograr " la satisfacción íntima y la afirmación de la individualidad del pintor" . De esta manera, pretendían llenar la gran insatisfacción que les producía ejecutar retratos por encargo que no se correspondían para nada con su sentir y apreciación estética ya que estos sienten la necesidad de un desahogo de crítica o desahogo de sentimientos mediante su arte. El artista busca como terapia su propio arte en el cual busca que no se interfiera en su forma de pensar o en su forma de ver el mundo y en el genero del retrato esto no se respeta porque por la índoles del genero no se puede intervenir de manera creativa la pintura y se comienza a sentir un artista atrapado que busca escapar de la monotonía de el poderío entre clases sociales, esto viene a ser como una rebelión contra el arte por encargo al arte mas libre y sin prejuicios.
Hacia la década del treinta al paisajismo propiamente dicho, se le agrega o combina un indigenismo surgido del pensamiento aculturador como resabio del positivismo de entre siglos, se desarrolla entonces una corriente que enlaza el paisaje con el retrato del indígena desde una perspectiva antropológica. Se retratan indígenas realizando labores cotidianas o en ceremonias religiosas, sirven como documentos históricos basados en la realidad. Indudablemente una realidad desde la perspectiva propia del artista que se integra al mundo del observador, no ya por su dimensión física, sino con sus cualidades humanas trascendiendo la naturaleza exterior y transformando la propia. El arte del retrato indigenista independiente o formando parte del paisaje se integra en la realidad humana y social en una época o en una sociedad dadas y, en ese sentido, tanto retrato como paisaje son inseparables de la realidad histórica y social de Guatemala.
En contraposición a esta insistencia en la llamada evasión paisajística
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