Plan De San Luis
Enviado por afm1990 • 15 de Abril de 2014 • 1.550 Palabras (7 Páginas) • 337 Visitas
La madrugada del 6 de octubre de 1910, tres hombres caminaban apresurados por la Calzada de Guadalupe, avenida paralela a las vías de la estación de tren en San Luis Potosí. Uno de estos hombres, vestido en traje de mecánico, con pañuelo rojo al cuello y sombrero de paja, era Francisco I. Madero, quien secretamente abordaría un tren que lo llevaría a la libertad en San Antonio, Texas.
A principios de junio de 1910, Madero salió de la capital mexicana para emprender su última gira de propaganda. Ninguna campaña electoral en la historia mexicana había sido más extensa y activa que la de Madero, había visitado 22 estados de la República y fundado al menos cien clubes antirreeleccionistas. En esta última ocasión tendría que tolerar a un acompañante incómodo, Juan R. Orcí, secretario del vicepresidente Ramón Corral.
Aclamado por la multitud de simpatizantes, en Saltillo y San Luis Potosí, sufrió de serias hostilidades por parte del gobierno que pretendía inútilmente parar su discurso. La recepción en Monterrey fue impresionante, a pesar del gran despliegue policiaco que impedía que más de 10 mil personas se acercaran al candidato, algunos, cerca de 1500 personas, rompieron el cerco y lograron reunirse fuera de la casa del padre de Madero. Desde el balcón, Francisco I. Madero y Roque Estrada, condenaron la conducta violenta de la policía.
Cerca de las 8:30 de la noche, Madero y Estrada subieron al automóvil que los llevaría a la estación de tren, varios hombres vestidos de civiles les marcaron el alto ordenándole a Estrada que se entregara; Madero inconforme, inició una discusión que su compañero aprovechó para ocultarse en la casa. El candidato siguió su camino a la estación, pero el tren fue detenido para buscar en su interior a Estrada. A falta de fugitivo, Madero fue detenido por “proteger a un fugitivo”.
La esposa de Madero, Sara, se rehusó a separarse de su lado cuando lo trasladaban a la penitenciaría del Estado por miedo a que su marido fuera víctima de la ley fuga. Al día siguiente Roque Estrada decidió entregarse con la esperanza de obtener así la libertad de Madero, pero los cargos imputados iban en aumento: sedición, fomentar rebelión, e insultar a las autoridades. El testigo de los cargos: Juan Orcí.
Madero sabía que debía tomar algún provecho de la situación. Lanzó una proclama al pueblo mexicano en la que explicaba las circunstancias de su arresto, acusaba al gobierno de su encarcelamiento y el de sus partidarios en varias partes de la República; los alentaba a no permitir las amenazas, y a ejercer sus derechos. Publicó también una carta abierta a Díaz en la que le decía: “La nación está cansada del continuismo y demanda ser gobernada por la constitución y no con paternalismo”, si insistían en la reelección “…serían responsables ante la nación, ante el mundo civilizado y ante la historia por las consecuencias”.
Comenzaron entonces las protestas a la represión del gobierno de Díaz. El pueblo sin duda alguna quería un cambio, y aunque no todos deseaban a Madero para presidente, el arresto del único candidato que se había atrevido a desafiar a la dictadura, lo hacía gozar aún más de popularidad. Francisco I. Madero se convertía entonces en “el apóstol de la democracia”.
El 26 de junio se celebraron las elecciones primarias, y los detenidos fueron transferidos a la prisión de San Luis Potosí, ya que los “crímenes” ahí habían sido cometidos. Las elecciones secundarias del 8 de julio, reafirmaron el triunfo de los reeleccionistas; Madero y su partido sometieron al Congreso un detallado expediente legal sobre el fraude en las elecciones, apelando a su nulidad.
El 16 de septiembre, el general Díaz se dirigió al Congreso, y con descaro declaró que las elecciones se habían celebrado con “regularidad”. El 4 de octubre, Díaz y Corral fueron declarados reelectos. Las fiestas del Centenario de la Independencia, opulentas y fulgurantes, hicieron brillar a don Porfirio mientras se ocultaba en las sombras, la catástrofe.
Madero y Estrada habían cambiado la cárcel por la ciudad, José Yves Limantour, ministro de finanzas del general
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