Políticas castellanizadoras de Victórico Grajales Reynosa en el estado de Chiapas
Enviado por Andrés Oseguera • 30 de Noviembre de 2017 • Trabajo • 1.807 Palabras (8 Páginas) • 682 Visitas
Políticas castellanizadoras de Victórico Grajales Reynosa en el estado de Chiapas
El estado de Chiapas[1] (del náhuatl chiapan, ‘lugar de la chía’) se ubica en el sureste mexicano y limita al norte con Tabasco, al este con la República de Guatemala, al sur con el Océano Pacífico y al oeste con los estados de Oaxaca y Veracruz.
Por su ubicación, Chiapas se encuentra en la región norteña del cinturón tropical, situación latitudinal que, junto con una fisiografía muy compleja, han creado las condiciones propicias para resguardar una gran diversidad de ecosistemas.
Actualmente, las etnias más representativas en el estado, por su magnitud, son la Tseltal con 362,658 personas (37.9%), Tsotsil 320,921 (33.5), Chol con 161,794 (16.9%), Zoque con 43,936 (4.6%) y Tojolabal con 42,798 personas (4.5%). Estas cinco lenguas concentran al 97.4% del total de población hablante de lengua indígena de la entidad.
Aunque el actual territorio de Chiapas fue poblado desde hace más de 3 mil años, por diversas culturas como los mayas, sus orígenes como entidad se datan del siglo XVI como fruto de la colonización del nuevo mundo.
De acuerdo con la descripción del presbítero Domingo Juarros en su Compendio de la Historia del Reino de Guatemala (1981), la Intendencia tenía 69.253 habitantes en 1800.
La Revolución mexicana de 1910 no alcanzó al estado. Los principales terratenientes se coligaron para proteger el sistema feudal de la finca y todos los privilegios que de él emanaban para ese pequeño grupo privilegiado a cambio de condiciones precarias de vida para el resto de la población (mayoritariamente indígena). Es así como las tropas revolucionarias de Venustiano Carranza fueron rechazadas por el ejército de los latifundistas, conocido como ejército mapache.[2]
Al finalizar la Revolución los terratenientes chiapanecos suscribieron un pacto de gobernabilidad con el nuevo gobierno mexicano a cambio de que se mantuvieran sus privilegios.
En este contexto es que en 1932 el gobierno de Calles elige de entre una lista de siete candidatos a Victórico Grajales (1885-1941), nacido en la villa de Chiapa de Corzo (depresión central de Chiapas), como gobernador del estado por considerarlo un “verdadero y auténtico revolucionario” al haber éste luchado en la filas carrancistas del ejército mapache.
Dice Julio Ríos Figueroa (2002) que “[…] Grajales estaba en una posición privilegiada para realizar la labor revolucionaria deseada por Calles…debido a su pasado Carrancista y antidelahuertista, además de su calidad de finquero y oligarca que lo hacía ser bien visto por los grupos de poder de la región”[3]; esto le permitió a Grajales implementar con gran éxito la política anticlerical de Calles (que él llamó antifanatismo) pero también otras políticas sociales específicas con el pretexto de la modernización revolucionaria.
A partir de este punto podemos hablar de la labor “integradora” y “castellanizadora” que hizo el general Victórico Grajales en Chiapas, la cual podríamos ver como una política lingüística que en términos de OBI (2007) no es otra cosa más que “[…] una declaración que establece objetivos para la enseñanza y el aprendizaje de la lengua[4] […] es una declaración de acción que describe las aplicaciones concretas que permiten alcanzar y evaluar esos objetivos”; dicha declaración puede ser de tipo oficial (directamente creada y/o promovida por los gobiernos o los grupos de poder establecidos) o de tipo extraoficial (respaldada por grupos de poder de facto como la religión, los medios de comunicación, etc.). Grajales refleja estas políticas con la creación de la Escuela Normal Rural, la cual tenía como objetivo la integración al Estado Nacional Mexicano de todos los grupos indígenas existentes en el momento. Para lograr esto, Grajales prohibió el habla de las lenguas indígenas entre los nativos y –más drástico aun— el uso de los distintos trajes típicos, los cuales era quemados públicamente y cambiados por overoles, todo lo cual castigaba severamente de manera física.[5]
A pesar de esta disposición, que nunca se hizo oficial y por escrito, los grupos indígenas mayoritarios (tzeltales, tojolabales y tsotsiles) continuaron hablando su lengua y usando sus respectivos trajes tradicionales.[6]
Todo este embate en contra de las sociedades indígenas de Chiapas en busca de la unificación fue apoyado activamente por distintos misioneros protestantes quienes solían enseñar castellano, pero con la excepción de los presbiterianos, quienes criticaron duramente y de manera abierta las políticas grajalistas, y evangelizaron en lengua mam y aún crearon una gramática de dicha lengua.[7]
Otro grupo importante que en principio apoyó la política castellanizadora de Grajales pero después reculó por los tintes socialistas de la misma fue la iglesia católica, la cual conservó su prominencia entre los grupos religiosos de la región, tal como describe Graham Green tras su paso por la región en 1938: “[en Yajalón] todos eran católicos […] salvo el maestro de escuela […] quien se había vuelto, como todos, en político”.[8]
Presionado por el presidente Cárdenas en 1934, que pedía “emitir una serie de leyes tendientes a lograr el mejoramiento de los indígenas y sus condiciones en el estado”[9], Victórico Grajales crea el Departamento de Acción Social, Cultura y Protección Indígena; este hecho puede parecer contradictorio a la política indigenista que el gobernador venía implementando. Sin embargo, el decreto de creación de dicho departamento parte de que:
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