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Que Es La Cultura


Enviado por   •  22 de Enero de 2012  •  3.098 Palabras (13 Páginas)  •  666 Visitas

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¿QUÉ ES LA CULTURA?

Angelo Altieri Megale*

La palabra cultura (del tema cult, perteneciente al verbo latino colo, colere, cultum = cultivar) significa etimológicamente cultivo. Como palabra fundamental, ella entra en composición con palabras específicas, que determinan su sentido general; así “agri-cultura” = cultivo del campo. Cicerón, en las Tusculanas (2, 13), emplea la expresión cultura animi en el sentido de “educación espiritual”; y Horacio, en las Epístolas (1, 1, 40. B), usa la palabra con el mismo sentido, si bien no añade término especificativo alguno. Cultura, atento a su definición verbal-etimológica, es, pues, educación, formación, desarrollo o perfeccionamiento de las facultades intelectuales y morales del hombre; y en su reflejo objetivo, cultura es el mundo propio del hombre, en oposición al mundo natural, que existiría igualmente aun sin el hombre. Cultura, por tanto, no es solamente el proceso de la actividad humana, que Francisco Bacon llama metafóricamente la “geórgica del animo” (De dignitate et augmentis scientiae, VII, 1); es también el producto de tal actividad, (CULTURA ES EL PRODUCTO DE LA ACTIVIDAD DEL HOBRE) de tal formación, o sea, es el conjunto de maneras de pensar y de vivir, cultivadas, que suelen designarse con el nombre de civilización. Así entendida, cultura es un nombre adecuado para aplicarse, sensu lato, a todas las realizaciones características de los grupos humanos. En él están comprendidos tanto el lenguaje, la industria, el arte, la ciencia, el derecho, el gobierno, la moral, la religión, como los instrumentos materiales o artefactos en los que se materializan las realizaciones culturales y mediante los cuales surten efecto práctico los aspectos intelectuales de la cultura (edificios, instrumentos, máquinas, objetos de arte, medios para la comunicación, etcétera).

Pero no siempre el término cultura ha tenido una extensión tan grande; anteriormente, máxime en la edad clásica, su denotación era mucho más restringida. En la antigua Grecia, el término correspondiente a cultura era paideya (lit. crianza de un niño; met. instrucción, educación perfecta), al paso que, en la Roma de Cicerón y de Varrón, se usaba la palabra humanitas (lit. naturaleza humana; met. dignidad humana, educación refinada). Se entendía por educación perfecta o refinada la que proporcionan las buenas artes, que son propias y exclusivamente del hombre y lo diferencian de los demás animales (A. Gelio: Noches áticas, XIII, 17). Las buenas artes eran la poesía, la elocuencia, la filosofía, etcétera, a las cuales se reconocía un valor esencial para la formación del hombre verdadero, del hombre en su genuina y perfecta naturaleza, o sea, del hombre concebido como pura mente, como puro espíritu. A partir del siglo I antes de Cristo, por obra especialmente del filólogo romano Varrón, se llamó artes liberales (o sea, dignas del hombre libre; los esclavos, en Grecia, estaban excluidos de la educación), en contraste con las artes manuales, a nueve disciplinas: gramática, dialéctica, retórica, aritmética, geometría, astronomía, música, y las dos últimas no fueron tomadas mucho en cuenta que son arquitectura y medicina. Destinado a permanecer inmutado por muchos siglos. Tomás fundaba la distinción entre artes liberales y artes manuales o serviles en que las primeras están dirigidas al ejercicio de la razón y las segundas a los trabajos del cuerpo, que en cierto modo son serviles, porque el cuerpo está sometido al alma y el hombre es libre según el alma. Para significar el arte manual o mecánico, en griego se empleaba la palabra banausía, que implicaba una valoración negativa de tal actividad como algo grosero y vulgar. Ya Herodoto (Historias, II, 155 sigs.) observaba que tanto los griegos como los bárbaros convenían en consideraban inferiores a los ciudadanos que aprenden un oficio y, en cambio, se consideraba como gente de bien a los que evitan los trabajos manuales y se dedican principalmente a la guerra.

Platón y Aristóteles basada en la esclavitud: saber hacer las cosas y el poder señorial es propio de quien no las hace pero las saber usar mejor que quien las hace, es decir, de un lado estaban los que lo poseían todo; del otro, los que no tenían más razón de existir que la de proporcionar los bienes necesarios para la existencia de los primeros. El esclavo no pasaba de ser un instrumento animado; y todos los que se dedicaban a los trabajos manuales no se diferenciaban substancialmente de los animales, porque también éstos (se decía) trabajan, luchan para proporcionarse el alimento y para satisfacer otras necesidades, porque también éstos son meramente soma (cuerpo) y no nous (mente pensante). Este concepto clásico de cultura es, pues, eminentemente aristocrático: no todos pueden acceder a ella, sino solamente los mejor dotados. Por otro lado, es naturalista, ya que excluye toda actividad ultra-mundana, o sea, que no esté dirigida a la realización del hombre en el mundo. Por fin, es contemplativa, al ver en la vida teórica, enteramente dedicada a la búsqueda de la más alta sabiduría, fuera de cualquier utilidad práctica, el fin último de la cultura. En la condena y subestimación del trabajo manual, máxime si tiende a la consecución de una ganancia, el concepto clásico de cultura se aviene perfectamente al sentido de la palabra latina otium (descanso de las ocupaciones de los negocios, tiempo libre porque no es ocupado por los negocios), en oposición a negotium (nec otium, a saber, ocupación, actividad práctica). El griego empleaba la palabra sjolé con sentido similar: ocupación de estudios, ocio, descanso.

La edad media en parte conservó y en parte modificó el concepto clásico de cultura: conservó los caracteres aristocrático y contemplativo, pero substituyó el carácter naturalista con el carácter religioso-trascendente: fin de la cultura es la preparación del hombre para el cumplimiento de los deberes religiosos y la consecución de la vida ultraterrenal. La filosofía adquirió una función eminente, pero diversa de la que había tenido en el mundo grecorromano: dejó de ser el conjunto de las búsquedas autónomas que el hombre organiza y disciplina de acuerdo con los instrumentos naturales que él posee, o sea, con los sentidos y la razón, y se convirtió en auxiliar de la teología para la defensa y la demostración, hasta donde sea posible, de las verdades reveladas (philosophia ancilla est theologiae). Sin embargo, la cultura medieval conservó, como se dijo arriba, los caracteres aristocrático y contemplativo, propios del ideal clásico. El carácter aristocrático fue afirmado sobre todo por la filosofía árabe: solamente a unos pocos (dice Averroes) es accesible la verdad filosófica; a los más sólo les queda la revelación religiosa. El carácter contemplativo se

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