ROSAS MARCHA HACIA EL EXILIO
Enviado por G181818 • 18 de Octubre de 2011 • Trabajo • 1.602 Palabras (7 Páginas) • 655 Visitas
ROSAS MARCHA HACIA EL EXILIO
Informe de Robert Gore
Después de la batalla de Caseros, Robert Gore, representante ingles ante el gobierno de Buenos Aires, dirige al Ministro de Asuntos Exteriores, Lord Henry John Temple vizconde de Palmerston, el siguiente informe fechado el 9 de febrero de 1852:
Mi querido Lord:
No podía pensar, cuando zarpó el paquete en la tarde del 2 del presente, que al siguiente día terminaría el gobierno del general Rosas y su existencia política en este país. Por todas las circunstancias que he podido colegir, desde entonces, tanto él como su familia fueron mantenidos en la más completa ignorancia del poder, fuerza y recursos del ejército bajo el mando de Urquiza, pues ellos fueron animados por informes falsos, como para que creyesen que en el caso de una batalla, el general Rosas seguramente triunfaría.
En la tarde del 2 de febrero, el día anterior a la así denominada batalla, yo fui positivamente asegurado en la casa del gobernador que el general Benavídez, gobernador de la Provincia de San Juan, estaba en la retaguardia del ejército de Urquiza con 4.000 hombres y 8.000 caballos; y que Pedro Rosas se hallaba tras el ala derecha con 2.000 indios, de tal modo que, según esta cuenta, e1 ejército de Urquiza tenía 24.000 hombres, de los cuales 3.500 eran brasileros, 1.500 orientales, y los restantes correntinos, entrerrianos y bonaerenses y de las demás provincias, muy bien equipados y con excelente disciplina.
En la mañana del 3 de febrero, el ejército de Rosas consistía de 18.000 hombres, habiéndose reducido a este número por la dispersión de 7.000 hombres el 31 de enero. Este ejército, salvados 5.000, eran principalmente reclutas forzados al servicio. En realidad no hubo batalla, pues las tropas de Rosas arrojaron sus armas y huyeron, y -exceptuando la división Palermo- no fue más que una pequeña lucha, demostrado por el resultado, pues cayeron muertos tan solo 190 a 200 hombres, y hubo 43.000 hombres en el campo de batalla. La artillería de Rosas fue emplazada en una trinchera, y los cañones apuntaban al aire, de tal manera que los tiros sobrepasaban sin causar ningún dado. Casi todos los jefes en quienes Rosas confió se encuentran ahora al servicio. de Urquiza. Son las mismas personas a quienes a menudo escuché jurar devoción a la causa y persona del general Rozas. Nunca hubo hombre tan traicionado. El secretario confidencial que copiaba sus notas y despachos, nunca falló en enviar copias a Urquiza de todo lo que era interesante o le interesaba conocer a éste. Los jefes que mandaban la vanguardia de Rozas, se hallan ahora al frente de distritos. Nunca fue tan amplia la traición.
Relataré ahora a V. Señoría la fuga de Rosas y su familia. El día 3 de febrero estuve durante todo el tiempo completamente ocupado, concertando con mis colegas los mejores medios para proteger las vidas y propiedades de nuestros respectivos coacciónales. Al regresar a mi casa, a las 4 y media de la tarde, mi sirviente me informó que había admitido a una persona con uniforme de soldado común, pero que sospechaba ser el general Rosas, y que se hallaba reposando en mi lecho, muy exhausto por la fatiga y una herida que tenía en la mano, habiendo pedido que le dejasen recostar. Entré inmediatamente y hallé a Rosas en mi cama, cubierto con el humo y polvo de la batalla y sufriendo fatiga y hambre; mas, por otra parte, calmo y dueño de sí mismo. Díjome sonriendo "Es un hecho curioso que el caballo que doné a Mr. Southern para la reina Victoria salvó mi vida esta mañana, y ahora me encuentro bajo la protección de la bandera inglesa". Inmediatamente me di cuenta que era necesario sacarle de mi cama y pasarlo a un buque de guerra, antes que se supiese o sospechase dónde estaba. Tenía poco tiempo disponible y debía emplear la mayor discreción posible, pues estaba por reunirme con los demás representantes, a las 6 pm., para ir al campo de Urquiza, a pedido del general Mansilla, jefe de la plaza, para ofrecer nuestros buenos oficios, 'a fin de convenir con aquel general la constitución de un gobierno para la ciudad, y yo no poseía medio alguno para hacer nada hasta mi regreso. Me vi, pues, obligado a dejar al general Rosas , habiendo ordenado su cena y baño, y que por ningún motivo se permitiese a ninguna persona entrar o salir de mi casa, hasta mi regreso.
Al llegar los agentes extranjeros a Palermo encontramos la vanguardia del ejército de Urqúiza, entrando y adoptando sus medidas para pasar la noche, bajo el mando del general Galán, a quien hicimos conocer nuestra misión. Fuimos muy bien recibidos, y envió inmediatamente su edecán al campo de batalla donde se suponía que Urquiza pasaría la noche, para informarle del asunto que teníamos
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