Reseña sobre “Criollos: configuración de una mentalidad”
Enviado por Annie Gómez • 16 de Mayo de 2016 • Tarea • 2.145 Palabras (9 Páginas) • 597 Visitas
Pontificia Universidad Javeriana
Facultad de Ciencias Sociales
Historia de Colombia Colonial
Presentado por: Valeria Miranda, Helena Barajas y Annie Gómez
Reseña sobre “Criollos: configuración de una mentalidad”
Sobre el autor
Aristides Ramos Peñuela es licenciado en Historia y Socioeconomía de la Universidad Pedagógica Nacional. Posteriormente, obtuvo en 1998 su título de Magister en Historia en Universidad Nacional de Colombia. Actualmente es profesor y director de la Maestría en historia de la Pontificia Universidad Javeriana. Su trabajo se ha enfocado al estudio de Colombia y América en el período Colonial y en el siglo XIX.
Resumen
El artículo Criollos: configuración de una mentalidad se propone examinar la mentalidad “criolla” y su impaco en la hispanoamericana del siglo XVII por lograr el afianzamiento de una burocrácia y élite propia, que sería un factor determinante en formación de esta sociedad.
Inicialmente el autor se pregunta por las multliples comprenciones del termino “criollo” que se han consolidado en la historiografía y parecen haber sido las más aceptadas por la sociedad. La primera hace referencia a la identidad, entendiendo lo criollo casi como un sinónimo de nacionalismo, como reflejo de un sentimiento de propiedad que se cree crecía cada vez más en los criollos a comienzos del siglo XVII y culmina con el deseo de emancipación de los peninsulares por defender sus diferencias.
Sin embargo, esta idea plantea de inmediato afirmar que entre esta élite se desarrollaron metódicamente discursos y prácticas políticas divergentes al imperio y que protegieran una cultura propia. Por esto, termina siendo una exaltación de los criollos ilustrados y de la dimensión burocrática que responde a las acciones del estado borbónico y a defender la estructura colonial ya existente.
El autor se dispone a exponer el proceso de la mentalidad criolla y su resultado en un particular sentimiento de patriotismo e incluso nacionalismo, teniendo en cuenta que las élites criollas y sus practicas perduraron hasta mediados del siglo XIX por lo que construyeron las bases de la experiencia republicana. De esta forma preguntarse por los criollos, es una forma de indagar en las traduciones y particularidades que condicionaron la naciente patria.
En cuanto a la incursión en el estudio el autor distingue tres momentos clave en la configuración de la mentalidad criolla: el proyecto politico y social al que aspiraban los enconmenderos, la imposición del imperio desde la centralidad de la Corona y la aparición isurgente del criollo. Esta división con el fin no de entender la mentalidad criolla como un proceso evolutivo, sino como un recorrido marcado por el interés de encontrar un lugar en la élite hispánica que determina a los criollos como “el sector social que eslabonó América al mundo Occidental”[1].
Del señorío al reino: la ilusión encomendera y la elusiva tierra prometida:
Del término “criollo” aparece registro en el último cuarto del siglo XVI, utilizado por algunos cronistas para referirse al español nacido en América. Posiblemente este término se usó por los peninsulares como algo discriminatorio para diferenciarse de los blancos nacidos en América. Estos últimos no se identificaban con la palabra porque los acercaba a los indios y a los mestizos y aspiraban a ser tratados de la misma forma que los peninsulares, por eso trataron de igualarse política y culturalmente a ellos autodenominándose “españoles americanos”, “hijos de conquistadores o encomenderos” o “hijos del reino”. Pero estas aspiraciones no eran apoyadas por los peninsulares, quienes al parecer no sentían pertenecer al mismo grupo social que el de los descendientes de europeos nacidos en América. Por otro lado, la palabra “indiano” fue una estigmatización social aplicada a aquellos europeos que debido a su experiencia en América en los últimos años del siglo XV, arrebataron sus riquezas a los indígenas con el fin de obtener un mejor estatus al regresar a España con esa fortuna.
Para los primeros religiosos en América, esta era la “tierra prometida”, afirmación que repercutió políticamente y no fue compartida por los peninsulares. Entre lo que dio comienzo a las tensiones entre el clero regular y la Corona, estuvo el tema del origen del hombre americano, pues los mitos que se llegaron a creer en la época interferían con los intereses de la Corona, un ejemplo de esto fue el caso de Francisco de la Cruz, quien dijo que los indios descendían de las tribus perdidas de Israel, causándole un impacto político a la Corona que sintió en riesgo la legitimidad de su dominio en América. A pesar de ello el papa Alejandro VI, donó el Nuevo Mundo a la Corona de Castilla para que esta se encargara de evangelizar a los indios.
En uno de los puntos máximos de tensión entre la Corona y los conquistadores, los religiosos estuvieron del lado de los segundos, viendo en ellos a los nuevos mesías y dándoles así el mayor apoyo que pudieran recibir. Mientras tanto la Corona intentaba desconocerles privilegios que inicialmente les había dado a los conquistadores y con los cuales ellos habían avivado sus aspiraciones socio-políticas. Ramos señala que como la Corona le quitaba privilegios tanto a los conquistadores-encomenderos como a los frailes, estos manifestaban una solidaridad implícita transfiriéndose mutuamente apoyo para afianzar los proyectos señoriales de los unos y el proyecto de iglesia Indiana de los otros. Durante el reinado de Carlos V estos proyectos encontraron el contexto político para su realización, junto con privilegios que los papas (León X y Adriano VI) les concedieron a los franciscanos para que predominaran en la misión de evangelización. En cambio con Felipe II estos proyectos de encomenderos y frailes se fueron deshaciendo debido a la idea de orden colonial que se fue imponiendo en la segunda mitad del siglo XVI.
A los treinta años de llegar el clero mendicante a América, este reconoció que no concordaba con el proyecto de orden colonial que quería imponer la monarquía hispánica, para la cual los misioneros y los conquistadores eran tan solo un obstáculo. Debido a la real cédula de 1574 en la que se puso a los mendicantes bajo supervisión virreinal y diocesana, se reafirmó la autoridad episcopal y se acabó con la iglesia del período del descubrimiento, por lo que a finales del siglo los frailes sólo podían permanecer en sus monasterios o ser misioneros con los indios menos civilizados en las fronteras coloniales.
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