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Resumen Mio Cid


Enviado por   •  2 de Febrero de 2014  •  11.392 Palabras (46 Páginas)  •  433 Visitas

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EL CANTAR DE MIO CID: UNA ANTOLOGÍA ÚTIL

PEDRO MARTÍN BAÑOS IES Carolina Coronado. Almendralejo

PROPÓSITO DE LA ANTOLOGÍA

Presentamos aquí una antología del Cantar de Mio Cid, en castellano moderno, que recorre ampliamente todo el argumento de la obra, y que ha sido diseñada especialmente para el nivel de .o de Bachillerato. El objetivo es que los alumnos, com- binando la lectura personal con la lectura en clase, puedan hacerse una idea suficiente del contenido de todo el poema. Se adjunta un comentario explicativo, útil tanto para el profesor como para el alumno, y un breve repertorio de cuestiones para posibles trabajos o exámenes.

CONCEPTOS BÁSICOS PRESENTES EN LA ANTOLOGÍA

A. FORMA

El arte juglaresco: Las apelaciones al auditorio son constantes en la literatura épica, que se difundía de forma oral. Frases como: ved, escuchad, he aquí, os quisiera contar... forman parte del oficio juglaresco de acercar la narración a su público. Sobre los ju- glares de gesta, se recomienda consultar el número  de Per Abbat.

Las tiradas y los versos con cesura: La base estrófica de los poemas épicos son las tira- das, agrupaciones de versos de longitud variable que presentan la misma rima asonan- te. Los versos del poema original son irregulares, aunque coinciden en su estructura: todos poseen una pausa interna o cesura que los divide en dos hemistiquios. En esta antología se ha regularizado el verso en  sílabas ( + ).

Los epítetos épicos: Una de las características formales de los poemas épicos es el empleo de los llamados epítetos o fórmulas épicas. Se trata de un amplio inventario de apelativos (con distintas variantes y distintas rimas) que memorizaba el juglar para completar más fácilmente los versos o ganar tiempo en el caso de verse obligado a

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 PER ABBAT  ()

improvisar. Los más destacados son los epítetos aplicados al Cid (que en buena hora habéis ceñido la espada; el que nació afortunado; etc.), pero cualquier personaje podía recibirlos (del caballero Martín Antolínez, por ejemplo, se dice: aquel burgalés cum- plido; el burgalés renombrado...). El mismo carácter de frases comodín se encuentra en expresiones variadas repetidas una y otra vez a lo largo del poema: A la mañana siguiente prosiguen su cabalgar ; Mio Cid manda posar ; etc.

B. CONTENIDO

El héroe: A lo largo de la lectura se observará que el Cid presenta, como es lógico, un acabado compendio de virtudes: valentía, coraje, entereza, justicia, religiosidad... Podrá insistirse, no obstante, en que el modelo heroico del Cid es un modelo muy humano, de quien se destaca la templaza, el equilibrio, e incluso un cierto sentido pragmático o posibilista para enfrentarse a las contrariedades. En el conjunto de la épica europea, llama la atención este rasgo humanizador que lo aparta de otros héroes de comportamiento más arbitrario e imprevisible.

El contexto histórico: El Cantar describe una situación histórico-social perfectamente reconocible: la situación de los reinos cristianos en los primeros tiempos de la Re- conquista. A diferencia de Europa, la continua actividad guerrera en tierras hispanas permite una mayor movilidad social dentro del sistema cerrado de los estamentos medievales. Optar por la actividad guerrera permite, por ejemplo, aun sin ser noble, obtener riquezas, reconocimiento social y privilegios varios. Por otro lado, los reyes se apoyan constantemente en la nobleza más baja (infanzones o hidalgos) para inten- tar contrarrestar el poder creciente de la aristocracia. Ideológicamente, y ello puede verse en multitud de ocasiones, el Cantar defiende sin ambages el modo de vida de estos nobles humildes, ligados directamente a la guerra, la consecución de botín y el esfuerzo personal, en contraposición a la alta nobleza, cuyas ventajas y prerrogativas son siempre heredadas.

La convivencia de religiones: A diferencia de Europa, donde el sentimiento cristiano de cruzada (radical e integrista) es muy fuerte, en la España medieval las religiones con- viven de manera más armónica, teniendo en cuenta, obviamente, que se trata de una sociedad guerrera y belicosa. La lucha de musulmanes y cristianos (los judíos deben considerarse aparte) es una lucha de intereses territoriales, no religiosos.

NOTA BENE: La modernización de los versos se ha hecho directamente sobre el original. No obstante, la presente antología está en deuda con la versión métrica de Francisco López Estrada, publicada en la colección «Odres Nuevos» de la editorial Castalia, que recomendamos a quien desee enfrentarse al texto completo del poema.

CANTAR DE MIO CID: ANTOLOGÍA  CANTAR DE MIO CID. ANTOLOGÍA

CANTAR PRIMERO (DEL DESTIERRO)

LA SALIDA DE VIVAR

Con lágrimas en sus ojos, tan fuertemente llorando, la cabeza atrás giraba y se quedaba mirándolos.

Vio allí las puertas abiertas, sin cerrojos ni candados, las alcándaras vacías; no había pieles ni mantos,

ni los pájaros halcones, ni los azores preciados.

Y suspiró Mio Cid, que eran grandes sus cuidados.

Y habló después Mio Cid, tan bien y tan mesurado: —¡Te doy las gracias, Señor, Padre que estás en lo alto! La causa de todo esto son mis enemigos malos.

Y espolean los caballos y les aflojan las riendas.

Cuando salen de Vivar la corneja vuela a diestra,

pero a la entrada de Burgos se dirige hacia la izquierda.

Mio Cid se encoge de hombros y sacude la cabeza:

—¡No entristezcas, Alvar Fáñez, que si ahora nos destierran, más honrados a Castilla regresaremos de vuelta!

LA ENTRADA EN BURGOS

Mio Cid Rodrigo Díaz llegó a Burgos y allí entró

con sesenta acompañantes con sus lanzas con pendón. Todos salían a verlos: así mujer o varón.

Toda la gente de Burgos a las ventanas salió,

con lágrimas en sus ojos, tan grande era su dolor.

Y a sus bocas asomaba solamente una razón:

—¡Dios, qué buen vasallo el Cid si tuviera un buen señor!

Y quisieran convidarlo, pero ninguno allí osaba,

pues saben que el rey Alfonso le tenía muy gran saña. Antes del anochecer, a Burgos llegó su carta,

con los honores debidos, bien cerrada y bien sellada: ordenaba que a Ruy Díaz nadie le diese posada,

y aquéllos que se la diesen supiesen, por su palabra, que perderían sus bienes y los ojos de la cara,

y además hasta la vida, y los cuerpos y las almas. Gran dolor sobrellevaban aquellas gentes cristianas,

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