Resumen Obra Cuauhtemoc
Enviado por Fabriciopc • 15 de Diciembre de 2014 • 7.956 Palabras (32 Páginas) • 211 Visitas
1° Capitulo: La soledad.
Lisbeth parecía desconcertada por mi insistencia. Me miro de forma transparente por unos segundos. La mire temblando con la carta de mi hermana en la mano. Lisbeth me miraba callada. Lisbeth sabía que no tenía otra alternativa, que yo no quitaría el dedo del renglón.
Cuando mi padre irrumpió en el recinto, estaba preparándome para dormir. Entro con vehemencia como si se estuviera quemando la casa. Termine de vestirme con lo que halle a la mano. Salí de mi cuarto asustada. Sin decir palabra papa camino decidido a la puerta exterior. El automóvil se hallaba con el motor en marcha, como si hubiese detenido el vehículo de paso solo para recogerme. Manejo rápidamente, casi con enojo. Se dirigió al centro de la ciudad. Después de dar varias vueltas, se detuvo justo frente a un grupo de tipos que sentados en la banqueta, se drogaban. Se encorvo para alcanzar una linterna que llevaba debajo del asiento papa apunto con la linterna de mano hacia el grupito de despojos humanos. El haz luminoso descubrió el rostro de un muchacho que yo conocía muy bien. Martin levanto la cara. Quise golpearlo, quise golpearme… maldije la hora en que se detuvo a invitarme a salir, la hora en la que acepte. Durante un rato en el camino de regreso a casa no hablamos. ¿Cómo decirle que sentía poco amor y poca atención en mi casa? ¿Cómo decirle que por tener una existencia vacía me había entregado a él?
2° Capitulo: Ley de advertencia.
Lisbeth se detuvo en su relato. Su historia no solo me dolía, sino que me causaba una gama de sentimientos mezclados. Ira, celos, nerviosismo. Alma siempre fue el personaje testigo de las peores tragedias, en su rostro era posible detectar una gran necesidad de amor… Tu dolor fue conocido por todos y eso te ayudo a curarte, el mío en cambio fue secreto y me ha ido matando lentamente con los años… Nuestra juventud fue dura. Las heridas de un hogar en el que el padre es alcohólico y la madre neurótica son muy profundas. Marque el número de mis padres. Mama descolgó. Lo ignoraban al igual que yo. A las siete despegaba el último vuelo a la capital. En el camino al aeropuerto conduje el automóvil con la vista extraviada en los recuerdos. Años atrás cuando perdí el ojo, le compartí a Alma la lección que había entendido: nada ocurre de repente. Cuando llegamos al aeropuerto, la señorita del mostrador nos anunció que el vuelo se había cerrado hacía mucho tiempo.
Otra opción era calmarnos, volver al departamento y tomar en la mañana el vuelo de las diez. En mi cabeza martilló un párrafo específico de la carta que me hizo tomar la decisión: Creo que tú eres de los que se mueven con un pequeño estímulo; de los que no esperan advertencias mayores. Yo en cambio, soy de las que siempre cree que las cosas mejoraran por si solas… Ahora es demasiado tarde… La luna de miel, en la que aún nos encontrábamos, estaba a punto de convertirse en tierra de amargura.
3° Capitulo: Corrupción gradual.
Comencé a hablar retornando los aspectos más importantes del pasado. A los dieciocho años de edad formaba parte del equipo de futbol y anhelaba llegar a ser un jugador profesional. Llegamos con el entrenador y le platicamos lo que había ocurrido. Pero ignoro nuestra hazaña, no nos dios ni una palmada en la espalda ni una frase de aceptación o apoyo. Me sentí triste y herido. Los adultos no se dan cuenta como pueden afectar el autoestima de los jóvenes. Al llegar a casa le conté a mi madre como habíamos resistido a la pandilla, ella también me cambio el tema. No me escucho entonces la pequeña herida comenzó a infectarse. Muchos años después, comprendo que los seres humanos tenemos OCHO diferentes zonas de atención. El que tiene autoestima tiene dignidad, carácter puedes enfrentar cualquier reto y se mantiene firme ante la adversidad. Yo no tenía nada de eso. Deje el equipo de futbol y me uní a una pandilla. Hoy sé que ese cambio de actitud fue uno de los más graves errores de mi vida.
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