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Revolucion Francesa


Enviado por   •  1 de Junio de 2014  •  2.115 Palabras (9 Páginas)  •  275 Visitas

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Revolución francesa.

La Revolución Francesa (1789-1799) fue un conflicto social y político, con diversos periodos de violencia que convulsionó a Francia la más dramática y la que tuvo mayores consecuencias, ya que en Francia en cuanto a la población es una cuarta parte del continente europea, que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema conocido como el Antiguo Regimen los hechos que se tienen que considerar son las transformaciones demográficas, la estructura económica del país y la influencia de las ideas ilustradas. Se inició con la autoproclamación del Tercer Estado como Asamblea Nacional en 1789 y finalizó con el golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1799.

La estructura social, la mayoría de los ciudadanos no poseían privilegios jurídicos, la burguesía dirigía y controlaba las finanzas el comercio y la industria, pero la aristocracia se mantenía a la cabeza de la jerarquía social

Causas de la Revolución

En el último cuarto del siglo XVIII, Francia es un país mayoritariamente rural, en el que la burguesía se ha convertido en el sector social más dinámico mientras que el absolutismo va cayendo poco a poco en una crisis política irremediable. Sin embargo, la Revolución Francesa es producto de una serie de causas de carácter social, cultural y político-económico. A continuación abordaremos cada una de éstas.

a) Causas sociales: La composición social de Francia a finales del siglo XVIII

En la cúspide de la pirámide social se encuentra una monarquía despótica que sólo rinde cuenta de sus actos a Dios, por cuya gracia reina. El resto la componen, en orden descendente, estamentos determinados por el nacimiento: nobleza y clero, éstos cuentan con privilegios, el principal es la exención de impuestos. El Tercer Estado reúne al resto de la población y su misión es procurar la subsistencia a la Nación. Es decir, el artesanado, campesinado y burguesía se veían obligados a mantener a los otros dos sectores que eran improductivos. Esto se ilustra de la siguiente manera:

b) Causas culturales: los ideales de la ilustración

La burguesía urbana que cuenta con educación se ve pronto influida por la Ilustración, que promueve los conceptos de libertad, igualdad y fraternidad que socavan la legitimidad del Despotismo. Surge una incipiente opinión pública en las tertulias de los salones parisinos donde se discute sobre esos principios examinados a la luz de la razón. Sin embargo, habría que matizar la influencia de la filosofía ilustrada sobre los orígenes de la revolución: no era el pueblo el que estaba influido por ella, sino la pequeña minoría dirigente en el momento del estallido en 1789, como refiere Jacques Solé: “Esa élite minoritaria lógicamente llevó su combate intelectual contra las supersticiones populares, que despreciaba sin entenderlas […] La inmensa mayoría de la población francesa permanecía encerrada, dentro de sus parroquias" (Solé, 1989: 25-26).

c) Causas políticas y económicas

Pero será la quiebra financiera la que hará explotar el polvorín. Francia cuenta con una población de 26 millones en el momento del estallido de la Revolución, así como con buenos recursos naturales. Sin embargo, el Tercer Estado había contribuido con el pago de altos impuestos para costear las guerras, como la Guerra de los Siete Años 1757-1763 y la independencia de las Trece Colonias durante la cual Francia apoyó a los colonos económicamente para debilitar a Inglaterra. El resultado directo fue la bancarrota del estado que, aunado a los festines y las malas cosechas llevó a un alza desbocada de los precios y desató el hambre.

El Estado Francés se encontraba endeudado; y ya desde 1783 los ministros ilustrados de Luis XVI, Calonne y Bréenme, trataron de implementar sistema impositivo a las clases privilegiadas: nobleza y clero. Pero fracasaron ante la resistencia de los grupos más poderosos que amenazaron con retirar los préstamos a corto plazo a la corona, de los que dependían las finanzas estatales.

La tierra era la fuente de poder de la aristocracia. En tanto que la burguesía adquiría riqueza gracias al comercio transoceánico y por ello pudo aspirar a obtener el poder detentado por la nobleza. Además del auge del comercio, la revolución industrial en marcha favoreció principalmente a la burguesía, la clase que ascendía en la escala social.

Para 1787 la crisis era total. En un último esfuerzo por controlar la crisis, la monarquía convoca a reunión de una Asamblea de notables que rechaza los proyectos fiscales de Luis XVI.

Primera etapa 1789-1791

En plena crisis, la inflación y las malas cosechas entre el verano de 1788 y la primavera de 1789 habían provocado que el costo de la harina aumentara, dejando a la población sin posibilidad de pagar lo que en ese tiempo era la base alimenticia de los franceses: el pan, cuyo costo llega a ser inaccesible para la gente que, literalmente sufría de hambre. Se desatan entonces pequeños disturbios: la gente toma por asalto panaderías linchando a los panaderos, el caos ha comenzado.

En la primavera de 1789, Luis XVI nombra Ministro de Economía a Jacques Necker, que pronto se volvió popular por oponerse a las medidas estatales en las que se desprotegiera el alimento para el pueblo. Necker convence al rey de convocar a los Estados Generales, que no se habían reunido en más de siglo y medio para analizar nuevas medidas fiscales. Esta reacción provocó motines en las ciudades de París, Grenoble, Dijon y Toulousse, ya que se pedía que se duplicara el número de representantes del Tercer Estado en la asamblea.

La apertura oficial de los Estados Generales se dio el 5 de mayo de 1789 y se agudizó la crisis política. La burguesía propuso no votar por estamento sino por cabeza, lo cual se logró. El rey sintió esto como una amenaza, destituye al ministro Necker y envía tropas que sublevaron a las masas que, ante las malas cosechas de 1788 y el incremento del precio del trigo, vieron un complot aristocrático tramado por el rey y tomaron las armas y la Bastilla, prisión símbolo del Absolutismo, el 14 de julio. Lo que podía haber sido un acontecimiento más en el curso de la Revolución se consagró ante sus contemporáneos y ante la historia como el emblema de la victoria del pueblo contra los tiranos.

Frente a estos acontecimientos, Luis XVI nombra de nuevo al ministro Necker; pero ya no se puede detener el curso de la recién iniciada Revolución y una multitud que asalta Versalles obliga al rey a transladarse a París. Sabiendo que su poder decrece cada día más, el monarca reconoce la soberanía

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